Cannot get Tel Aviv location id in module mod_sp_weather. Please also make sure that you have inserted city name.

Elogio al "Usted"

Nunca será suficiente el elogio prodigado al pronombre "Usted". Por estos días me he propuesto escribir una Oda al Usted y, ya en otro registro, también estoy pensando en otra a la Bandeja. Como me encuentro en la fase de toma de notas sobre la primera de las mencionadas, reproduzco algunos apuntes, fruto de la observación y la escucha.

El uso del vocativo "Usted", en lugar del manoseado y abusado "vos", obliga a una cierta dignidad, que eleva la interlocución al lugar que se merece. En algunas ocasiones funciona como la ceremonia del "Potlatch", aquella que exige una reciprocidad en el intercambio de cortesías.

La segunda frase más famosa del cine nacional: -¿Qué pretende Usted de mí? proferida por la icónica Isabel "Coca" en el film Carne, que hoy podríamos llamar Carne Carísima, no tendría ese singular registro de joven ingenua, inocente y educada, si no hubiera utilizado el Usted. Distinto sería el voltaje escénico, si aplicáramos el lenguaje de la época, quitáramos el Usted y lo transformáramos en algo así como: - ¿Vos, qué querés de mí, tarúpido?

El bolero "Usted es la culpable", tendría indudablemente otro sabor si reemplazáramos el Usted y dijéramos ¡Vos sos la culpable! ¿Cómo es posible que alguien a quien llamamos Usted sea capaz de tanta miseria humana? Precisamente porque el Usted introduce una especie de distancia que no hace sino destacar los infortunios del amor, en este caso.

Hagamos un simple ejercicio. Traduzcamos al español-argentino la estrofa que dice: "Usted es mi esperanza, mi última esperanza, comprenda de una vez". El resultado será: "Vos sos mi esperanza, mi última esperanza, entendé de una vez". Da para que le respondan:- Si no podés vivir sin mí. ¿Cómo es que todavía no te moriste?

El Usted, hace a la diferencia. El "astro boy", bah, man, de la televisión argentina, M. T. usa el Usted muchas veces para establecer un alejamiento, una separación entre él y su interlocutor. Es una distancia que oscila entre el ridículo y "mirá qué cara de interesado te pongo por lo que decís". Encontró una fórmula increíblemente eficaz, más allá de adhesiones y repulsas que concita, apelando y arriesgo, que sin saberlo, al Usted. ¡Y tan mal no le va! Repito, más allá de adhesiones y repulsas.

Hace unos días me detuve en el noticiero de C5N. Ése en el que está Eduardo Feinmann. De nuevo vale lo de las adhesiones y repulsas. Me detengo en el análisis del discurso, que es por otro lado casi lo único que sé hacer.

Todo bien, tratándose de riguroso Usted entre los periodistas. Hasta cuando Feinmann se dirige al televidente en ese estilo pedagógico que tiene, que da para la risa, y lo trata de Usted: Señora si Usted no quiere que a su hijo le pase esto -y muestra alguna foto espantosa- no haga esto que hizo una madre desamorada, blá, blá, blá.

Todo razonablemente correcto, hasta que llegan al tema del rally Dakar. "Tenemos un móvil, perdón por las dificultades" dice y ahí estampa un "¿Ché, Ale, me escuchás?" La voz responde: "No se escucha bien". Y Feinmann sigue "Ché, Ale te está yendo bárbaro ¿no?, Ché, Ale, ¿se te está dando una buena racha ¿no?, Ché, Ale". En ese momento definitivamente cambia la coloratura discursiva del envío televisivo.

Los que recién encienden el televisor pueden no saber quién es Ché, Ale. Y hasta pueden confundir ese Ché con el otro. Hago bien en no escribir su apellido, a ver si Feinmann se enoja y me manda una carta documento. Esperé unos siete minutos, muchísimo en tiempo televisivo hasta que despidió a su entrevistado, Alejandro Patronelli.

Con mi profesor de literatura nos tratamos de Usted. Descubrí que es el modo que más le conviene a nuestros diferentes puntos de vista. Y funciona. No se trata de una persona que desconozca el "Cortála, flaca", para nada. El Usted amortigua nuestras disputas intelectuales. Él me llama Licenciada, cosa que efectivamente soy y yo Profesor, como corresponde.

- Mire Licenciada, usted podrá adscribir a la posición ética de Humbert Humbert - el seudónimo del protagonista de la novela Lolita de Nabokov - en contra de la opinión de sus compañeros y hasta le concedo unos minutos para que explique su singular modo de entender este asunto. - ¡Qué raro! -, me dije. - Pero sepa Licenciada que Usted va a ser la única responsable de la organización de la comida de fin de año, es un honor para nosotros que Usted se haga cargo de tan magna tarea. Obvio que me empomó, el muy cretino y lo tuve que hacer. Si él se hubiera dirigido a mí con un: Vos, Licenciada, ¿podrías organizar la comida de fin de año? Yo le hubiera contestado: No. Pero me rindo fácilmente ante el Usted.

Me gustaría conocer gente que formule este pedido con un: Ché, mami, ¿le entrás a armar la batucada de la ta-fies de finde? Juro que sí.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 23.1.11