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Estado religioso del pueblo judío

El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, exige a la dirigencia palestina el reconocimento de Israel como Estado nación del pueblo judío. Para el mandatario hebreo se trata de un factor fundamental para lograr un acuerdo definitivo de paz.

Sin embargo, la propuesta de enmienda a la «Ley del Servicio de Seguridad», erróneamente llamada «Ley de reparto equitativo de la carga» y aprobada por el Gobierno, aclara mucho sobre lo que Netanyahu define como prioridad nacional.

La religión está por encima de todo. La seguridad de Israel es menos importante. En lugar de garantizar la igualdad en el servicio militar, el proyecto de ley perpetúa la discriminación entre personas religiosas, que son más iguales que las demás, y personas laicas, que deben servirles.

El proyecto de ley, que se votará en el Parlamento, dividirá a la población judía de Israel en tres grupos de hombres y dos grupos de mujeres en base a la carga de servicio que se les impone.

En la parte superior están los jóvenes estudiantes de los seminarios rabínicos ultraortodoxos y las mujeres ortodoxas que firmen un documento declarando su religiosidad. Ambos grupos estarán exentos del servicio militar.

Luego aparecen los alumnos de seminarios rabínicos nacionalistas que disfrutarán de un servicio reducido de 17 meses, menos de la mitad del tiempo que sirven los jóvenes laicos, los menos privilegiados de estos colectivos.

El proyecto de ley da a los rabinos directores de dichos seminarios la autoridad de facto para decidir a qué estudiantes movilizarán y cuáles estarán exentos.

Además, se ofrece la cómoda alternativa del servicio civil nacional a religiosos y religiosas jóvenes con unas condiciones mucho mejores que en el servicio de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y que otorga a los graduados en ese servicio los mismos derechos que a los soldados que hayan cumplido la totalidad del mismo, tres años para varones, dos para mujeres.

El próximo Gobierno implementará el nuevo acuerdo, por lo que es dudoso que llegue a tener en vigencia incluso entonces.

Para Israel, por lo tanto, la tarea más importante de los jóvenes es el estudio de la Torá y para las mujeres mantener un estilo de vida religioso.

Quienes estudian inglés, matemáticas y computación en las escuelas, viajan en Shabat y comen alimentos no kosher son discriminados a dedicar años de su vida al servicio militar, aplazando estudios académicos y una carrera.

Esto funcionará así a pesar de que los varones y mujeres que sirven en las FDI como aquellos de los seminarios rabínicos nacionalistas, demuestran que un estilo de vida religioso no se contradice con un servicio militar completo.

Un «reparto equitativo de la carga», fue la promesa clave del ministro de Finanzas, Yair Lapid, y del ministro de Economía Asuntos Religiosos, Naftali Bennett, cuando entraron a formar parte del Gobierno de Netanyahu.

Pero se trata una falsa promesa. La igualdad puede lograrse de dos maneras: o bien un servicio militar completo para todo el mundo, religiosos y laicos, o anular el servicio obligatorio y convertir a las FDI en un ejército de voluntarios y profesional. Estas alternativas ni siquiera se contemplaron.

Bennett logró obtener condiciones preferenciales para sus votantes en la comunidad religiosa sionista.

Por su parte, Lapid, quien se postuló en las últimas elecciones como líder de la comunidad laica de clase media, no combatió la discriminación en contra de sus votantes. Su insistencia en aplicar sanciones penales para los objetores de conciencia ultraortodoxos no cambiará nada.

La política recordará a Lapid como aquel que accedió a colocar la religión por encima de todo.

Y Netanyahu deberá cambiar su condición para un acuerdo. Deberá exigir de los palestinos el reconocimiento de Israel como Estado religioso del pueblo judío.

La dirigencia palestina no lo aprobará. Pero tampoco lo hará la mayoría de los judíos en Israel y en la diáspora.

Fuente: Haaretz
Traducción: www.israelenlinea.com