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Premiar al resentido

Binyamín NetanyahuPolémica por la próxima entrega de los Premios Israel. La comunidad intelectual acusó a Netanyahu de interferir en el proceso de concesión del galardón apartando a jueces y candidatos cuya política desaprueba.

Varios miembros del jurado dimitieron en respuesta y algunos de los candidatos que optaban a recibir el premio en sus diferentes categorías retiraron su candidatura.

Las dimisiones se produjeron a raíz de que Bibi, en su cargo de ministro de Educación interino, vetó a los catedráticos Avner Holtzman y Ariel Hirschfeld, designados para formar parte del jurado del premio de Literatura, y anuló la candidatura del productor Haim Schrir para formar parte del jurado en la categoría de Cine.

El novelista israelí, David Grossman, fue el último en renunciar a poder ser galardonado con el Premio Israel de Literatura de este año por la «incitación de Netanyahu contra científicos y autores israelíes».

«El accionar de Netanyahu es una estratagema cínica y destructiva que viola la libertad de espíritu, de pensamiento y de creatividad de Israel, y me niego a cooperar con ella», sentenció.

Antes que Grossman, renunció a presentarse Ruth Dayán - viuda de Moshe Dayán -, que optaba al premio a la trayectoria vital.

«Es inconcebible que el primer ministro cancele el nombramiento de los jueces e intervenga en el premio. Nunca escuché una cosa semejante, y en esta situación, no quiero ser candidata», subrayó.

También se retiraron los escritores Sami Mijael y Haim Beer. «No es el primer ministro quien otorga los premios. Esto no es como la Unión Soviética, donde Stalin concedía el Premio Lenin», indicó Beer.

«El primer ministro es quien entrega el sobre, no la persona que adjudica el galardón», añadió.

Otros ocho evaluadores, entre ellos la conocida actriz Yona Elián y el investigador de literatura Nisin Calderón, anunciaron su dimisión.

Bibi se defendió desde Facebook, acusando públicamente a algunos jueces de «extremistas y antisionistas que premian a sus amigos».

«La composición del jurado que selecciona a los galardonados con el Premio Israel tiene que ser equilibrada y reflejar fielmente las diferentes corrientes, posiciones y estratos de la sociedad israelí», escribió en su página.

«No obstante, a lo largo de los años, más y más figuras radicales, incluidos antisionistas - por ejemplo, algunos que apoyan el rechazo a servir en las Fuerzas de Defensa de Israel - fueron nombrados para formar parte del jurado, pero se escogió a muy pocos representantes de otros sectores del Estado», dijo.

«La situación en la que un pequeño grupo cerrado con visiones extremistas controla la selección de los ganadores del Premio Israel tiene que cambiar», explicó.

Expertos en la material aseguraron que Bibi vive con el resentimiento de que su padre, el historidor Benzion Netanyahu, nunca fue reconocido con el premio ni aceptado en el ámbito de la academia, especialmente por la élite de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

No obstante, la presión de la comunidad, el riesgo de cancelación del galardón más distinguido del país y una tajante - y muy efectiva - intervención del fiscal general del Estado, Yehuda Weinstein, pudieron más que la aparente ambición política de Bibi de dirigir el destino del galardón.

«El primer ministro respeta la directiva del fiscal general de que desista de ocuparse de la designación de los jueces del Premio Israel a causa de las próximas elecciones», expuso un comunicado difundido por su oficina.

La nota respondía a una carta enviada por Weinstein, en la que exigió a Bibi dejar de interferir en nombramientos de jurados, especialmente en su carácter de titular interino y más teniendo en cuenta que no se conocen los resultados de los próximos comicios.

También el presidente, Reuvén Rivlin, quiso apaciguar las aguas y encauzar el escándalo para salvaguardar la existencia «de un denominador común de la sociedad israelí; uno de los pocos que quedan», pidiendo la vuelta de todo aquel que renunció.

«Vamos a preservar el Premio Israel por el bien de todos nosotros», deseó, sin saber aún cuál será el resultado de la edición de un premio que ya es denominado por algunos medios como «la gran vergüenza de un resentido social».