El ataque terrorista en el que murieron a balazos un adulto y tres niños este lunes en una escuela judía de Toulouse, en el suroeste de Francia, provocó reacciones de indignación en varias partes del mundo, mientras algunos países europeos reforzaban las medidas de seguridad en torno a instituciones judías.

El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu condenó el «despreciable asesinato de judíos, incluyendo a niños pequeños» y agregó que «no se puede descartar la posibilidad de que lo haya motivado un antisemitismo salvaje y asesino». Netanyahu ofreció ayuda a Francia.

«De todas las cosas horribles, no conozco mayor pecado que el asesinato de un niño o una niña», dijo el presidente de Israel, Shimón Peres. «Es el crimen más odioso. Levantarse una mañana y asesinar niños a sangre fría es una prueba de la falta de humanidad y locura del asesino», añadió Peres en un comunicado.

Por su parte, el ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, indicó que el «espíritu de legado y cultura ha sido dañado de forma violenta, asesina e inaceptable».

El jefe de la diplomacia israelí, Avigdor Liberman, señaló en un comunicado que sólo una persona con «espíritu satánico puede llevar a cabo este terrible asesinato de niños».

El presidente palestino, Mahmud Abbás, condenó el ataque en un cable a Nicolas Sarkozy en el que «subrayó su oposición a la violencia contra civiles y envió sus condolencias a las familias de las víctimas».

El Congreso Judío Europeo también pidió a las autoridades francesas que «hagan todo» para encontrar al autor del ataque, que muestra la necesidad de reforzar la educación contra el antisemitismo.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, condenó de la manera más firme este acto de violencia, al tiempo que presentó sus "sinceras condolencias a las familias de las víctimas y a la comunidad judía, así como al Gobierno y al pueblo francés. Ban, que realiza una visita oficial a Indonesia, señaló mediante un comunicado de prensa su tristeza por la muerte de esas personas, de las que tres eran niños.

La Casa Blanca condenó «en los términos más firmes» un ataque «vergonzoso y gratuito». «Nos entristecimos profundamente cuando nos enteramos del horrible ataque contra maestros y alumnos de una escuela judía en la ciudad francesa de Toulouse», dijo el vocero del Consejo Nacional de Seguridad, Tommy Vietor.

El acto mereció la condena del gobierno de México y el vehemente repudio del gobierno de brasileño. La Confederación Israelí de Brasil, representante de la comunidad judía en el país, condenó con «su más profunda indignación» el asesinato, añadiendo que «es inadmisible un acto de tamaña violencia y cobardía».

En Canadá la comunidad dijo «compartir el terrible dolor de las familias de las víctimas».

La embajada de Turquía en París también condenó «con firmeza y vehemencia la matanza ocurrida en Toulouse». Turquía «se asoció al dolor de las familias de las víctimas y presentó sus más sinceras condolencias a la comunidad judía de Francia, así como a la nación francesa entera».

Del lado de la Unión Europea, su presidente Herman Van Rompuy y el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, denunciaron un «crimen odioso».

El Vaticano manifestó su «profunda indignación y desconcierto». «El atentado contra un maestro y tres niños judíos es un acto horrible, infame, que se agrega a otros actos de violencia absurda ocurridos en Francia», declaró a la prensa el portavoz del Papa Benedicto XVI, padre Federico Lombardi, quien manifestó «la decidida condena del Vaticano y su profunda indignación».

El ministro de Exteriores británico, William Hague, dijo que estaba «horrorizado por esta violencia espantosa» y denunció un «acto de terror».

En Italia, el presidente de la Comunidad Judía de Roma, Riccardo Pacifici, expresó su preocupación y el jefe de gobierno, Mario Monti, su profunda indignación.

En La Haya, se reforzó la vigilancia en las inmediaciones de la escuela judía Maimónides. «La policía está patrullando en la zona y nosotros intensificamos nuestra propia vigilancia», dijo el director del establecimiento, Jan Couwenberg.

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