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Últimos 100 días

El tiempo se agota. Liberman está fuera de control, los Laboristas se caen a pedazos, los palestinos acuden a las Naciones Unidas. La única oportunidad de Netanyahu es afirmar su emergente verdad y tratar de ponerla en práctica. ¿Tendrá fuerzas para hacerlo?

Cuando Binyamín Netanyahu levanta los ojos, percibe una realidad que la mayoría de los israelíes no ven. La calma en las fronteras no es accidental, sostiene él a puertas cerradas. Es el resultado de la firme política de disuasión que ha implementado. El crecimiento económico tampoco es un regalo de Dios. No; el mismo es el derivado de las reformas que se generaron cuando se desempeñó como ministro de Finanzas y de la política que encabeza ahora en calidad de primer ministro.

Los 30 mil millones de shekels que Netanyahu ha asignado para infraestructura provocarán una revolución en el transporte. Los 7.000 billones que ha invertido en maestros, escuelas y educación superior están a punto de generar una revolución vital. El alto crecimiento (4,5%) y los nuevos puestos de trabajo (120.000) ya están haciendo de Israel un buen lugar para vivir. La finalización del control de los poderosos sobre nuestra telefonía móvil y nuestras reservas de gas hacen de Israel un sitio más justo y más libre. Sólo los medios de comunicación siguen conservando su carácter: hostiles, perseguidores, animados por inconfesables motivos. Por tanto, el problema no es la realidad israelí, sino los medios de comunicación israelíes. Aquéllos de quienes se espera que informen sin mentir al público no hacen más que forzar siniestramente la verdad para derrocar al gobierno.

El argumento en defensa de Netanyahu durante los incendios en el Carmel tiene una importancia decisiva: De no haber el primer ministro actuado como lo hizo, porciones considerables del norte de Israel hubieran sido arrasadas por el fuego. El fracaso del sistema de extinción aérea es unl fallo de los gobiernos de Kadima; el ejecutivo del Likud se ocupa ahora de corregirlo.

Por el contrario, su defensa en toda una serie de otras cuestiones resulta bastante débil. Bibi no ofrece una respuesta aceptable a la debilidad mostrada por quienes integran su oficina, el maquillaje del gobierno y las crisis de liderazgo. No encuentra ninguna explicación razonable ante el fenómeno de la legislación oscura y reaccionaria, la incitación y el racismo. No enfrenta resueltamente el sentimiento de depresión, de ir a ninguna parte, de desintegración progresiva.

En conversaciones privadas con ayudantes y confidentes, Netanyahu se niega a discutir el proceso de paz. Si tiene un secreto, no va a revelarlo. Sin embargo, varias figuras prominentes que han mantenido recientes encuentros con el primer ministro están convencidas de que él está trabajando en algo. Es capaz de analizar la situación, sabe que sus días están contados y busca denodadamente lograr un gran avance. Por esa razón, se ocupó en enviar varios equipos de perforación a posibles terrenos pacíficos. Y por eso, llevó a cabo exhaustivos trabajos en profundidad. Hasta ahora, la paz no se ha quebrado; algunos de los resultados son alentadores. El mar está tormentoso, el reto es difícil, no existe ninguna certeza acerca de cuál será el resultado. Pero no cabe duda de que Binyamín Netanyahu esté haciendo un esfuerzo supremo estos días para sorprendernos a todos.

Se esperan avances en las próximas semanas. Habrán de tomarse medidas para generar confianza, algunas de ellas, muy importantes. La paz económica traerá consigo la inauguración de proyectos tales como no se han visto antes. Pero estas medidas no serán ciertamente suficientes. Netanyahu debería saber ya que ellas necesitan estar acompañadas con la declaración de una nueva política israelí. Es necesario un segundo discurso de Bar-Ilán.

Si de hecho el primer ministro tiene una visión de la paz, deberá presentarla a la comunidad internacional. Pronto le será preciso hablar con claridad, de la manera más apasionada, en el lugar más exclusivo.

¿Provocará un gran avance un segundo discurso de Bar-Ilán? No es seguro. De acuerdo con testimonios coincidentes, el pensamiento estratégico de Netanyahu durante 2011 resulta sorprendente en ambas direcciones. En algunas áreas, planea realizar concesiones asombrosas. En otras, se mantiene muy firme. No renunciará a la soberanía sobre los bloques de asentamientos en Cisjordania; tampoco pondrá en peligro la presencia israelí en el valle del Jordán e intentará conservar a los colonos. Por otra parte, en lo que hace al intercambio de territorio, se mostrará dispuesto a llegar lejos.

Por lo tanto, si Netanyahu abre su corazón, habrá de desatarse una tormenta. Una nueva dinámica se generará. Todo lo cual pondrá a prueba a Barack Obama, Abu Mazen y también a Tzipi Livni.

El tiempo se agota. Liberman está fuera de control, los Laboristas se caen a pedazos, los palestinos acuden a las Naciones Unidas. La única oportunidad de Netanyahu es afirmar su emergente verdad y tratar de ponerla en práctica. ¿Tendrá fuerzas para hacerlo? Los próximos meses son críticos.

Para Binyamín Netanyahu, los próximos 100 días serán los últimos.

Fuente: Haaretz - 17.1.11
Traducción: www.argentina.co.il