La tensión disminuyó en la triple frontera del norte de Israel, tras los ataques del miércoles entre las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y el grupo terrorista libanés Hezbolá, en los que murieron soldados israelíes un militar español de UNIFIL.
«Nuestras fuerzas siguen en estado de alerta por temor a cualquier intento de ataque a la población israelí. Las medidas de precaución no se anularon», inform un vocero de las FDI, que confirmó que ya no se registran incidentes.
El pasado miércoles, la frontera entre los dos países fue escenario del peor incidente armado en la zona desde la guerra de 2006 cuando un ataque de misiles antitanque de Hezbolá contra un convoy militar israelí desencadenó bombardeos mutuos en la zona de Har Dov.
En el primer ataque murieron dos soldados de las FDI y siete resultaron heridos, mientras que un miembro del contingente español de la Fuerza Interina de la ONU para el Líbano (UNIFIL) falleció en escaramuzas posteriores.
El ataque de Hezbolá fue en venganza por la muerte de seis de sus combatientes en un bombardeo israelí, el 18 de enero, en una zona de Siria fronteriza con los Altos del Golán.
Horas después, Israel recibió un mensaje de Hezbolá, en el que señalaba que no estaba interesado en una mayor espiral de violencia.
Tramitado por UNIFIL, el mensaje decía que el grupo veía el asunto «terminado» y que «no busca una mayor escalada». Según «Yediot Aharonot», la respuesta israelí fue: «La calma será respondida con calma».
Israel cree que Hezbolá e Irán están tratando de armar un segundo frente desde Siria, además del de Líbano, base de Hezbolá.
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Al ser consultado en la radio militar «Galei Tzáhal» sobre si Hezbolá intentó frenar el enfrentamiento, el ministro de Defensa israelí, Moshé Yaalón afirmó que «hay líneas de coordinación entre nosotros y Líbano vía UNIFIL, y un mensaje similar fue de hecho recibido desde Líbano».
«Los riesgos de una escalada son mínimos, por no decir inexistentes», señaló Yaakov Amidror, ex director del Consejo de Seguridad Nacional de Israel.
«A ninguna de las dos partes le interesa una operación mayor. Para Hezbolá en particular, es más urgente proseguir el combate junto al Ejército del presidente Bashar al-Assad en Siria para preservar su lugar allí. Todo lo que viene de Irán pasa por Siria, empezando sin duda por los misiles utilizados el miércoles», declaró.
Los aliados iraníes de Hezbolá «están ocupados en las negociaciones nucleares con las grandes potencias y saben que una guerra de Hezbolá con Israel podría influir en las posiciones estadounidenses», dice Boaz Ganor, director del Instituto para el Contraterrorismo de Herzlía.
Otros analistas coincidieron en que ambos lados parecen compartir el interés de evitar una escalada. Hezbolá, que cuenta con el respaldo y armamento de Irán, está ayudando a Damasco en la guerra civil siria y el nivel de destrucción causado por Israel en Líbano durante el enfrentamiento de 2006 pesa en sus intenciones. Hezbolá perdió al menos 600 miembros de primer nivel en esa guerra, además de ver reducidos a ruinas sus barrios en Beirut y su extensa red de búnkers en el sur de Líbano.
A Israel tampoco le interesa una confrontación generalizada unas semanas antes de las elecciones legislativas anticipadas, por los daños enormes que causaría: Hezbolá dispone de 100.000 cohetes, muchos más de los que tenía Hamás antes de la guerra del 2014.
Mientras tanto, miles de personas, entre ellas decenas de soldados con boina violeta de la brigada Givati, asistieron con las familias al entierro del mayor Yojai Kalangel (25), una de las víctimas, en el cementerio militar del Monte Herzl, en Jerusalén.
El funeral del sargento Dor Haim Nini (20), promovido a sargento primero, se llevón a cabo en el moshav Shtulim, cerca de Ashdod.
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