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Nosotros, los Tercermundistas

Somos tan buenos como malos; nos gusta el mate y el café, la carne y las frutas tropicales, las mujeres y la vida ligera, arreglar el mundo y querernos como hermanos. Hoy, orgulloso, camina por el mundo un nuevo galardonado: Mario Vargas Llosa; latinoamericano.

"Tercermundistas"... ¿Quién nos habrá puesto ese mote? ¿Quién tuvo la fina delicadeza de autodenominarse pertenecer al primer mundo y señalar a muchos de nosotros como babitantes de continentes de poca valía?

Seguramente será esta clasificación la que prermitió dividir entre países civilizados y cultos, y de los otros. Dentro de esa primera categoría, por ejemplo, podría ubicarse a una gran nación como Alemania, que a lo largo de su historia soólo asesinó a 6.000.000 de judios además de otros grupos "inferiores", gitanos, homosexuales, étnias diversas, y hoy quiere expulsar de su territorio a extranjeros que ocupan la fuerza laboral de su pueblo.

O ese inmenzo y poderoso pais - casi continente - como fue la ex URRS, que exterminó dentro de sus fronteras a tanta gente como la que murió durante la Segunda Guerra Mundial, o la de la valiente y tan delicada Francia, que entonando su maravilloso Himno Nacional colaboró cobardemente con el nazismo permitiendo que se cercara a su propio pueblo y hoy pretende recortar cada vez más las conquistas sociales centenarias.

O tal vez el orgulloso Reino de España que otrora "colonizó" y "evangelizó" el continente americano con la espada y la cruz, y que hoy sólo tiene casi 5.000.000 de personas desocupadas o desesperadas. Sin olvidar a ese asesino de ideologias y personas que durante más de 40 años tiranizó a su pueblo.

Cerca también, en Italia, cuna de la cultura universal, vislumbraron que adoptando grandes ideologías, como el fascimo y el populismo, podían diferenciarnos.

Por no mencionar a Gran Bretaña, imperio decadente que a través de sus piratas aún hoy invade las Malvinas y el Peñon de Gibraltar y pretende excluir a los no pudientes del acceso a la educación.

Tal vez la clasificación empezó en otros países de carácteristicas más modernas e ingeniosas como Holanda, pletórico exponente de una sociedad consumida por la droga y la prostitución libre, dominada hoy por la oleada musulmana que amordaza a su propia cultura. O por Noruega, donde a su bien educada población le encanta los brotes de antisemitismo. O Suecia, tal vez, donde los judíos sufren atentados. Habría que detenerse en Suiza, inventor de la neutralidad, mientras sus poderosos bancos se enriquecían con el oro y los bienes robados del pueblo judío.

Tal vez esta búsqueda esté mal enfocada y debamos dirigirnos hacia Estados Unidos, donde la Doctrina Monroe establecía "América para los americanos", cuya mejor interpretación debió ser: para los norteamericanos.

En fin, habrá que volar hasta Sudáfrica, porque tal vez ese oasis en medio de la miseria quiso distinguir experimentando entre el poder del hombre blanco y los otros, es decir: los negros, viviendo en un sistema de semi exclavitud original y segregacionista: el Apartheid. O debemos detener la mirada en la cultura milenaria de China, donde millones han muerto de hambre en lo que va del comunismo.

La historia es cruel y confusa. Hace unos años, mientras la televisión en blanco y negro nos mostraba desde África a unos niños biafranos hinchados y desnutridos y a pobladores del norte de nuestro continente americano viviendo en miseria absoluta, ésa era la clasificación que nos merecíamos. Llegó el color, los celulares y la globalización y entonces descubrimos que comemos la misma carne que en otras latitudes, que el auto japonés que circula por nuestras calles es del mismo color que el que usa ese ciudadano europeo desconocido, que en el avión hay gente que habla otros idiomas, o, peor aún, que nuestro idioma se eschucha en todos los aviones.

Hoy ya no somos tercermundistas; estamos en la categoría de "países en vías de desarrollo", que suena más elegante y promisorio, pero que nos equipara siempre a personas o estados dentro de una escala menor.

El mundo tiene memoria corta; se olvida que de nuestras entrañas floreció un Neruda, un Borges, un Benedetti, una Gabriela Mistral y otros tantos exponentes de nuestra cultura.

A pesar de nuestra pobreza estructural, le hemos dado al mundo infinidad de médicos, investigadores y otros profesionales extensamente premiados. Pero es verdad que también tenemos y hemos tenido siempre corruptos, asesinos, populistas, delincuentes, y que hoy exhibimos, en promedio, el peor coeficiente intelectual con todos nuestros gobernantes.

Sin embargo, frente a lo expuesto, ¿quiénes son mejores? ¿o perdimos la memoria hace 30 años cuando el gigante del mundo nos condenó a ser "el patio trasero de la humanidad"? ¿o cuando los Chicago-Boys, esa mezcla de Yuppies y superdotados de Harvard, arrasaron con toda nuestra economía?

Somos tan buenos como malos; nos gusta el mate y el café, la carne y las frutas tropicales, las mujeres y la vida ligera, arreglar el mundo y querernos como hermanos. En fin, somos un compendio de buenas intenciones que por muchos motivos caemos y volvemos a levantarnos permanentemente. Pero cuando las lluvias destrozan todo, el sol atroz quema nuestros campos, los gases en la atmósfera destruyen el continente helado y las epidemias nos comienzan a diezmar, allí podemos preguntar: ¿quién produjo esas catástrofes? ¿nosotros, los simples subdesarrollados, o los poderosos y destructivos países adelantados?

El reloj biológico corre para todos los humanos. Tal vez algún dia - con menos intereses creados - nos sentemos en una larga mesa para discutir cómo ayudaremos a los más desfavorecidos y cómo aprovecharemos aquéllo que compartido logrará un mundo mejor, sin tanta miseria, sin tantos muertos y con un futuro que nos englobe a todos.

Hoy, orgulloso, camina por el mundo un nuevo galardonado, se llama Mario Vargas Llosa; latinoamericano.