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La paradoja de Rasputín

Avigdor LibermanHace un año, el partido Israel Beiteinu todavía formaba parte del gobierno; su líder, Avigdor Liberman, era canciller y los parlamentarios de su facción impulsaban una nueva reforma para pasar el umbral electoral del anterior 2% al nuevo 3,25%.

Nadie lo diría nunca en voz alta, pero Liberman soñaba con dejar afuera del Parlamento a por lo menos dos de las listas árabes israelíes, que no conseguirían pasarlo.

A la hora de defender el proyecto de ley, se mencionaron los ejemplos de Nueva Zelanda o Alemania, donde el piso se ubica en el 5% de los votos, entre otros casos.

En ese entonces, el Likud Beiteinu disfrutaba de sus 21 bancas, que lo hacían la primera mayoría y eje de la coalición del ejecutivo.

Cuatro meses más tarde, Liberman se separó de la alianza con el Likud tras la «insuficiente acción militar» de Netanyahu contra Hamás en Gaza. Aún así, no renunció al gabinete.

Una vez que Netanyahu despidió de sus cargos a Yair Lapid y Tzipi Livni, dinamitando así su propia coalición, Liberman inició su propia campaña electoral.

Sus primeras declaraciones lo mostraron más moderado que en otras ocaciones. Pero viendo que miembros centrales de su partido fueron detenidos y acusados de graves casos de corrupción, que su lista perdía polularidad ante dichos hechos, que no lograba captar votos de centro y que estaba dejando espacios frente a la extrema derecha, decidió redoblar la apuesta y terminó la campaña pidiendo pena de muerte para terroristas árabes.

El tiempo demostró que la reforma electoral sólo hizo más fuerte a aquel sector al que intentó dañar.

Los partidos árabes se unieron, formaron la Lista Conjunta Árabe, la comunidad árabe, que siempre fue indiferente ante los comicios, se mostró de pronto incentivada, y su porcentaje de participación en los sufragios fue por primera vez mayor que la de los votantes judíos.

La Lista Conjunta Árabe consiguió 14 bancas en el Parlamento y fue la gran sorpresa de los comicios al convertirse por primera vez en la tercera fuerza electoral de la única democracia de Oriente Medio.

Por su parte, Liberman, que seguramente integrará la coalición de Netanyahu, tuvo que sudar la gota gorda para pasar el umbral que él mismo estableció y conformarse con sólo 6 escaños.

Por si fuera poco, deberá decir adiós a la cancillería.

No hay caso; el verdadero medio de ganar algo consiste en no querer nunca ganar todo.