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Mujer o perro o puerco

Si desean conocer el manatial de dónde absorben nuestros "hermanos" ultraortodoxos su desfachatez, visiten cualquier seminario rabínico y lean una página de la Guemará.

Es verdad que la Torá tiene 70 caras, pero la tendencia de éstas es clara: El origen de la enfermedad está en la misma Halajá. Lo que sucede en Beit Shemesh y en otros lugares de Israel no contradice a la Halajá; es lo que se desprende de ella; y el resto se lo contarán a la abuela, a la hija y a la nieta.

Cualquier individuo sabe "que sus maneras son amables", que "el honor de la hija de un rey está en su interior" y que "los buenos modales antecedieron a la Torá". Pero vale la pena conocer un poco más.

Conviene saber que una mujer no es válida para ser juez ni para dar testimonio en juicio. También es impropia para cualquier cargo público. "Pondás un rey sobre ti" - un rey; no una reina.

A la mujer - dictaminaron nuestros antepasados - no se le debe enseñar Torá porque que ella "sólo puede aprender cosas que no tienen valor"; su grado de inteligencia es muy pobre.

Y si se da el caso de que un hombre y una mujer se están ahogando en un río, se debe salvar primero al hombre, "que tiene que cumplir más preceptos", mientras que la mujer "siempre tiene su cabeza puesta en el telar". "Se incinerará lo escrito en la Torá antes de entregarlo a las mujeres".

Tres benciones deberá pronunciar el hombre durante el rezo de todas las mañanas: "Bendito que no me hizo como a un gentil; Bendito que no me hizo como a una mujer; bendito que no me hizo ignorante". Y no conviene hablar demasiado con una mujer, ya que "toda su charla no es más que incitaciones al adulterio". Quien hable con ella excesivamente "se hará mal a sí mismo y heredará el infierno". Y ni que hablar de la fatalidad de aquél que se anime a "mirar sólo un pequeño dedo de una mujer".

Los sicarios ultraortodoxos que escupen actualmente aprendieron las lecciones una y cien veces y las memorizan muy bien: un marido procederá correctamente en no dejar que su mujer salga a la calle; y hará bien en limitar sus salidas a una o dos veces por mes, de acuerdo a las necesidades, ya que no existe más belleza en la mujer que la de arreglar y acomodar su casa".

Porque en el interior de su casa - muy profundamente en su interior - le espera su destino glorioso: "Toda mujer lavará el rostro y los pies de su marido y le servirá un vaso y le preparará su cama y permanecerá allí de pie para servirle. Y toda aquélla que se niegue a hacer las tareas que debe, habrá que obligarla a que las lleve a cabo". Y hay quienes recomiendan la flagelación o a no alimentarla "hasta que claudique". Y está de más decir que ella estará a disposición de su marido cada vez que su instinto sexual se sobreponga a él "para hacer con ella "lo que le plazca". Y si ella llegara a quejarse, él siempre estará en su derecho de "echarla sin su consentimiento".

Y así hay muchas más leyes similares de las cuales sólo unas pocas hemos seleccionado. Por falta de espacio tampoco citamos aquí todos los nombres de quienes ordenaron tal o cual cosa. Los lectores están invitados a buscar y encontrar las referencias para ver todo por sus propios medios; es una buena oportunidad para aprender. Sólo vamos a dirigir su atención al Tratado Shabat, que hace una buena síntesis sobre la relación de la Halajá hacia la mujer: "Un saco lleno de excremento" con un orificio sangrado.

Habrá quienes quieran consolarse: Sólo se trata de una Halajá de sabios en tiempos pasados, dirán. Pero en nuestros días aún no hay maestros mejores que ellos. Alcanza con que leamos lo escrito hace cinco años atrás por el Rabino Ovadia Yosef basándose en el Shulján Aruj: "Hay que tener mucho cuidado de que nadie camine entre dos mujeres ni entre dos perros ni entre dos puercos; y que los hombres no permitan que entre ellos camine una mujer o un perro o un puerco".

La deshonra de la mujer y su impureza comienzan en la Halajá y prosigue en los hechos. Hasta que los partidos políticos ultraortodoxos no sean anulados y expulsados del Parlamento, la "infame" voz femenina continuará cantando y la vergüenza de nuestro país seguirá emergiendo.

Fuente: Haaretz - 1.1.12
Traducción: www.israelenlinea.com