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Un país de verdad

Somos una nación más dentro del concierto de las naciones que, gracias a Dios, no está sola, no vive aislada, no es un paria como la prensa de muchos países nos quiere encasillar. Fueron muchos los paises que nos tendieron su mano.

Curioso que sea dificultoso encontrarle un título a la desgracia humana y ecológica que nos está ocurriendo en estos momentos en la zona del Carmel, aquí en Israel.

Frente a las primeras noticias sobre el siniestro, surgen las primeras dudas: ¿y los aviones ? ¿y la tecnología? ¿y las previsiones ? Y otras tantas preguntas sin respuestas que normalmente los latinoamericanos retenemos en nuestra memoria, por ser "tercermunditas" e improvisados permanentes.

Y nos ocurrió a nosotros..., como en España o en Australia todos los veranos, cuando el tremendo calor, el cambio climatico y la dejadez en la limpieza de los matorrales tan secos, son el caldo de cultivo o para un incendio producido por el calor imperante o por los enfermos pirómanos que abundan en todo el planeta.

La sorpresa fué que hemos recibido ayuda de varios paises, nada menos que de Egipto, Turquía, Chipre, Jordania, Francia, Gran Bretaña, España, Croacia, Rusia, Rumania y por supuesto Estados Unidos.

Normalmente hemos sido nosotros los que prestamente llegamos a todo el planeta con equipos de socorro, búsqueda de sobrevivientes, ayuda material, médica, etc. y el mundo nos vió en Haiti, Buenos Aires, Turquía, India y otros lugares remotos del globo; pero siempre la pregunta flotaba en el ambiente.

¿Y si nos ocurría algo a nosotros, quien vendría, quien acudiría para prestar ayuda?

Como vemos fueron muchos los paises que nos tendieron su mano.

Somos una nación más dentro del concierto de las naciones que, gracias a Dios, no está sola, no vive aislada, no es un paria como la prensa de muchos países nos quiere encasillar.

Necesitamos paz, la paz de los valientes con nuestros vecinos. La dura y cruel firma de tratados a desgano y con el dolor de saber que nuestra tierra es historica, nuestros derechos inalienables y nuestra independencia y democracia imbatibles. Pero… tenemos que acercarnos mas al mundo. Él nos ha dado la mejor respuesta a nuestras preguntas. Los necesitabamos y están a nuestro lado como nosotros lo estamos cada vez que una desgracia azota a la humanidad.

Somos humanos y perfectible; así fuimos creados; estábamos desprovistos de respuestas para algo tan natural como un incendio forestal - cualquiera fuera el motivo que lo produjere -, erramos como cualquier otra nación y ahora llegará el momento de la reconstrucción, del trabajo para guardar el dolor y de buscar responsabilidades por semejante error.

Estamos en Janucá; fiesta de la luz y del dolor, de la lucha y del futuro de nuestro pueblo, de furia y de ilusión. Siempre esta combinación ha sido el motor para proseguir en nuestro camino como pueblo.

El milagro no llegó solo, estuvo precedido de la batalla.

El fuego traidor cegó vidas y patrimonio invalorable - nuestros amados bosques -, pero traerá un futuro con menos improvisación y con mayor seguridad para proseguir con nuestro destino; como hace dos mil años, como seguramente será dentro de otros dos mil años más.

Somos una sociedad, que necesita ayuda de cada uno de nosotros y también de los demás. Lástima la dura enseñanza, pero todo golpe es parte del crecimiento, toda luz es producto de la oscuridad.

Algo sí nos queda claro. Como cualquier otro Estado, somos también un país de verdad.