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El gen de la traición política

Itzjak Herzog y Tzipi LivniBuyi Herzog Y Tzipi Livni demuestran ser dignos herederos de Shimón Peres y portadores del gen de la traición política. Esta deformación de un ADN ideológico puro en los componentes del hoy llamado Grupo Sionista no es repentina y ya acumuló dos fructíferas décadas desde el asesinato de Rabín.

La campaña electoral de quienes pretendían representar la alternativa real al liderazgo de Netanyahu se basó en una consigna central con un mensaje muy tajante: «O nosotros, o él». Lamentablemente ese endeble intento de deslindarse del líder del Likud está llegando a su fin con una triste mimetización.

Las últimas elecciones en Israel y las posteriores consultas del presidente Rivlin con todos los partidos con representación parlamentaria elegida otorgaron a Bibi y a facciones del ala derecha una clara mayoría para formar un nuevo gobierno y una coalición gobernante. Pese a las enormes expectativas que despertó el Grupo Sionista bajo la dirección conjunta de la pareja Herzog-Livni, sobre todo entre los periodistas y analistas políticos, el dedo índice del electorado israelí les señaló la banca de la oposición.

Lamentablemente, la responsabilidad política en Israel sufre de una orfandad crónica. La experiencia demuestra que la mayoría de líderes que fracasan en elecciones, a diferencia de otras democracias occidentales, en Israel no tienen la voluntad de asumir esa responsabilidad para dejar el mando en una nueva dirección.

El liderazgo del Partido Laborista - principal componente del Gruppo Sionista - es el mejor ejemplo. Con contadas excepciones, sus líderes de los últimos 20 años fracasaron repetidamente en comicios y prefirieron buscar excusas oportunistas para asumir funciones de adornos políticos de carácter transigente para convertirse en la práctica en escudos protectores y así dar apoyo a gobiernos extremistas e intransigentes.

Hechos y trascendidos de estos últimos días nos confirman que, aprovechando las tensiones propias del proceso de constitución de la coalición que propuso a Netanyahu como primer ministro, el dúo Herzog-Livni va por el mismo camino de sus antecesores.

La conocida periodista del Canal 1 de TV de Israel, Ayalá Jasón, reveló dos días atrás que Bibi y Buyi dialogaron a solas en un encuentro secreto en sitio neutral desconocido [1].

Un par de días atrás, el Grupo Sionista dio a conocer una declaración donde expone su posición respecto al acuerdo de Lausana entre Irán y las potencias mundiales. Era de suponer que sobre el tema más cardinal de la política exterior de Israel de estos días, quien pretende liderar la oposición a Netanyahu se exprese críticamente respecto del comportamiento del mandatario israelí en su enfrentamiento público con Obama, y a su vez, exponga alternativas totalmente antagónicas.

Todo lo contrario. El documento mencionado no expresa crítica alguna a la forma con que Bibi conduce el proceso y en parte contiene un mensaje mucho más belicista que el Ejecutivo actual. Demanda de Washington la firma de un cheque en blanco que le garantice a Israel plena libertad operacional e impunidad diplomática ante cualquier acción militar que el Estado hebreo decida llevar a cabo en sus frentes contra Hesbolá en Líbano, Hamás en Gaza o el mismo Irán.

No en vano, Barak Ravid, conocido analista del diario «Haaretz», eligió las siguientes palabras para resumir el documento: «De las 838 palabras de la declaración del Grupo Sionista no asoma ni se ve ningún plan operativo o política alternativa de una oposición. Por el contrario, lo que sí se vislumbra es un plan de trabajo del canciller Herzog y del embajador israelí en Estados Unidos, Amós Yadlin (candidato a ministro de Defensa del Grupo Sionista) en el futuro gobierno de unidad nacional encabezado por Netanyahu» [2].

El célebre filosofo israelí, Yeshayahu Leibowitz, afirmó en una entrevista: «Desde el momento en que la mayoría de las personas son tontas y malas, no hay ninguna garantía que esa mayoría tenga más razón o sea más inteligente que la minoría. Casi que se podría decir todo lo contrario, pero yo elijo la democracia no por el poder en manos de la mayoría, sino por el derecho a la posibilidad de cambiar al gobernante. Y también al nuevo gobernante se lo puede cambiar» [3].

Parece que Leibowitz no tuvo en cuenta que Israel puede llegar a la situación que el gobernante no tiene alternativa de cambio.

Ojalá me equivoque...

[1] «Netanyahu y Herzog dialogaron en secreto»; Canal 1 de TV; 13.4.15.

[2] «Herzog evita criticar a Netanyahu en documento relacionado con Irán nuclear»; B. Ravid; Haaretz; 13.4.15.

[3] «Leibowitz: El poder de la mayoría»; Amikam Rotman; Haaretz; 9.4.15.