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Triunfo de Netanyahu: ¿Será bueno para palestinos?

ocupattion999Si alguien ponía en duda cuál era la postura de Binyamín Netanyahu en cuanto a la paz, el primer ministro israelí se explicó muy claramente justo antes de las elecciones, proclamando que jamás habrá un Estado palestino bajo su mando.

Luego decidió infundir un poco de miedo contra los ciudadanos árabes de Israel «que van a votar en masa» en espera de que ello llevara a sus simpatizantes a las urnas.

La victoria de Netanyahu es el mejor resultado plausible para quienes buscan el fin de la ocupación israelí. De hecho la Autoridad Palestina (AP) dio un suspiro de alivio cuando se hizo claro que el Likud ganó el mayor número de bancas en el Parlamento.

Podrá parecer contradictorio pero las dinámicas políticas en Israel e internacionales significan que otro periodo con Netanyahu a la cabeza podría acelerar el fin de la política de ocupación en el Estado judío.

Los mayores perdedores en estos comicios fueron aquellos quienes argumentaron que el cambio podría venir desde adentro de Israel. No puede ni lo hará.

Los israelíes se sienten relativamente cómodos con el status quo. En un país que supervisa una ocupación militar que afecta a millones de personas, los escándalos más grandes no son sobre los asentamientos, las muertes de civiles o los crímenes de odio sino por cosas más mundanas como el alto costo de la vida, la imposibilidad de adquirir una vivienda o si la esposa del primer ministro es culpable de malversación de fondos recaudados con consignas de botellas recicladas.

Para los israelíes, actualmente cuesta poco mantener la ocupación y reelegir a líderes como Netanyahu. Por lo tanto, incrementar el precio de la ocupación es la única esperanza para cambiar la toma de decisiones de Israel.

Sanciones económicas en contra de Sudáfrica en los años '80 aumentaron su aislamiento internacional y presionó al apartheid para negociar. Una vez que los israelíes se vean obligados a decidir entre la ocupación perpetua y el ser aceptados en la comunidad internacional, tal vez elijan a un líder más moderado que desmantele asentamientos y busque la paz, o tal vez escojan anexar en lugar de ceder tierra, lo que provocaría una confrontación con toda la comunidad internacional. De cualquier manera, el cambio tendrá que venir de afuera.

Ciertamente el estilo de Netanyahu intensificó las tensiones y perjudicó las relaciones con los aliados de Israel. Él chocó con el presidente Obama y demostró falta de respeto ante el partido Demócrata al convertir a Israel en un asunto político partidista en Estados Unidos.

Reemplazar a Netanyahu con su rival, Itzjak Herzog, hubiera frenado la presión sobre Israel al dar la impresión de cambio. Un nuevo primer ministro habría puesto en marcha un nuevo proceso de paz basado en los fracasados modelos previos que inevitablemente fracasarían de nuevo como resultado de la falta de verdadera presión sobre el Estado judío para que cambie su política de ocupación.

La reelección de Netanyahu ofrece claridad. Hace dos años el secretario de Estado John Kerry declaró que el máximo período que restaba para lograr una solución de dos Estados era de dos años. Esta semana Netanyahu la declaró muerta oficialmente con el propósito de llevar a sus votantes a las urnas.

La fórmula de dos Estados, la cual vio más funerales que un sacerdote, existe hoy soólo como tema de discusión para que políticos débiles se escondan detrás de ella, no como una base realista para la paz.

El viejo modelo de tierras por paz ahora debe ser reemplazado por otro de derechos por paz. La AP tiene que exigir el derecho a vivir en su propia tierra, pero también libre movimiento, trato igualitario bajo la ley, debido proceso, derecho al voto, y ser libre de discriminación.

La reelección de Netanyahu demostró convincentemente que poner el destino de los derechos palestinos en manos de los votantes israelíes es funesto e inmoral. Su gobierno se opondrá a cualquier cambio constructivo, y pondrá a Israel sobre un curso de colisión con el resto del mundo.

No habrá cambio real en la tierra ni en las urnas sin hacerle mayor presión a Israel. Ahora, esa presión aumentará. Eso la AP se lo debe agradecer a Netanyahu.

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