La reelección del presidente Barack Obama en las elecciones estadounidenses arrastró una inmediata ola de reacciones en círculos políticos israelíes, donde es notoria la división sobre cómo su segundo mandato afectará a Israel.

Frente a la postura oficialista y reconciliadora del primer ministro, Binyamín Netanyahu, y del ministro de Defensa, Ehud Barak, que felicitaron al vencedor y expresaron su voluntad de seguir trabajando con él, no escasearon los que expresaron abiertamente o de forma confidencial su preocupación y decepción.

El diputado del partido gobernante Likud, Danny Danón, señaló la que parece ser la postura generalizada de la derecha israelí, que «no se puede confiar en Barack Obama».

«Israel no se doblegará ante Obama. No tenemos en quién confiar más que en nosotros mismos», afirmó Danón, considerado en muchas ocasiones trompetilla de Netanyahu en el Likud en declaraciones que éste no puede hacer por sí mismo.

«Obama no es bueno para Israel y nuestro temor es que ahora empiece a ejercer presiones sobre nosotros para que hagamos concesiones, debido a las frías relaciones entre él y Netanyahu», dijo anónimamente al diario local «Yediot Aharonot» un alto dirigente del partido.

También sin identificarse para no comprometer a su primer ministro, otro diputado del Likud que abiertamente había expresado su apoyo a Mitt Romney, se lamentó del resultado pero consideró que «a pesar de la decepción estoy convencido de que ambos trabajarán juntos».

El propio Netanyahu se limitó a difundir un escueto comunicado en el que felicitaba a Obama y expresaba su disposición a trabajar con él.

El diario «Israel Hayom», de la esfera de Netanyahu, insinuó que ahora que fue reelegido Obama, el anterior jefe de gobierno Ehud Olmert correrá a Washington para sacarse una foto con él, y aspirará con ella a su propia reelección en los comicios israelíes del 22 de enero.

Las tensas relaciones entre Netanyahu y Obama, sólo suavizadas en los 18 meses anteriores a las elecciones, son un secreto a voces que no pasaron desapercibidas ni dentro ni fuera de Israel.

«Ahora que Obama fue reelecto, Netanyahu tendrá un problema que no podrá ocultar más», consideró el diputado laborista Itzjak Herzog, para quien en los próximos cuatro años «no habrá una relación íntima entre los dos mandatarios que pueda ser vital en momentos decisivos para Israel».

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