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¡Obama, no exagere!


Su flamante gobierno se presenta con nuevas artimañas. Lo aceptamos, Sr. Presidente. Pero entienda que no todo lo que usted desea será aceptado de inmediato.

Señor Obama, le escribo desde Tierra Santa, en algún lugar de Gush Etzion, la zona más cercana al barrio de Guiló en Jerusalén; hasta ayer un lugar agradable, y desde hoy, por lo visto, un asentamiento ilegal.

Espero que se encuentre bien, y que no pierda la perspectiva con tantos chinos.

Porque desde aquí, Sr. Obama, todos los últimos procedimientos relacionados con el barrio de Guiló, se perciben como un error trágico que sólo complicará la situación en la región.

Se trata de una maniobra tan retorcida, Sr. Presidente, que incluso la jefa de la oposición, Tzipi Livni, una mujer que generalmente no pierde ninguna oportunidad de desacierto, entendió que se debe combatir abiertamente esta nueva determinación que contempla a Guiló como un asentamiento más.

Pero no se trata sólo de la exigencia de no construir allí - que nadie tiene la intención de llevar a cabo -, sino también del tono de sus palabras.

Usted nos dice que si edificamos en Guiló, un barrio de Jerusalén, Israel será un lugar menos seguro para vivir. Nos explica que la construcción llevará a palestinos a realizar actos extremistas. Nos insinúa que el terrorismo es consecuencia directa e inevitable de los asentamientos israelíes.

En realidad, usted pretende que entendamos que así como se riega una planta y ésta crece, Israel construirá departamentos en Guiló y los terroristas se suicidarán en los cafés. Algo natural.

¿Pero cómo explica que después de habernos retirado de Gush Katif, continuamos recibiendo misiles Kassam, o que a pesar de la salida de Líbano, seguimos aguantando katiushas? ¿Acaso no le propusimos todo a los palestinos en Camp David y recibimos a cambio una Intifada criminal?

Parece que eso no le interesa demasiado. En ese entonces, usted era simplemente un senador en Chicago; nosotros no éramos asunto suyo.

Usted se preocupa por nuestra seguridad. Si tan sólo dejáramos de construir en Guiló, todo aquí volvería a la calma. Irán acabaría con sus amenazas de borrarnos del mapa, Hezbolá no nos deparará ningún mal y Hamás decidirá abandonar todas sus armas por siempre jamás.

Su gobierno se presenta con nuevas artimañas. Lo aceptamos, Sr. Presidente. Pero entienda - ahora, cuando el apoyo a su candidatura goza de una baja de 46% - que no todo lo que usted desea será aceptado de inmediato.

Hay exigencias especialmente disparatadas que nos mancomunan a todos los israelíes, derecha e izquierda, y provocan que recordemos, al caer la noche, que nosotros, y sólo nosotros, tenemos derecho a determinar dónde construir, qué construir y qué sucederá dentro de nuestro Estado soberano.

EE.UU es un gran amigo y continuará siéndolo, Sr. Presidente; aún cuando de tanto en tanto, debamos colocarlo en su lugar.

Fuente: Yediot Aharonot - 19.11.09
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il