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Desfile en Jerusalén

Este verano presentará un desafío muy complejo para Netanyahu. Si quiere evitar una confrontación con los palestinos, necesitará de todo el talento que, junto con Barak, exhibieron en la disolución de los laboristas. Si les deja la iniciativa a ellos, tendrá que hacer frente a una "marcha de independencia" en Jerusalén.

Saldrán en el calor del verano de Jerusalén y marcharán por la calle Saladino en dirección hacia los muros de la Ciudad Vieja. Primero serán 50 palestinos, luego 100, luego 200 y 1.000 y finalmente, 10.000. Marchando y gritando "Istiqlal" (Independencia). Y no en razón de que ellos apoyen al nuevo partido de Ehud Barak, "Atzmaut", sino para dejar a Israel fuera de los territorios, más allá de la Línea Verde, y establecer allí un Estado palestino. De la misma manera en que los manifestantes de Túnez se deshicieron de Zine al-Abedine Ben Ali.

¿Cuál será la reacción de Israel? ¿Disparará a los manifestantes, matándolos frente a las cámaras de todo el mundo? Un desastre de relaciones públicas. ¿Meterá presos a miles de ellos por realizar una manifestación no autorizada? Nada práctico. ¿Habrá de echarle la culpa a la Autoridad Palestina? Irrelevante. ¿Y qué pasará si los manifestantes no dejan de marchar, día tras día, favorecidos por el apoyo de la simpatía internacional y de todos los medios de comunicación del mundo?

Este escenario, que los investigadores Shaul Mishal y Dorón Mazza denominan la "Intifada Blanca", puede llegar a verificarse en agosto o septiembre de este año como fecha límite que los palestinos han establecido para declarar enfoques de un Estado independiente. El presidente de la AP, Mahmud Abbás, y el primer ministro palestino, Salam Fayyad, están aventajando al primer ministro Binyamín Netanyahu. La maniobra combinada que pusieron en marcha - la construcción de instituciones del Estado al tiempo que obtienen el reconocimiento internacional - está aislando a Israel, haciéndolo aparecer como un país que rechaza la paz y se empeña obstinadamente en mantener los asentamientos.

El mundo se va acostumbrando cada vez más a la idea de que este verano Palestina va a unirse a la sociedad de las naciones. Lo ha prometido el presidente de EE.UU, Barack Obama, en su discurso ante la última Asamblea General de Naciones Unidas. Eso es lo que la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, aseguró en su discurso ante el Foro Sabán (ella afirmó que un Estado palestino, logrado a través de las negociaciones, es inevitable). Es lo que han garantizado también los estados latinoamericanos, y ahora Rusia, uno de los miembros del Cuarteto de Madrid para la paz en Oriente Medio y miembro permanente del Consejo de Seguridad. Sin negociaciones, habrá internacionalización.

Cuanto más alto sea el nivel de expectativas de los palestinos, más profunda habrá de ser su desilusión llegando a septiembre, cuando la independencia no haya sido declarada oficialmente.

Al no cumplirse con la fecha programada con anterioridad para una solución permanente, el 13 de Septiembre de 2000, la Segunda Intifada estalló dos semanas y media más tarde. Esta vez, los palestinos han dispuesto de antemano el apoyo internacional y, si son inteligentes, se abstendrán de hacer estallar autobuses, centrándose mejor en protestas callejeras como las de Bil'in, pero en el este de Jerusalén.

El argumento de Netanyahu acerca de que los palestinos tienen la culpa del fracaso de las negociaciones ha sido recibido con escepticismo. Abbás no se cansa de afirmar que él le ha proporcionado a Netanyahu una detallada propuesta de paz que incluye todas las cuestiones centrales, propuesta que no fue respondida nunca por el primer ministro. Todo el mundo lo sabe y le cree.

La "acción de contención diplomática" que Israel está llevando a cabo en contra del reconocimiento palestino ha tenido un éxito parcial. Tanto el Congreso de EE.UU como la Unión Europea han expresado su oposición frente a una declaración unilateral de independencia. Pero la posición israelí no hace más que erosionarse con cada nuevo reconocimiento de Palestina dentro de las fronteras de 1967 por parte de algún otro país.

La respuesta de Netanyahu ha sido acomodarse para resistir. Expulsó de su gobierno a los ministros rebeldes del Partido Laborista, optando por una coalición de derecha que exhiba "firme determinación" ante la presión internacional.

El giro ridículo de su gobierno, acusando a los ministros expulsados de ser responsables por el impasse diplomático, resulta exagerado incluso para los estándares de Netanyahu y sus consejeros. ¿Son acaso Itzjak Herzog y Avishay Braverman, políticos fracasados que lo perdieron todo al vacilar en dejar el gobierno, los que frustraron el logro de la paz? ¿No fue en cambio el rechazo de Netanyahu a congelar la construcción de asentamientos y negociar fronteras?

Ahora, Netanyahu tiene varias opciones en su intento de frustrar la independencia palestina, pero todas malas. Es demasiado tarde ya para presentar un programa diplomático capaz de lograr el convencimiento de alguien sin perder el apoyo de su coalición de derecha.

Él podría atacar Irán o convocar a elecciones anticipadas. En ambos casos, los riesgos son enormes y sólo lograría esquivar por un tiempo el problema. Podría socavar el dominio de Abbás mediante acciones de represalia; ante todo, un acuerdo que permitiría liberar al soldado secuestrado Gilad Shalit a cambio de la supresión de los operativos de Hamás en Cisjordania. Eso haría mella en la Autoridad Palestina pero también podría poner en peligro a Israel. O bien, podría reconocer un Estado palestino dentro de las fronteras existentes, separado de ellas tanto como sea posible y ofrecerse a negociar.

Este verano presentará un desafío político sumamente complejo para Netanyahu. Si intenta sacar ventaja a Abbás y evitar una confrontación con los palestinos, necesitará de todo ese talento para las estratagemas que, junto con Barak, exhibieron en la disolución de los Laboristas. Si les deja la iniciativa a ellos, tendrá que hacer frente a una marcha de independencia en Jerusalén.

Fuente: Haaretz - 21.1.11
Traducción: www.argentina.co.il