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Se extienden ataques a embajadas de EE.UU en mundo islámico

La ira de miles de islamistas por el vídeo que caricaturiza la figura de Mahoma, continúa expandiéndose en países del norte de África y Oriente Medio y Extremo Oriente con violentas manifestaciones, muertos y heridos.

Este malestar se cobró sus primeras víctimas el pasado martes, cuando el embajador norteamericano en Libia, Chris Stevens, murió en el ataque que hombres armados perpetraban contra el consulado norteamericano en Bengasi. Tres empleados de la delegación estadounidense también perdieron la vida.

El jueves, las embajadas norteamericanas del Yemen y Egipto eran objeto de protestas airadas de islamistas.

Centenares de manifestantes lograron irrumpir brevemente en la embajada de EE.UU en Saná (Yemen), mientras que en El Cairo 70 personas resultaban heridas en enfrentamientos entre policías y manifestantes en los alrededores de la embajada estadounidense de la ciudad egipcia.

Este viernes, miles de musulmanes salieron a las calles de todo el mundo para protestar contra la película burlesca. El objetivo de este nuevo «viernes de ira» fueron embajadas de EE.UU repartidas por países de Extremo Oriente, Asia Central, Oriente Medio y África, frente a las cuales al menos cuatro personas murieron y decenas más resultaron heridas.

Los sucesos más cruentos se registraron en Sudán, donde fallecieron tres personas, en Túnez, donde también murieron tres personas y en la ciudad libanesa de Trípoli, donde una persona más perdió la vida en una protesta en la que resultó incendiado un restaurante de una conocida cadena de comida rápida norteamericana.

Mohamad Abderrahim, miembro de la Organización Popular para la Defensa del Profeta de Alá en Jartum, explicó que una de las víctimas mortales fue atropellada por un coche policial, mientras que las otras murieron por disparos de las fuerzas de seguridad.

Los congregados llegaron a la sede diplomática tras irrumpir brevemente en las embajadas británica y alemana, en el centro de la ciudad. Los incidentes también fueron especialmente graves en Túnez, donde un grupo de islamistas radicales intentó asaltar la sede diplomática y se enfrentó a las fuerzas de seguridad, que los repelió con disparos y gases lacrimógenos.

Testigos indicaron que al menos cuatro personas resultaron heridas durante la escaramuza, cuando trataban de lanzar cócteles molotov contra el edificio, del que emergió una espesa columna de humo negro. Los fanáticos también redujeron a cenizas parte del Colegio Americano en la ciudad.

Además, decenas de musulmanes se concentraron frente a la embajada norteamericana en Yakarta, Indonesia, al grito de «muerte a Estados Unidos y muerte a los judíos» y «Estados Unidos es el responsable de la islamofobia en el mundo».

La situación es especialmente delicada en Egipto, donde el nuevo presidente, el islamista Mohamed Mursi, debe lidiar con las presiones de los elementos más radicalizados y defender su alianza con EE.UU., pieza fundamental para su debilitada economía.

El presidente egipcio condenó en Bruselas «las difamaciones al profeta» y dijo estar «totalmente en contra de los eslóganes que lanzan tales provocaciones».

Un día después en Roma, calificó los ataques a las embajadas de «pueriles e irresponsables» y afirmó que «no tienen otro efecto que alejar la atención del mundo de los verdaderos problemas como la situación Siria y la cuestión palestina».

En Irán, miles de personas, convocadas por el oficial Consejo de Coordinación de la Propaganda del Irán Islámico, se manifestaron en Teherán y otras ciudades al concluir la oración al tradicional grito de «Muerte a Estados Unidos y Muerte a Israel».

Manifestaciones de protesta similares también tuvieron lugar en otros países de mayoría musulmana como Marruecos, Nigeria, Argelia, la India, Afganistán, Jordania, la Autoridad Palestina, Pakistán, Irak, Bangladesh, y Turkmenistán.

Las imágenes de la película circulan en Internet como el avance de un supuesto filme que nadie recuerda haber visto. Su difusión en la red coincidió con el aniversario del atentado del 11 de septiembre de 2001 en Washington y Nueva York y desde entonces desató una oleada de indignación.

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