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¿Terror es terror?

Judíos en HebrónLos recientes actos de terrorismo judío impactaron al Gobierno israelí. Pero la lucha contra estos extremistas no es un punto de inflexión, es mero activismo temporal.

La repulsión es genuina y la condena creíble. El ataque contra manifestantes del Orgullo Gay de Jerusalén y el atentado incendiario contra una familia palestina son dos de los trágicos casos que se veían venir.

Se trata de crímenes de odio cometidos por judíos ultraortodoxos, fanáticos nacionalistas y religiosos, a menudo conocidos por la policía. El que ahora sean calificados por el Ejecutivo hebreo de «terroristas judíos», no debe interpretarse como un rompimiento del tabú.

Si bien no se puede culpar al Gobierno de Netanyahu de la existencia de terroristas religiosos de extrema derecha, la tolerancia que la política y la Justicia tuvieron con estos fue grande. La mayoría de los ataques de colonos judíos contra la población palestina quedaron impunes.

¿Y ahora? Más allá de las condenas, esta semana el Gabinete israelí sólo tomó medidas inocuas, como la de implementar la llamada «retención administrativa» a terroristas judíos. Esto era posible desde antes, pero ahora se anuncia como una nueva medida para contrarrestar a ultraortodoxos y ultranacionalistas. Una medida que por lo demás, no debería aplicarse sino abolirse: permite arrestar a sospechosos por un periodo indeterminado sin tener si quiera que informales de qué se les acusa ni qué presuntas evidencias hay en su contra.

El mundo político israelí fue incapaz de lograr algo más convincente como por ejemplo un consenso general contra el terrorismo ultraortodoxo. La coalición de la derecha religiosa, que también incluye a ultraortodoxos y colonos, no tiene ni tendrá la voluntad necesaria para combatir el mal, y entre el Gobierno y la oposición existe una profunda brecha. Los persistentes ataques xenófobos, homófobos, antipalestinos y antiárabes de políticos nacionalistas fueron el caldo de cultivo del extremismo en sus filas.

Terror es terror, no importa contra quien se dirija. Sin embargo muchos miembros del Gobierno de Bibi no comparten esta visión. Incluso él mismo se oponía hasta hace poco y con vehemencia a hablar de terrorismo judío.

En este caso, el terrorismo no sólo se dirige contra palestinos y homosexuales. Los extremistas no reconocen la legitimidad del Estado de Israel ni a su Gobierno. Es más, lo desprecian y están dispuestos a combatirlo para reemplazado por un sistema de su elección.

El Gobierno de Jerusalén no le dio la importancia debida a esta amenaza y es de temerse que las medidas implementadas contra los radicales ultraortodoxos no sean más que puro accionismo.