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Sin luz al final del túnel

tunelLa profunda crisis que vive el mundo árabe prueba, según autoridades israelíes, que la tensión en Oriente Medio no está ligada al conflicto israelí-palestino, sino a dinámicas internas del islam y al factor desestabilizador que representa, a sus ojos, la aspiración de hegemonía de Irán.

«El conflicto israelí-palestino tiene poco y nada que ver con los problemas de la región. Siempre lo dijimos. Si se solucionara, y queremos una solución con los palestinos, nada cambiaría», aseguró el nuevo ministro israelí de Energía e Infraestructuras Nacionales, Yuval Steinitz, en Nueva York, durante su intervención en la Conferencia Anual del diario «The Jerusalem Post».

La enorme rivalidad entre sunitas y chiítas, las dos principales ramas del islam, está en la raíz de las guerras civiles que ensangrientan en estos momentos la Península Arábiga y fracturan estados como Siria, Irak o Yemen.

El nuevo gobierno de Netanyahu, instalado hace menos de un mes, insiste en que la principal amenaza para Oriente Medio es un Irán con armas nucleares, por encima incluso del peligro que representan los yihadistas del Estado Islámico (EI) pese a sus espectaculares y crueles acciones.

«Irán actúa como un imperio regional», afirmó a este respecto Steinitz.

«Los iraníes están en Irak, en Siria, en Líbano, en Yemen. Controlan el estrecho de Ormuz y, a través de Yemen, quieren controlar el estrecho de Bab el-Mandeb, que es la puerta del Canal de Suez. Si lo consiguen, cambiarán la situación económica y de seguridad de Europa», advirtió.

De acuerdo con el ministro, Irán es visto como una amenaza no sólo por Israel, sino por un número creciente de dirigentes árabes, quienes, sin embargo, no se atreven a reconocerlo en público por miedo a que sus pueblos los coloquen en el mismo bando que el Estado judío.

Los movimientos de Irán y la perspectiva cada vez más cercana de un acuerdo con Estados Unidos y la comunidad internacional que le permitiría al régimen chiíta seguir enriqueciendo una cierta cantidad de uranio están modificando la relación de Israel con sus vecinos árabes sunitas.

«Nunca, por mucho que me remonte al pasado, Israel estuvo tan cerca, política y conceptualmente, de tantos países árabes como ahora, aunque el tema conviene que siga oculto bajo la alfombra», reveló Steinitz.

Según su versión, los sauditas temen incluso que desde Omán y Yemen los iraníes traten de alcanzar Arabia por la puerta trasera y amenacen La Meca.

«The Jerusalem Post» informó antes de su evento en Nueva York que Israel y Arabia Saudita, dos países sin relaciones diplomáticas, celebraron ya cinco reuniones secretas fuera de la región para tratar sobre Irán.

Este nuevo escenario llevó a algunos expertos a sugerir que se resucite la iniciativa de paz que presentó Arabia Saudita hace trece años, con el fin de superar el bloqueo absoluto que registran las negociaciones entre israelíes y palestinos.

La iniciativa árabe proponía un marco para una solución al conflicto en la que participarían no sólo Israel y los palestinos, sino otros países de la región, los cuales se comprometerían a reconocer al Estado hebreo y establecer relaciones diplomáticas a cambio de paz.

Aunque no se anuncia fácil, los líderes israelíes no descartan incorporar esas ideas a un futuro proceso de negociación, pero advierten de que todo depende ahora de la dirigencia palestina.

«No podemos hacer concesiones a alguien que sólo puede hablar en nombre de la mitad del pueblo palestino», puntualizó Steinitz en alusión al presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás, quien controla Cisjordania pero no Gaza.

En las dos últimas semanas, el nuevo gobierno israelí transmitió a responsables europeos que visitaron Jerusalén su voluntad de llegar a un acuerdo con la AP, pero dejó claro que depende de ésta la vuelta a la mesa de negociaciones.

«La AP adoptó una estrategia unilateral en la esfera diplomática. Cree que así tendrá más peso, pero no conseguirá ninguna mejora sobre el terreno sin negociaciones directas con Israel», agregó Steinitz.

Tanto la alta representante europea, Federica Mogherini, como el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, que llegaron a Israel en los últimos diez días, escucharon de Bibi que su nuevo gabinete quiere la paz y que mejore la vida cotidiana de los habitantes de Gaza.

Pero la fragilidad parlamentaria de la nueva coalición, la crisis en su relación con el gobierno norteamericano, la división interna de los palestinos, el peligro de un boicot económico, cultural, y académico y la continuación de los ataques con misiles desde la franja costera impiden ver la luz al final del túnel.