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La izquierda se rinde

izquierdaEn estos días se cumplen dos décadas desde que la izquierda israelí quedó huérfana de líderes carismáticos, visionarios y capaces de movilizar una mayoría popular que permita poner fin al alocado proceso de colonización de Cisjordania arribando a una solución pacífica y de compromiso con los palestinos.

Quienes debieron cumplir la función, Shimón Peres y Ehud Barak, prefirieron traicionar los principios del Partido Laborista para cruzar las líneas y conformarse con puestos ministeriales en gobiernos de derecha y, de esa manera, convertirse en adornos políticos de esa incontrolable colonización.

La profesora Eva Illouz afirma que «el movimiento colonizador judío en Cisjordania, que rechaza el orden legal y gran parte de sus líderes sostienen el principio de la supremacía étnica y religiosa judía, hoy en día se ha convertido en el centro político de Israel». Posteriormente se pregunta «¿Dónde estaba la izquierda cuando colonos judíos se robaron el proyecto sionista?» [1].

Esta acefalia ideológica de la izquierda israelí encontró una alternativa parcial, esporádica y sobre todo sin ningún peso político significativo, en boca de algunos intelectuales, especialmente renombrados escritores como Amós Oz, David Grossman, A. B. Yehoshúa y Meir Shalev.

En su tiempo, A. B. Yehoshúa pensaba que «la discusión ideológica de hoy es entre aquellos que afirman que no hay Israel sino según la Torá, y entre quienes sostienen que no hay Israel sino en base a la nacionalidad judía. La controversia se centra en unos miles de kilómetros cuadrados de territorio de Cisjordania. La solución, al final de todo, es la institución de dos Estados para los dos pueblos» [2].

En estos días publicó un artículo cuyo primer párrafo es una voz de alerta a todos los judíos del mundo preocupados por el destino de Israel. «Quien conoce la situación actual en Cisjordania - construcción de redes de rutas, colonias, asentamientos, polígonos industriales y agrícolas, para judíos y palestinos - entiende claramente que el Estado binacional es un hecho consumado» [3]

Pero un lector con agudeza de percepción no debe confundirse. Pese a que A. B. Yehoshúa se considera «un soldado activo y fiel del movimiento por la paz desde hace más de 47 años», esa frase es sólo la introducción a una evidente rendición y marcha atrás. Da la impresión que también él se contagió de esa rara bacteria que atacó al liderazgo tradicional de la izquierda debilitando su inmunidad ideológica para acercarse a ese cómodo consenso popular del centro.

Sólo fue necesario un par de semanas para que el pueblo judío se informe del repentino giro ideológico de uno de sus más destacados intelectuales. En un reciente comentario a un artículo, A.B. Yehoshúa afirma que «se debe entender que un Estado binacional no va a terminar con el sionismo y es una solución mucho mejor que la conquista y dominación. Un Estado binacional todavía es preferible a la eterna conquista maligna con una falsa promesa de un fin» [4].

La inocencia política de A. B. Yehoshúa lo hace suponer que desde el momento que se anexe definitivamente Cisjordania a Israel y se reconozca la existencia de un Estado binacional, la histeria de algunos es inadmisible pues, «al respecto ya se prepararon varios planes razonables».

Sólo un infantilismo político puede imaginar que en «esos planes razonables» - Bennett, Liberman, los extremistas del Likud y las hordas judías de los colonos - repentinamente se conviertan en adalides de un Estado democrático aboliendo definitivamente el apartheid y la discriminación de más de dos millones y medio de palestinos para convertirlos en ciudadanos plenos del nuevo Estado de Israel.

¿Será posible que A. B. Yehoshúa esté convencido que Shmuel Eliahu, el afamado rabino que predica un judaísmo racista y tiempo atrás fue ovacionado por la dirección comunitaria judía de Argentina [5], repentinamente dé un giro ideológico aceptando la inclusión social y la igualdad a ciudadanos de la etnia palestina?.

La idea ilusa que se pueda diferenciar claramente entre conquista y opresión de palestinos en Cisjordania frente a un Estado binacional, no es más que una excusa de A- B- Yehoshúa para justificar su acercamiento al cálido hogar del consenso racista judío.

Lamentablemente, la incomodidad de la lucha en el desierto político de la oposición se ha convertido en la democracia judía en un argumento mucho más fuerte que la esperanza del empeño sin descanso.

Así continuaremos siendo testigos de históricas infidelidades ideológicas.

Ojalá me equivoque...

[1] «¿Dónde estaba la izquierda cuando colonos judíos se robaron el proyecto sionista?»; Eva Illouz; Haaretz; 26.9.14.

[2] Conferencia de A. B. Yehooshúa en el Majón Jaabotinsky; 1.5.13.

[3] «También los palestinos son culpables»; A.B. Yehoshúa; Haaretz; 23.9.14.

[4] «Basta con temores del Estado binacional»; A. B. Yehoshúa; Haaretz; 7.10.14.

[5] «Judíos honran la discriminación»; Daniel Kupervaser; http://daniel.kupervaser.com/2013/10/10/judios-argentinos-honran-la-discriminacion/