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Estados Unidos finalizó su presencia militar en Irak

Las tropas de Estados Unidos cerraron su cuartel general en Irak y arriaron la bandera izada en el lugar hace nueve años, marcando simbólicamente el fin de su presencia en el país que invadieron para derrocar a Saddam Hussein.

"Es un acontecimiento histórico pues hace ocho años, ocho meses y 26 días, como comandante adjunto, di la orden a los efectivos avanzados de la tercera división de que cruzaran la frontera", afirmó el general Lloyd Austin, que comanda las fuerzas norteamericanas en ese país y que acaba de ser nombrado jefe del Estado Mayor adjunto.

El militar acababa de arriar solemnemente el pabellón de las fuerzas estadounidenses en Irak, a pocos días de la partida de los últimos soldados norteamericanos.

La ceremonia se llevó a cabo en el aeropuerto, emblemático por ser el primer lugar ocupado por el ejército estadounidense en su marcha hacia Bagdad en marzo de 2003.

La invasión de Irak por Estados Unidos, sin el acuerdo de la ONU, debía culminar en la caída de Saddam Hussein, 24 años después de que llegara al poder.

Si los oradores, en particular el secretario de Defensa Leon Panetta, rindieron homenaje a la valentía de los soldados estadounidenses, también expresaron la esperanza de que las fuerzas iraquíes, unos 900 mil hombres, puedan enfrentar los peligros que aún amenazan al país.

Esta ceremonia marca el fin de un episodio histórico, agitado y sangriento, durante el cual Estados Unidos creyó que eliminando al dictador, ganaría automáticamente la confianza de los iraquíes.

Este guión fracasó rápidamente debido a sus errores - en particular el desmantelamiento del ejército y de los servicios secretos o la depuración despiadada de los ex miembros del Baas, el ex partido en el poder.

De esta manera dejaron el campo libre a una muy violenta insurrección y no pudieron impedir una sangrienta guerra confesional entre chiítas y sunitas.

Los estadounidenses reconstruyeron a partir de cero el ejército, la policía y las instituciones, al tiempo que reactivaban la economía moribunda favoreciendo el consumo gracias a importaciones sin derechos de aduana de automóviles y electrodomésticos, a pesar de que los servicios básicos como la electricidad y el agua potable seguían siendo aleatorios.

Fue a partir de 2007 y sobre todo de 2008 cuando Estados Unidos consiguió cambiar el curso de la guerra que estaba perdiendo y envió 170 mil soldados al terreno para paralizar la acción de los insurgentes.

También debió favorecer el retorno de jefes tribales sunitas exasperados por los abusos cometidos por los terroristas de Al Qaeda, inicialmente recibidos como protectores frente a los chiítas que se estaban apropiando del poder.

El presidente norteamericano, Barack Obama saludó, "un triunfo extraordinario, que llevó nueve años", y destacó "el duro trabajo y el sacrificio" que fueron necesarios.

"Conocemos perfectamente bien el precio elevado de esta guerra. Más de un millón y medio de norteamericanos sirvieron en Irak. Más de 30 mil de ellos fueron heridos, y son sólo los heridos con heridas visibles", agregó aludiendo a las secuelas sicológicas que sufren algunos veteranos de guerra.

Los últimos soldados estadounidenses, que viajaron hacia Kuwait, dejaron el país a las fuerzas de seguridad iraquíes, reconocidas como aptas para enfrentar las amenazas internas, pero por el momento incapaces de garantizar la seguridad de las fronteras y de proteger el espacio aéreo y las aguas territoriales de Irak.