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Ulises y los grillos (Fantasía político-literaria)

Cristina Kirchner y Mauricio MacriLe dijo «vení solo», porque sabía que lo que tenía para proponerle era impresentable e impublicable: transición x impunidad. Hacémela fácil y te la hago fácil.

Pacto perverso, fusional, de indistinción. Macristina.

Él se negó pero guardó el secreto. Como en el poema de Lorca: «No quiero decir, por hombre, las cosas que ella me dijo».

Cri-cri-cri: el sonido insiste.

Ulises se tapó con cera los oídos para no sucumbir al mortífero canto de las sirenas. Seductora música que promete felicidad pero oculta el abismo.

A las sirenas, criaturas fabulosas, se enfrenta el héroe mítico de estatura casi divina.

Cri-cri-cri. Más banales, los grillos sólo anuncian calor. Días sofocantes, tormentas de verano, largos momentos de agobio.

A los minúsculos y pedestres grillos hace frente un hombre; humano, demasiado humano.

Además de taponar sus oídos, Ulises se hizo amarrar al mástil de su nave para asegurarse de que en un momento de locura no se arrojaría, tentado, a los brazos de la muerte.

Atado de pies y manos, ¿podrá el capitán timonear su embarcación? ¿No está el pequeño navío amenazado por tempestades y glaciares?

Cri-cri-cri: lo que parece acercarlos y hermanarlos, la sílaba compartida, debería ser el lugar del corte.

Separar, distinguir.

Juzgar.

Krinein es, en griego, el verbo que expresa esas acciones. De donde crisis, pero también crítica, la mirada que juzga y distingue.

Cri-cri-cri: repetición o diferencia, sumisión o crítica, pegoteo o separación.

De cómo se escuche el canto del grillo (melodía hipnótica o música del despertar) depende el rumbo ético y político del futuro.