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Refuerzan Jerusalén ante nueva amenaza de atentados

44seguridadMil policías más en Jerusalén, controles en puntos conflictivos de la ciudad, globos aerostáticos con cámaras supersensibles que rastrean las calles y patrullas de vigilancia frente a sinagogas son algunas de las medidas que adoptaron las fuerzas de seguridad hebreas para resolver el problema que ahora les obsesiona: «Encontrar, capturar y neutralizar lobos solitarios».

La policía y el Shin Bet afirman que detrás de los últimos ataques mortales por parte de terroristas palestinos en Jerusalén no existe una organización estructurada que los reclute y les dé órdenes para ejecutar los atentados.

«Fueron lobos solitarios», explicaron fuentes policiales. Pero esa certeza contrasta con las incógnitas de cómo combatir una amenaza que, según admiten, no habían enfrentado antes.

«En un primer nivel, pusimos en marcha una operación policial con el objetivo de localizar y detener a esos terroristas. Reforzamoa ciertas áreas de la ciudad, en especial, los lugares sagrados como el Monte del Templo», explicó el portavoz de la policía, Micky Rosenfeld.

«En un segundo nivel, el Shin Bet lleva a cabo una operación de inteligencia para identificar potenciales lobos solitaries», añadió.

Aunque la radicalización religiosa es uno de los aspectos que el Shin Bet analiza para detectar posibles terroristas, su principal preocupación es que no es capaz de determinar cuándo van a actuar. Tampoco es posible saber por qué podría atacar, dónde y cuándo.

«Nadie sabe lo que pasa por su mente», consideró el jefe de Policía, Yohanán Danino, que insistió en evitar provocaciones como las visitas de diputados ultranacionalistas religiosos judíos al Monte del Templo, razón por la cual fue duramente criticado por el presidente del Parlamento, Yuli Edelstein.

El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, encontró un culpable en el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás, a quien acusó de incitar al terrorismo. Pero el propio jefe del Shin Bet, Yoram Cohen, descartó tales afirmaciones.

El aumento de seguridad en Jerusalén es patente. Basta con pararse frente a la puerta de la sinagoga Kehilat Bnei Torá, en el barrio Har Nof, donde la semana pasada dos terroristas palestinos asesinaron a cinco personas.

También en Silwán, un barrio árabe en Jerusalén Este, en el que vivía uno de los terroristas que atropelló a personas que esperaban el tranvía ligero, está tomado por la policía.

«Hay ahora muchos policías israelíes, pero no están aquí para protegernos sino para vigilarnos», protestó Daud, un taxista palestino que vive en ese barrio y que está molesto por los globos aerostáticos que sobrevuelan el lugar.

«Nos pueden ver por la ventana; atentan contra nuestra intimidad», señaló.

Daud está convencido de que «nadie pensaría en atacar si la justicia fuera igual para todos, y se demolieran también las casas de los judíos que atacan a palestinos, y de que si en lugar de gastar tanto dinero en policía mejoraran la vida de quienes viven en Jerusalén Este».

«Pagamos impuestos pero no nos dan servicios y cuando la gente no tiene nada tampoco tiene nada que perder», aseguró.

Ese es precisamente el problema de fondo que plantea el professor Yoram Schweitzer, del Instituto para Estudios de Seguridad Nacional de Tel Aviv (INSS): «El aumento de la seguridad no es suficiente si no se resuelven los problemas de los árabes y se buscan soluciones que mejoren la vida tanto de palestinos como de israelíes».

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