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El peligro del fuego religioso

No está claro en qué medida la población árabe musulmana de Jerusalén, Israel todo y los territorios palestinos, cree realmente que "Al Aksa está en peligro". Pero sus líderes políticos y religiosos se esfuerzan por convencerlos al respecto.

Cada tanto se oye esa frase tan explosiva. Se da a entender que "los judíos van a subir a las mezquitas", que quieren atacar el sitio sagrado para el islam y que su intención es construir en su lugar el Tercer Templo. Quizás gran parte del problema radica en su propia conciencia acerca del hecho que las mezquitas de Al Aksa y el Domo de la Roca (la de cúpula dorada) fueron construidas en el lugar en el que se cree se hallaba el Templo sagrado de Israel, lo cual seguramente no fue mera casualidad.

El tema es utilizado para  encender Jerusalén, para presionar a Israel y agudizar las tensiones, con lo cual los responsables de la incitación están convencidos de que así fortalecerán su posición. Los últimos días nuevamente han sido testigos de esta peligrosa dinámica, acompañada por disturbios diarios en Jerusalén Oriental y  enfrentamientos violentos.

Figuras palestinas como Muhammad Dahlán y Hatem Abdel Qader (el primero ex hombre fuerte de Gaza en Al Fatah y el segundo actual titular de la cartera Jerusalén en la Autoridad Palestina), exhortaron a los árabes de Israel a "proteger Al Aksa de los judíos" y a llegar a las mezquitas "para lidiar con el peligro".

Según ellos, la "nueva amenaza" es la sinagoga Hurva que Israel reconstruyó y volvió a inaugurar en el barrio judío de la Ciudad Vieja de Jerusalén. "Esto es un paso hacia la construcción del Tercer Templo", afirmaban los panfletos que distribuyeron en la parte oriental de la ciudad.

Lo que no estaba escrito en los panfletos es la historia de la "Hurva".

Se trata de una sinagoga construída en 1864, atacada repetidamente por árabes y destruída totalmente en 1948 por los jordanos durante la Guerra de Independencia  de Israel. La Legión jordana atacó el barrio judío de la Ciudad Vieja, expulsó a sus 1.200 habitantes, llevó numerosos como prisioneros a Jordania y ocupó el lugar. El Comandante jordano del operativo informó a sus superiores que "por primera vez en mil años, no hay ni un judío en el barrio judío de Jerusalén", agregando que la destrucción de la sinagoga "garantizaba" que no volvieran".

No fue así; Israel, como es sabido, reunificó la ciudad en la Guerra de los Seis Días en Junio de 1967. Aunque la sinagoga nada tiene que ver con la mezquita de Al Aksa, de la que se halla a una distancia de por lo menos 300 metros, alejada del Monte del Templo, los palestinos hablaban de "provocación".

¿Israel tampoco tiene derecho a una sinagoga en el barrio judío en Jerusalén?

A ojos de muchos árabes, parecería que no. Son numerosas las declaraciones que intentan deslegitimar toda presencia israelí en la ciudad, alegando que es un invento artificial y producto de la ocupación, restando toda importancia al vínculo milenario del pueblo judío con Jerusalén.

Ayer, en una manifestación en Jerusalén Oriental, el Sheikh Kamal Khatib, uno de los líderes del movimiento islámico de los árabes de Israel, tuvo el tupé  de atacar nuevamente la inaguración de la sinagoga "Hurva", diciendo que "Inshalla (ojalá, quiera Dios) sea destruida nuevamente". Y luego agregó: "No es de ellos, nada es de ellos; los judíos no tienen derecho ni a una partícula de polvo de Jerusalén".

En el marco de la delicada situación de la ciudad, hay también crasos errores de Israel, como permitir que judíos religiosos - generalmente extremistas de derecha -se instalen en barrios árabes de la parte oriental de la capital. Independientemente de las antiguas raíces de la presencia judía en Jerusalén y del hecho que a menudo esas zonas árabes estaban en la antiguedad habitadas por judíos, debe prestarse atención a la dinámica política que trae consigo el tiempo. Si ahora son barrios árabes, cuando de por medio hay un conflicto nada sencillo, hay que saber separar, para no exacerbar tensiones.

Pero la sinagoga "Hurva" nada tiene que ver con eso. Si está en el foco de la polémica, ello es simplemente porque así lo deciden los extremistas del otro lado, no porque esa sea la realidad. Se trata de un sitio de oración judío, ubicado desde siempre en un barrio judío en el que la presencia judía desapareció únicamente cuando los árabes echaron a la gente del lugar y lo destruyeron.