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Infantilismo de diplomacia europea

Catherine Ashton y Federica MogheriniLa Guerra del Sinaí, en 1956, representó un punto de inflexión para la  diplomacia europea. La brillante victoria militar de la alianza entre  Reino Unido, Francia e Israel se convirtió en una estruendosa derrota para las históricas pretensiones de mantener la supremacía europea en la región. Justamente, Dwigth Eisenhower y Nikita Khrushchev los destituyeron inmediatamente de su histórico papel de actores principales para convertirlos hasta el día de hoy en simples utileros o extras en la función de cine continuado que es el conflicto de Oriente Medio.

Israel entendió rápidamente el mensaje y en un rápido giro se acurrucó bajo las alas del águila estadounidense. Durante las últimas seis décadas la diplomacia europea invierte fortunas e incontables esfuerzos tratando infructuosamente de retornar a su trascendental función. El reciente cambio de gobierno en Israel junto al bochornoso fracaso de las iniciativas de Obama y Kerry creó nuevas expectativas que dieron lugar a renovadas tentativas en boca de líderes y responsables de política exterior del viejo continente.

Federica Mogherini, la flamante Alta Representante para Asuntos Exteriores de la Unión Europea (UE) está convencida que es capaz de lograr un rotundo éxito allí donde fracasaron totalmente durante los últimos 20 años sus experimentados predecesores: Miguel Angel Moratinos, Javier Solana y Catherine Ashton. Sin esperar más de una semana desde la asunción del nuevo gobierno de Netanyahu, Mogherini viajó a Jerusalén advirtiendo previamente que «la Unión Europea tiene el propósito de tomar parte activa en la restitución del proceso de paz entre Israel y los palestinos sobre la base de la solución de dos Estados. Un punto debe quedar claro a todos: la continuidad del status quo no es una opción» [1].

Boge Brende, canciller noruego en funciones, también se acercó en estos días a Jerusalén. En su encuentro con Netanyahu expresó que «después de la firma del tratado sobre energía nuclear entre Irán y las potencias previsto a fines de junio, es de suponer que se renovará la presión internacional a Israel respecto del tema palestino. Sólo una iniciativa propia podría liberar a Israel» [2].

Francia no quiso quedarse atrás. La cancillería gala anunció en estos días su propuesta de reencaminar las negociaciones de paz entre Israel y los palestinos. El proyecto propone la constitución de un Estado palestino en base a límites del 4 de junio de 1967 con intercambio igualitario de tierras en base a acuerdo mutuo junto a una respuesta adecuada a las necesidades de seguridad de Israel. El país galo otorga 18 meses a esta proposición. Si no prospera, Francia reconocerá oficialmente al Estado palestino [3].

Nada más fácil para Netanyahu que repeler y borrar de la agenda simbólicos sermones y arranques de defensa de derechos humanos a los que los europeos acostumbraron al mundo durante el último medio siglo. Su retractación ante Mogherini de una pomposa y crucial promesa electoral de tan sólo un par de meses atrás [4], fue suficiente para que estos distinguidos funcionarios retornen felices y satisfechos a sus lujosos despachos.

La inoperante diplomacia europea todavía no se dio cuenta que tratando con Netanyahu está frente a un embaucador serial. Llama la atención que los padres de la diplomacia moderna puedan continuar con su ingenuidad infantil de creer en las promesas de Bibi y tragarse sus sapos. ¿Cómo es posible suponer que todavía no se informaron que es capaz de traicionar políticamente hasta a sus allegados más cercanos?  

Mientras le sonreía a Brende y  Mogherini, en la oficina contigua tomaba funciones Silvan Shalom, el ministro encargado de las negociaciones con los palestinos quien recientemente declaró: «Todos nos oponemos a un Estado palestino» o «Cisjordania es el chaleco protector del pueblo judío» [5]. No lejos de allí, Tzipi Hotobeli, la flamante vicecanciller arengaba a sus funcionarios con «Todas estas tierras Dios se las otorgó al pueblo judío» [6].

No se necesita ser un experto. Seguramente hasta diplomáticos principiantes tienen claro que, tal como ocurrió durante el último medio siglo en Cisjordania, Israel proseguirá por generaciones desterrando palestinos, usurpando tierras y conquistando nuevos territorios para asentar colonos judíos. Mientras tanto, el Estado palestino se convertirá en un mortinato, un feto que murió antes de nacer.

Llegó la hora de que la diplomacia europea se convenza que Netanyahu es un halcón político que se mimetiza de pacifista cuando le conviene y que esto exige despabilarse en vez de embobarse.

Para cualquiera que vea en la creación de un Estado palestino independiente una condición imprescindible para la paz en la región, la única posibilidad práctica de poner fin a este círculo vicioso está condicionada a la ruptura de la dependencia del poder estadounidense al dinero judío e intereses de Israel [7]. Sólo de esta manera, posiblemente, el pueblo judío pueda despertar de la ilusión que, por su trágico pasado, tiene el divino derecho a la excepcionalidad por la cual todo le está permitido, inclusive por encima de normas internacionalmente reconocidas.

La afirmación de Shimón Peres de que la mayoría de la ciudadanía israelí apoya la solución de dos Estados carece de toda base. Es mucho más razonable suponer que si se pudo imponer exitosamente al mundo durante 50 años la «necesidad» del dominio y colonización judía de Cisjordania, protegida por el halcón estadounidense, no hay motivos para pensar que la mayoría del pueblo no acepte la promesa de sus líderes de continuar así por otras 50 décadas más. Paradójicamente esto coincide con los resultados de las últimas elecciones.

Diplomáticos europeos deben tener claro que no pueden continuar amenazando con una imagen de un toro que bufa enfurecido y retornar al establo como corderito manso. La continuidad de esa impotencia, que hoy ya es norma, finalmente será reconocida como complicidad.

Si una evaluación realista los lleva a la conclusión que su impotencia es un reflejo de una situación real que por el momento no admite cambios, entonces a abandonar las quejas, los sermones, a terminar con promesas falsas, dejar de lado la hipocresía y callarse la boca.

[1] «Canciller de la Unión Europea en viaje a Israel: Status quo no es opción»; Ynet; 18.5.15.«

[2] «Noruega a Bibi: Sólo iniciativa de paz liberará presión a Israel»; Haaretz; 21.5.15.

[3] «Iniciativa francesa: Dos estados en 18 meses»; Ynet; 20.4.16.

[4] De «Si me eligen, no habrá un Estado palestino» pasó a «Apoyo la solución de dos Estados para dos pueblos»; Walla; 20.5.15.

[5] «Silvan Shalom será responsable de las negociación con los palestinos»; Haaretz; 18.5.15.

[6] «Hotobely arengó a sus funcionarios con la Torá»; Haaretz; 21.5.15.

[7] Al respecto ver: «Batalla entre magnates judíos que determinará quién entre en la Casa Blanca»; Walla; 30.4.15. «Demócratas pierden voto judío»; Guy Bechor; Yediot Aharonot; 30.4.15; y otras citas en mis artículos anteriores.