Bajé a la calle a dar un paseo con el propósito de destrabar la única idea que titilaba como un neón en mi cabeza, ésa de las tres P: Preocupación, preocupación y... preocupación. A poco de andar logré mi cometido, ahora tengo no una sino múltiples preocupaciones. Puedo cantar con Ricardo Montaner: -Soy feliz, soy feliz, vamos que en la vida hay muchas pre-ocu-pa-cio-oo-nes.

Me encontré con un prestigioso humorista -analista, analizado y analizador- como yo, ¿será de Virgo? que en una reunión social una vez me dijo: -Liz, para escribir humor tenés que centrarte en lo que te preocupa. En ese momento le contesté: -Todo; ¿acaso no soy mujer? Puso cara de "no hay remedio con esta chica" y prefirió la mesa dulce, antes que hablar conmigo. Hizo bien.

Entre otras cosas me inquieta la violencia. Tanto, que en un gesto de desprendimiento llamé por celular -ya regían los aumentos del mes de enero- a un amigo publicista veraneante en el Uruguay, para contarle una idea que se me ocurrió acerca de un spot que podría contribuir al tema. Y entendámonos bien, a mí lo único que me gusta es perder calorías, no dinero en llamadas telefónicas al Uruguay. No me atendió, estaría en el parador tomándose un daiquiri o la presión. Hizo bien.

En tren de desenredar preocupaciones, puedo distinguir entre las graves y las serias: me preocupan las dos.

Si no me cuido y doy rienda suelta a mi intranquilidad, soy capaz de llegar a pensar hasta en los números irracionales y quedarme horas tratando de desentrañar por qué el número Pi= 3,1415... o las fracciones periódicas puras, esas que siempre dan 0,33 nunca terminan en nada concreto.

Como algunas relaciones que mantengo últimamente.

Me preocupa que la ampolla de bótox haya subido tres veces su valor en menos de dos meses, mucho más que la soja y cualquier otra commodity de las que recomiendan comprar los agentes bursátiles. Por eso hay que apostar a ellas. ¿Habrá que invertir en toxina botulínica producida en algún país BRIC -Brasil, Rusia, India y China-? ¡Compre Rabinovich, compre! -¿Me escuchó? -Positivo.

La preocupación no surge de manera espontánea en mí de la nada. No, qué va. Me viene de familia. De mi madre heredé no sólo su hermosura sino ¿adivinen? también su desesperación. Antes se decía desesperación a la preocupación. Ahora la gente ya no se desespera, se preocupa. De mi padre heredé su biblioteca y otros bienes.

Es por eso que no me preocupa que desde hace unos meses salga un grueso hilo de agua de la heladera, que el aire acondicionado no tire suficiente aire frío en verano y sí lo haga en invierno o que el televisor secundario de mi hogar se prenda y apague cuando le plazca.

Esas cosas que por lo general preocupan al común de la gente, a mí no me producen el mismo efecto. Me basta con no mirarlas e ignorarlas, hasta que un día dejen de funcionar por completo.

Con la amortización de los bonos Bótox 2020 que Rabinovich habrá comprado, voy a renovar todo el sistema electrónico alta gama de mi hogar, última generación marca L.G -en inglés, Life is Good- en español, "Vivir es bueno".

Algunos me dirán: ¡Qué cosmovisión, Liz! ¡Qué asco de weltanschauung! -que significa cosmovisión en alemán-. Y yo les responderé: -Es peor no preocuparse por nada, como un p...p...potus, pasar por la vida -mirá, ahí va... que no comprar las acciones que le indiqué adquirir a Rabinovich.

Tengo la intención de activar la línea 0800-Infe Liz- Preocupación y obtener un interesante rédito de ello, para continuar invirtiendo en bonos Bótox 2020. Estará destinada a aquellos que no tengan tan siquiera una pequeña intranquilidad o desasosiego por día. Por cada llamada recibirán tres opciones; a cual más preocupante. Y así puedan comenzar su día lo suficientemente preocupados, para que la vida no los sorprenda.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 27.2.11

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