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Amigos para siempre

Ismail Haniyeh y Mahmud Abbás«El final de siete años negros». Así describió en Ramallah el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás, al período en que la división entre los palestinos de Gaza y Cisjordania era no sólo geográfica.
Los dirigentes de Hamás y Al Fatah deberán ahora demostrar hasta dónde realmente están dispuestos a convivir en armonía y avanzar en las negociaciones con Israel.

No será para nada fácil. Ambas organizaciones son como el agua y el aceite. Alcanza con escuchar una y otra vez las opiniones emitidas por cada uno de sus líderes sobre sus homólogos y el hecho de que el presidente Abbás todavía no puso un pie en la franja.

La primera prueba consistirá en tratar de formar un Gobierno de unidad transitorio técnocrata y en la convocatoria a elecciones. La segunda sera intentar integrar las fuerzas armadas de uno y otro ente, las mismas que se enfrentaron a muerte en las calles de Gaza en 2007. La desconfianza es total y nadie se ve muy dispuesto a entregar las armas, principalmente Hamás que cuenta con un enorme arsenal de misiles.

Una cosa sí está clara: la aparente reconciliación no habría sido posible sin las revueltas en los países árabes. El golpe de Estado en Egipto, el cierre del paso fronterizo de Rafah, la prolongada guerra civil en Siria y la pérdida del miedo de miles de habitantes de Gaza que desafiaron a las autoridades para pedir la unión en los territorios empujaron a Hamás a firmar el mismo acuerdo que ya había rechazado en 2009.

El pacto, que agarró descolocado a todo el mundo, incluyendo al Gobierno israelí y a sus  servicios de Información e Inteligencia, presenta más incógnitas que certidumbres. La más inmediata es si Abbás, muy respetado internacionalmente, seguirá por mucho tiempo más al frente del Gobierno interino. Abu Mazen es el artífice que llevó a la ONU a dictaminar que Palestina es un Estado observador no miembro reconocido en cada vez más tratados y organismos del foro internacional. Por lo pronto, Hamás se declaró dispuesto a sacrificar a su primer ministro en Gaza, Ismail Haniyeh, y acepta a Abbás.

Además, para intensificar las diferencias, Abu Mazen consideró recientemente al Holocausto judío como el «crimen más atroz de la era moderna contra la Humanidad», mientras que Hamás no reconoce a Israel y se encuentra entre los negacionistas de la Shoá.

A Netanyahu, Liberman y Bennet les resultaba muy cómodo la existencia de una Autoridad Palestina dividida y enfrentada. Bibi ordenó el cese de las negociaciobes y los tres no tardaron en condenar el pacto como una victoria del terrorismo.

La pregunta del millón de dólares es si el acuerdo favorece o perjudica las aspiraciones de Abbás de lograr el reconocimiento internacional de un Estado palestino. En principio, la reunificación de Cisjordania y Gaza bajo una única autoridad aparece como un elemento positivo. Pero la Unión Europea (UE) está dividida y el rechazo que suscita Hamás - que figura en la lista de organizaciones terroristas tanto de Estados Unidos como de la UE y Egipto - complica mucho la movida.

El Cuarteto de Oriente Medio (Estados Unidos, Unión Europea, ONU y Rusia) estableció tres condiciones para aceptar a Hamás como interlocutor: la renuncia a la violencia y el terrorismo, el reconocimiento de Israel y la aceptación de los acuerdos internacionales firmados por Israel y la OLP. Estas condiciones siguen vigentes y no parece que la organización terrorista vaya a acatarlas.

No menos importantes serán los resultados de las elecciones presidenciales y parlamentarias previstas para 2015, en caso de que se lleven a cabo.