«Soy el doctor Mohamed Mursi, presidente legítimo de Egipto y pido al tribunal que ponga fin a esta farsa». El derrocado mandatario egipcio se presentó desafiante y combativo ante el tribunal que lo juzga por presunta incitación al asesinato de manifestantes, junto con otros 14 dirigentes de los Hermanos Musulmanes.

Era su primera aparición pública desde el golpe militar del 3 de julio. Vestido de civil con traje y corbata, negándose a llevar el uniforme blanco prescrito para los presos, Mursi no desaprovechó la oportunidad de lanzar su mensaje, después de permanecer incomunicado y detenido durante cuatro meses en un lugar desconocido.

El ex presidente islamista egipcio comenzó por no reconocer al tribunal que lo juzga y reivindicó que quienes debían sentarse en el banquillo eran los «jefes del golpe militar». «El golpe es una traición y un crimen», afirmó.

«Se lo ve muy animado, muy activo y tan empecinado como siempre», señaló el abogado y pensador islamista, Mohamed Selim al Awa, quien tuvo la oportunidad de departir con el ex presidente durante media hora en uno de los recesos. Awa intentó sin éxito convertirse en su abogado defensor.

Al iniciarse la audiencia, otros dos importantes dirigentes de los Hermanos Musulmanes, Esam al-Erian y Mohamed al-Beltagui, aplaudieron la entrada de Mursi en la sala, la misma donde se juzga a Mubarak, y corearon «¡Abajo la ley militar!». A su vez, varios egipcios presentes lo recibieron a gritos de «¡pena de muerte!».

Durante el juicio, los convictos miembros de los Hermanos Musulmanes, que se encontraban junto a Mursi, dieron la espalda a los jueces en señal de no reconocimiento legal de los mismos.

La audiencia duró alrededor de tres horas, el tribunal presidido por el juez Ahmed Sabri decidió aplazar la siguiente sesión hasta el 8 de enero.

Al salir de la corte el ex presidente fue llevado en helicóptero a la cárcel de Borg al-Arab, en las afueras de Alejandría. Mursi podría enfrentarse a la pena de muerte si es hallado culpable.

Fuera del tribunal, ubicado en a la Academia de Policía, cientos de manifestantes favorables a Mursi denunciaron un proceso que consideran arreglado de entrada, ante una fuerte vigilancia policial y militar. Las masivas marchas convocadas por los Hermanos Musulmanes en contra del proceso se celebraron en un ambiente crispado, pero no derivaron en fuertes enfrentamientos como se temía. Pese a algunos lanzamientos de piedras, respondidos con gases lacrimógenos por la policía, la situación no derivó en un nuevo brote de violencia.

Protestas similares tuvieron lugar en otros puntos de El Cairo, como ante el Tribunal Constitucional, y en diferentes ciudades como Alejandría, donde hubo 18 detenidos.

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