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Israel: Estrellas fugaces en cielo político

Yair LapidLa repentina irrupción de Yair Lapid en el escenario político israelí y su meteórico ascenso hasta obtener con su lista un logro sin precedentes - desalojar del segundo puesto a reconocidos y experimentados partidos - sin lugar a dudas representa el aspecto más llamativo de las últimas elecciones en Israel.

Señalarles a representantes de partidos religiosos ultraortodoxos el camino afuera de sus históricos aposentos ministeriales no fue más que la consecuencia prevista e inmediata.

Desde sus nuevos sillones parlamentarios, ahora en la oposición, a representantes de Ihadut Hatorá y Shas y no les quedó otra alternativa más que criticar duramente al Gobierno, y como es su táctica preferida, orar para que la permanencia de Lapid en el Ejecutivo se abrevie lo máximo posible.

«La guerra de Lapid contra los judíos ultraortodoxos es muy vieja. El Lapid anterior, su padre Tommy (z"l), trató de encender la llama y se apagó. Nosotros creemos que este Lapid (antorcha, en hebreo) también se apagará. El interrogante es cuánto daño causará al país. No a los ultraortodoxos, sino al país» [1].  

A decir verdad, y sin emitir ningún juicio de valor, la experiencia demuestra que estos partidos tienen suficiente razón para aferrarse a esa esperanza de una corta cadencia de Lapid con las riendas del poder en sus manos.

Durante toda su vida democrática y en repetidas ocasiones, la política israelí fue testigo del surgimiento de partidos o candidatos con una prometedora imagen de rayos de luz que alumbra todo el horizonte político, pero que, con una sola excepción, todos terminaron apagándose como estrellas fugaces. Todos invadieron súbitamente el escenario político movidos por una aureola personal de celebridad (general militar retirado, periodista, etc.) o por una extravagante escisión de algún partido tradicional, pero siempre como redentores mágicos con la formula de la solución instantánea de los problemas de Israel bajo su brazo.

Los hubo con grandes éxitos electorales que los llevó a posiciones de gran influencia, inclusive nominar al primer ministro; los hubo con logros relativos, pero, salvo Shas, el partido religioso ultraortodoxo sefaradí, ninguno consiguió perdurar y convertirse en un factor determinante y permanente sino que todos terminaron desperdigándose en contados años.

La primera experiencia significativa fue conducida por Ben Gurión en las elecciones de 1965. El desacuerdo con Levy Eshkol, su sucesor en el partido gobernante Mapai, junto a la rebelión de los jóvenes de ese momento, Shimón Peres, Moshe Dayán, Itzjak Navón y Teddy Kolek, entre otros, impulsó su escisión y la creación de la lista Rafi que obtuvo 10 escaños en el Parlamento.

La rivalidad con Levy Eshkol, que continuó en su puesto como primer ministro, los ubicó en la oposición hasta que en vísperas de la Guerra de los Seis días se incorporaron al Gobierno de Unidad Nacional, lo que a la larga significó su rápida dilución dentro del partido gobernante que se transformó en el histórico Partido Laborista - Avodá.

Uno de los botines y sorpresas electorales más significativos de la historia política israelí fueron motivados por la lista DASH (Movimiento Democrático pr el Cambio). En las elecciones de 1977, consiguió 15 parlamentarios electos y de esta manera se convirtió en el factor cardinal del cambio histórico del poder del laborismo al Likud. Pero así como ascendió tan sorprendentemente, también lo fue su desmoronamiento. A los cuatro años ya había desaparecido del mapa político.

En la votación de 1992 surgió el partido Tzomet del ex jefe del Estado Mayor, el teniente general retirado Rafael (Raful) Eitán que logró 8 escaños. En 1996 apareció el Tercer Camino con 4 cuatro diputados electos y el brigadier general Avigdor Kahalani a la cabeza.

La masiva inmigración rusa de los años '80 y '90 se agrupó bajo la lista Israel en Aliá liderada por Natán Sharansky, que consiguió obtener 7 puestos en el Parlamento de 1996 y 6 en 1999 para terminar agonizando con 2 en 2003.

Bajo el argumento de que no hay soluciones de izquierda o de derecha, en 1999 surgió el Partido del Centro que invistió 4 parlamentarios con el general retirado Itzjak Mordejai como líder. Su falta de afinidad ideológica lo hizo desaparecer en poco más de 2 años. En 1999 también hizo su aparición política el padre de Yair Lapid, Yosef (Tommy) con el partido Shinui (Cambio) con el significativo logro de 6 bancas parlamentarias para dar el gran salto en los siguientes comicios de 2003 con 15 escaños.

Ninguna de estas listas perduró mas allá de las elecciones de 2006 y su destino fue disolverse o integrarse a partidos tradicionales.

Las elecciones de 2006 tal vez sean el mejor ejemplo de una sobresaliente credulidad política en el electorado israelí. Una curiosa lista de jubilados - GIL - recibió a titulo de protesta un aluvión de votos que le permitió obtener 7 representantes en el Parlamento y 2 ministros en el Gobierno (!). En 3 años el partido desapareció sin prácticamente dejar rastros, más que decenas de miles de defraudados.  

En las elecciones de 1999 se presentó Avigdor Liberman con su partido, hoy denominado Israel Beiteinu, representando básicamente los intereses de los inmigrantes rusos en competencia con Israel en Aliá de Sharansky. Los logros de Liberman fueron mucho más evidentes. De 4 diputados en su primera aparición logra trepar hasta 15 en los comicios de 2009. Su presentación conjunta con el Likud en los últimos comicios de este año da la fuerte impresión que se trata del primer paso de una desaparición y su plena integración en el partido de Netanyahu.

Shas fue la excepción de la regla. Se presentó por primera vez en 1984 obteniendo 4 representantes y continuó una meteórica carrera hasta que en 1999 obtuvo su máximo logro: 17 legisladores. Desde 2003, y durante las últimas 4  elecciones, su fuerza se estabilizó con 11 miembros en el Parlamento para convertirse en un partido tradicional más.

En este resumen histórico no se puede dejar de señalar la particular aparición de Kadima como una escisión básica del Likud y Avodá bajo la iniciativa del entonces primer ministro del Likud, Ariel Sharón, detrás del programa de desconexión de la Franja Gaza y parte de Cisjordania. La repentina enfermedad de su promotor demandó pasar el liderazgo a Ehud Olmert, su segundo. En los comicios de 2006 Kadima cosechó 29 escaños logrando la mayoría parlamentaria para formar Gobierno y coronar a Olmert en funciones de primer ministro.

Es muy difícil evaluar el destino de Kadima si Sharón hubiese continuado en su conducción, pero por la historia reciente ya se sabe que la aventura de este partido duró apenas dos periodos parlamentarios completos.

Llama la atención cómo un pueblo con tan destacada inteligencia práctica en campos científicos y militares demuestre repetidamente un alto nivel de inocencia política en importantes sectores de su sociedad que frecuentemente otorgan su sufragio a «partidos de ocasión» que no son más que estrellas fugaces con un pasar que sólo deja un borroso recuerdo y una profunda sensación de frustración.

Que nadie se sorprenda si en un tiempo más Netanyhau retorna a abrazar efusivamente al Rabino Ovadia, sobre todo si la presente coalición con Lapid pone en peligro sus planes de continuar colonizando paulatinamente Cisjordania. 
   
[1] «No nos tiren a Satmar»; Ohad Shaked; Ynet; 25.4.13.