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Un antes y un después

antesNetanyahu disolvió por motivos tácticos su coalición. Pero aún queda por ver si logrará imponerse en las nuevas elecciones anticipadas de la próxima semana.

«Seguridad» es una vez más la palabra mágica en la actual campaña electoral de Bibi, que no cesa de alertar sobre el acuerdo nuclear con Irán que negocian las grandes potencias.

Netanyahu promueve el temor hacia Hamás, Hezbolá y los terroristas del Estado Islámico (EI). El mensaje es claro: sólo Bibi puede proteger a Israel de los peligros externos.

«Siempre se habla de seguridad, pero eso es algo que no está sólo en nuestras manos», me dice Efrat Shimoni, de 24 años, comprometida con la campaña electoral del Grupo Sionista. En un cruce de avenidas en Tel Aviv, Efrat reparte prospectos y banderas de la alianza porque cree que un cambio de gobierno podría beneficiar a Israel: «Nosotros hacemos hincapié en los temas sociales y económicos», me explica.

De hecho, sobre todo el aumento de los alquileres y los productos básicos son temas de discusión permanente en la vida cotidiana de los israelíes.

El reciente informe publicado por el contralor del Estado, Yosef Shapira, echa más leña al fuego. En él se revela que los alquileres aumentaron en un 30% y los precios de los departamentos incluso en un 55% en los últimos cinco años.

La clase media, advierte el estudio, pronto ya no será capaz de soportar esa carga. «Esta vez, la política y la economía están en primer plano», señala el investigador de opinión Camil Fucks.

«Que temas como estos estén tan presentes en una campaña electoral es algo que no se veía desde hace 40 años. Hay una línea directa entre ellos y las multitudinarias protestas del verano de 2011 que el gobierno no supo canalizar», subraya.

Los candidatos del Grupo Sionista entendieron el mensaje: Buyi y Tzipi prometieron la creación de un Consejo para la Vivienda si ganan las elecciones, para combatir el aumento de los alquileres. Además, planean invertir más dinero en temas sociales y en educación.

Herzog se presenta con una imagen de cercanía al pueblo y recorre Israel para fortalecer su perfil político. «Es el único que puede remplazar a Bibi, y su programa me convence», me comenta Efrat.

Sin embargo, muchos israelíes creen que es muy poco carismático. Un dilema para muchos electores.

«Hay mucha gente que no está contenta con Bibi, pero tampoco piensan que Buyi pueda gobernar un Estado como Israel», opina.

«Todavía no se puede prever quién será el próximo primer ministro», admite Fucks. «Esta vez los resultados de las encuestas son demasiado estrechos como para obtener un pronóstico confiable», agrega.

Según sondeos recientes, el Grupo Sionista se ubica ligeramente por delante del Likud. Sin embargo, 16% de los israelíes aún no decidieron a quien votar.

«Bibi podría salir vencedor de esta contienda. A fines de 2014 se posicionaba muy bien en las encuestas. Él fue el que quiso estas elecciones. De ese modo se arriesgó mucho, ya que, supuestamente, podría haber seguido casi tres años más en el cargo. Es evidente que pensó que ganaría fácilmente. Pero se olvidó que elecciones son como guerras: uno sabe cómo empieza, pero no cómo puede acabar», resalta Fucks.

Ahora, Bibi debe cuidarse de no perder demasiados votos que podrían ir hacia otros partidos como Kulanu o Habait Haiehudí. También los ultraortodoxos quieren volver al poder luego de estar dos años humillados en la oposición, y le exigirán a Netanyahu un precio demasiado caro. Así es la venganza: siega las cabezas que sobresalen en la guadaña de la muerte.

Además, también hay expectativas respecto de los resultados que obtenga la Lista Conjunta árabe. Cuatro partidos árabes se aliaron en una facción que podría ser la tercera fuerza en el Estado judío, algo impensable para los dirigentes del Movimiento Sionista, pero no para los demógrafos, que desde varias décadas lo vienen advirtiendo.

Estas elecciones bien podrían significar un antes y un después en la corta pero intensiva historia de Israel.