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Provocación de la DAIA

Ariel Cohen SabbanPareciera que los nuevos directivos de DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) se creen dotados de la misma omnipotencia que Netanyahu.

Envalentonado, con su típica arrogancia, el primer ministro israelí quiso imponer como embajador israelí en Brasil a Dani Dayán, conocido líder de la colonización judía en Cisjordania. El gobierno de Dilma Rousseff lo consideró una bravuconada y aferrándose a la falta de consulta previa con los anfitriones, según el protocolo diplomático, congelaron sin respuesta la autorización. Resultado: la diplomacia israelí recibió una bofetada y la colectividad judía brasileña fue arrastrada a una encrucijada muy perjudicial.

Con la misma impertinencia de Bibi, Ariel Cohen Sabban, presidente de DAIA, organizó la primera visita de un alto funcionario del Estado judío a las autoridades del organismo recientemente puestas en función. La elección de un  ministro israelí no fue casual, sino que representa una señal muy clara de la nueva dirección ideológica de esa institución judía.

En los próximos días visitará Argentina Naftali Bennet, ministro de Educación y Asuntos de la Diáspora, símbolo del extremismo político israelí y la degeneración social del judaísmo moderno. Este conflictivo y problemático personaje del ejecutivo hebreo es la punta de lanza en la imposición del oscurantismo, el eterno promotor de la colonización judía de Cisjordania, inspirador de la caza de brujas de opositores, y lo más importante, obstinado enemigo de la solución de dos Estados con los palestinos con el objetivo de anexar esos territorios y mantener oprimida a su población bajo una discriminación sin derechos civiles y apartheid.

La actitud del nuevo presidente de la DAIA no debe sorprender a nadie. Es parte del proceso de metamorfosis ideológica y mimetización a la función de sirvientes del gobierno israelí que Jerusalén le impuso a las direcciones judías de la diáspora.

Durante la presidencia de Aldo Donzis (hasta fines de 2012), la DAIA reafirmaba repetidamente en sus comunicados la vocación del pueblo judío por soluciones transigentes y de compromiso al problema palestino acentuando la necesidad de dos Estados, el palestino y el israelí, conviviendo en paz, en seguridad y democracia.

La cadencia de su sucesor, Julio Schlosser (hasta fines de 2015), significó un marcado viraje tendiente a adaptarse a los nuevos vientos que comenzaron a soplar de Jerusalén.

La misma DAIA se encargó de explicarlo. A los pocos días de la asunción de Schlosser y una semana antes de las elecciones en Israel de enero de 2013, una reflexión política de esa institución detallaba: «Hoy a Bibi lo están corriendo por la derecha. Naftali Bennet le está robando los votos de muchos israelíes de los sectores más conservadores y religiosos que se desencantaron de la 'tibieza' del gobierno para aplicar algunas políticas. El objetivo de Bibi es robustecerse por medio de un acuerdo con Bennet. Ambos líderes comparten la misma visión ideológica sobre varios temas: el lugar de los palestinos en la agenda, la amenaza iraní y el rumbo económico del país. Ninguno de los dos tiene como prioridad resolver el conflicto con los palestinos. Bennet va mas allá y es el único candidato que se opone abiertamente a la creación de un Estado palestino» [1].

Esta adecuación ideológica de la institución judía bajo la batuta de Schlosser se llevó a cabo de inmediato. De los comunicados de DAIA desapareció el concepto «solución de dos Estados» para adoptar el embaucador lenguaje «netanyahno»: «Buscar un dialogo entre las partes», «retomar el camino de las negociaciones directas», «continuar en esta senda dialoguista para arribar a una paz duradera» [2]. En la práctica: sólo la eterna perorata hueca a la par de una continua colonización judía de Cisjordania.

El flamante presidente Cohen Sabban da un nuevo viraje para aproximarse a la extrema derecha. Lleva a Argentina a Bennet, el gurú de la continuidad de la opresión israelí en Cisjordania.

DAIA trata de consolidarse como una organización que ayuda a la sociedad circundante trasmitiendo valores tradicionales del judaísmo. Para ello hace todos los esfuerzos de llegar a instituciones con el objetivo de capacitar en temáticas como promoción de la diversidad e inclusión, lucha contra formas de discriminación y a favor de sociedades democráticas y pluralistas. Quiere convencer a los argentinos de la existencia de tablas de leyes sociales universales que bajan de las montañas de Jerusalén.

Probablemente los directivos judíos de Buenos Aires estén convencidos que los argentinos son parte de una sociedad de ignorantes que no tienen idea de la flagrante contradicción entre la narrativa judía de la DAIA y el comportamiento judío en Israel y Cisjordania. Muy a pesar de estos dirigentes, el pueblo argentino, como la mayoría de los pueblos del mundo, está informado básicamente de los acontecimientos en Oriente Medio. Ellos saben muy bien que Israel es un Estado que sufre constantes ataques terroristas. Pero esto es sólo parte de la realidad.

Los argentinos tienen sus oídos perfectamente orientados para escuchar a Obama, presidente de EE.UU, Hollande, presidente de Francia, a la diplomacia europea y la gran mayoría de líderes del mundo. Todos ellos coinciden en apoyar a Israel, dispuestos a participar en su defensa, pero únicamente dentro de los límites de 1967. Al igual que el terrorismo palestino, en la visión de todos ellos la colonización civil judía de Cisjordania y el apartheid a la población palestina son inadmisibles, representan un delito de guerra y se los debe hacer desaparecer.

La próxima presencia de Bennet en Buenos Aires obliga a las instituciones judías argentinas a tomar posición ante esta grosera provocación de la DAIA a la sociedad. Si se callan u optan por una suntuosa y aduladora recepción, sin distanciarse explicita y públicamente de la visión política del ministro israelí, el pueblo argentino sabrá relacionarse con la hipocresía de la DAIA y demás instituciones acusándolos de cómplices del segregacionismo hebreo.

Bajo estas condiciones, nadie podrá sorprenderse si las condenas por el accionar de Israel en Cisjordania no sólo sean dirigidas en contra del Estado judío, sino también en contra de judíos en todo el mundo y en Argentina.

Rafael (Raful) Eitán (z"l), uno de los más famosos jefes del Estado Mayor del Ejército y ministro en gobiernos de Israel, oportunamente se expresó con la típica arrogancia israelí: «Si erigimos 100 colonias entre Nablus y Jerusalén los árabes sólo podrán dar vueltas como cucarachas drogadas dentro de una botella» [3].

Si el liderazgo de las diásporas judías continúa con su ferviente función de respaldo incondicional a las políticas opresoras y expansionistas de Israel, eventualmente la pretensión de Raful podría llegar a convertirse en una triste profecía para ver dar vueltas, no a los árabes, sino a esos judíos. Las alarmas se están activando.  

Ojalá me equivoque...

[1] «Elecciones en Israel»; Reflexión política; Departamento político DAIA; 10.1.13.

[2] «Comunicados de DAIA»; 26.5.14, 9.10.15 y 15.10.15.

[3] «Protocolo de la Comisión Parlamentaria de Seguridad»; 13.4.83.