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Egipto: Al Sisi dejó Ejército y se postuló a elecciones

Abdel Fatah al-SisiEl jefe del Ejército egipcio, Abdel Fatah al-Sisi, puso punto y final a meses de especulaciones. El urdidor del golpe de Estado que frustró la primera experiencia en el poder de los Hermanos Musulmanes renunció a su cargo para candidatarse a presidente de su país.

«Es la última vez que me verán con este uniforme. Tuve el honor de llevarlo para defender la nación y me lo quitaré para continuar defendiéndola», declaró Al Sisi en un discurso a la nación retransmitido por la televisión estatal.

«Anuncio humildemente mi intención de aspirar a la presidencia de Egipto. Estoy respondiendo a la llamada del pueblo», agregó.

En tono cercano, Al Sisi subrayó los «duros desafíos» que afronta el país con «millones de jóvenes desempleados y una economía débil» y prometió «recuperar y reconstruir Egipto».

Durante la alocución, avanzó incluso las claves de un programa electoral volcado en lograr «un país moderno, democrático y libre de miedo y terror. Una nación para todos sin exclusión», insistió quien lideró desde hace nueve meses la campaña de represión más feroz en décadas contra islamistas y disidencia secular.

«No puedo ofrecer milagros pero sí trabajo duro y abnegación», aseveró tras señalar que es tiempo de «detener intrusiones y faltas de respeto. No interferimos en los asuntos de otros países y no aceptamos interferencia en los nuestros».

Al Sisi (59) presentó su dimisión en una reunión de la cúpula castrense a la que asistió el presidente interino Adli Mansur, recién aterrizado de la cumbre de la Liga Árabe en Kuwait. En el encuentro, fue elegido su sucesor. El hasta ahora jefe del Estado Mayor del Ejército, Sedki Sobhi (58), fue ascendido a general por Mansur y tomará las riendas de una institución enfrascada en sofocar la insurgencia yihadista que logró desafiar a Egipto desde su territorio original, la península del Sinaí.

Apoyado por una intensa campaña de propaganda en la calle y los medios de comunicación, la carrera presidencial de Al Sisi carece de rivales. Los Hermanos Musulmanes fueron catalogados como «organización terrorista» y varios candidatos renunciaron a competir con el ya ex militar.

El único rival, por ahora, es el nasserista Hamdin Sabahi, quien ya participó en las presidenciales de 2012 y quedó en tercer lugar.

Odiado por unos y venerado por otros, Al Sisi tiene ante sí una misión casi imposible. En un país de más de 83 millones de habitantes, su legión de seguidores le considera el «hombre fuerte» capaz de restaurar la normalidad tras tres años de inestabilidad política que arruinaron la economía y mejorar las condiciones de vida de la mitad de la población hundida en la pobreza.

Sin experiencia de combate y desconocido hace tan solo dos años, su único aval es la «mano de hierro» con la que administró el país luego del golpe de Estado. Desde entonces, más de 3.000 personas murieron y más de 21.000 fueron encarceladas.

Y mientras los militares cerraban filas en torno a su candidatura, las calles volvieron a ser escenario de la polarización que hizo descarrilar la transición hacia la democracia.

Las protestas de los partidarios del derrocado Mohamed Mursi se saldaron con al menos un muerto y una treintena de heridos.

Un joven de 18 años perdió la vida en los choques entre estudiantes y policía en las inmediaciones de la universidad de El Cairo.

En otra vuelta de tuerca de la persecución judicial, la fiscalía egipcia abrió dos macrojuicios contra 919 islamistas por asesinato de seis policías, intento de homicidio de medio centenar de personas e incitación a la violencia.

El anuncio se produce después de la condena a muerte de 529 simpatizantes de Mursi dictada el pasado lunes por un tribunal del sur del país.

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