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Israel y la democracia en el siglo XXI

Knéset - Parlamento israelíEn la semana próxima, en la cual vivenciaremos lo que en Israel nos gusta llamar «la fiesta de la democracia», con elecciones libres, sin observadores internacionales que nos controlen, con más de 30 partidos para elegir, minorías representadas y  una nueva oportunidad de demostrar que aquí se trata de la verdadera única democracia de Oriente Medio, conviene reflexionar un poco más panorámicamente acerca de dicho sistema gubernamental.

Es conocido el contraste que se da en la especie humana entre su competencia tecnológica y la frecuente ausencia del más elemental sentido de justicia, especialmente, en comportamientos intergrupales. Mientras algunas potencias depositan sofisticados instrumentos tecnológicos en Marte, otros países padecen hambre, mueren por enfermedades que son curables, carecen de acceso a agua potable, viven bajo guerras endémicas y sufren de esclavitud, principalmente si son niños o mujeres.

Está claro que, como especie, nuestros componentes genéticos prepararon para hacer algunas cosas mejor que otras. Pero, a pesar de todo, es a través de la transmisión cultural y de la acción colectiva desde donde más podemos incidir en nuestro futuro.

Se trata de conseguir una convivencia internacional más comprometida con los derechos humanos, con la lucha contra la pobreza; alcanzar sistemas democráticos más amables en términos multiculturales, con la resolución no violenta de conflictos prolongados.

Hasta hoy, la escena internacional tiene muy poca experiencia sobre lo que llamamos democracia. Las democracias liberales fueron conquistas emancipadoras que distan, sin embargo, de ser algo acabado y, aún más, de ser algo universalizado.

Uno de los objetivos políticos del siglo XXI debería ser la extensión, el refinamiento moral y la globalización de la democracia, pero no a cañonazos. Extenderla a más países, proceder a una mejor regulación de los derechos humanos que integre más y mejor los derechos sociales y culturales menos occidentalizados.

Asimismo, se deben crear organizaciones internacionales de carácter multilateral que garanticen de manera efectiva el ejercicio de dichos derechos. La lógica del mercado libre podrá ser funcionalmente necesaria, pero la del Estado de bienestar resulta éticamente imprescindible.

El sistema internacional actual no sirve para afrontar bien - en el sentido ético y funcional del término - los retos globales.

Organizaciones internacionales deben reformarse, así como sus poderes, políticas y líneas estratégicas. Empezando por reformas que mejoren, por ejemplo, la eficacia civil y militar de la ONU con relación al mantenimiento de paz y seguridad mundiales. Establecer reglas que permitan permeabilizar instituciones como el FMI o el Banco Mundial y una ONU eficaz, sin mayorías automáticas e hipócritas, es imprescindible en este siglo XXI.

Falta también en una clara voluntad política y de liderazgo por parte del mundo occidental hacia esa humanización de la globalidad tan precaria a principios de este siglo. Se trata de contar con instituciones multilaterales que permitan acciones contra males universales: xenofobia, pobreza, discriminación, tortura, esclavitud, epidemias, guerras endémicas o la falta de un horizonte de emancipación individual como el que encontramos en buena parte de los Estados árabes-musulmanes de Asia y África. El accionar en éstos resulta básico, pero también lo es la presión de organizaciones regionales de todos los continentes, así como la de los medios de comunicación y la de la sociedad civil internacional.

Hay que añadir, sin embargo, otro objetivo en la agenda analítica de la emancipación humana: la acomodación del pluralismo cultural.

Hoy ya disponemos de pistas intelectuales para plantear la extensión, el refinamiento moral y la globalización de la democracia.

Lo que necesita el siglo XXI no son sólo ideas, sino una voluntad clara de poner en práctica aquellas de las que ya disponemos.

Un Israel desprendido de la ocupación, y más solidario en su accionar socio-económico, podría llegar a ser un modelo a seguir.

Aunque no nos demos cuenta, esos son exactamente los principales asuntos que se definirán en las elecciones de este martes.