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«Mano de hierro»

11manoLa violencia en Jerusalén entró en los templos. Dos primos terroristas palestinos accedieron armados con hachas, cuchillos y pistolas en la sinagoga y el seminario rabínico del barrio ultraortodoxo de Har Nof y mataron durante el rezo matutino a cuatro personas, dejando, además, un tendal de heridos, varios de ellos muy graves.

«Responderemos con mano de hierro a este brutal asesinato de judíos», advirtió el primer ministro Binyamín Netanyahu. Tras reunirse con su Gabinete de seguridad, ordenó medidas de castigo: demoler la casa de los atacantes, que sean enterrados fuera de Jerusalén, reforzar la seguridad en toda la ciudad y en particular en la parte árabe.

El Gobierno se plantea además levantar restricciones para llevar armas como medio de defensa propia de los residentes ante la creciente tensión. Medidas que, más que prevenir, podrían alentar la venganza y escalar la tensión.

El presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás, condenó el ataque, aunque Netanyahu lo responsabilizó de los incidentes. Por su parte, Hamás y la Yihad Islámica lo aplaudieron y lo justificaron como «una reacción natural a los crímenes que perpetran los ocupantes».

Se trata de uno de los incidentes más sangrientos desde 2008 y hace temer en la imposibilidad de detener la creciente violencia que parece haber adquirió una dinámica propia e imparable. Israelíes ya atacan abiertamente a palestinos buscando hacer justicia por fuerza propia.

Para Bibi, es una «ola terrorista contra Jerusalén», aunque el jefe de policía israelí, Yohanán Danino, aseguró que no son asesinatos organizados y que los autores no pertenecían a ningún grupo terroristas ni tenían prontuarios ni  vínculos con grupos violentos, pese a que el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) reivindicó la autoría queriendo sacar partido de la misma.

En Jabel Mukaber, el barrio jerosalimitano de los autores, vivió durante todo el día de ayer enfrentamientos, con la entrada de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y la detención de 12 miembros de la familia de los terroristas. Una medida habitual que puede facilitar información importante.

La advertencia de Netanyahu de una respuesta con «mano de hierro», llevó a algunos analistas locales a señalar que una reacción así corre el riesgo de incendiar un ambiente que ya es explosivo.

Daniel Nisman, experto israelí en seguridad, indicó que «para que cesen esos ataques, lo único que se puede hacer es acordonar los barrios árabes de Jerusalén, pero se trataría de una medida de doble filo: aplicarla implica agravar las tensiones con sus habitantes, cuya mayoría rechaza una escalada».

Para Mark Heller, politólogo en el Instituto de Estudios para la Seguridad Nacional (INSS), «no hay solución milagrosa».

«No existen medidas que permitan impedir el paso de 'lobos solitarios' que se despiertan un día y deciden pasar a la acción. Está claro que el Gobierno endurecerá sus posiciones», añadió.

Kobi Mijael, otro investigador del INSS, señaló que Israel no podrá reforzar indefinidamente un dispositivo legal y de seguridad, que ya alcanzó casi sus límites.

En Jerusalén hace semanas que la tensión crece, radicales de un bando matan a radicales del otro, civiles indefensos mueren asesinados y dirigentes extremistas pretenden alterar el status quo de los lugares sagrados para provocar la ira de sus enemigos y perpetuar el odio.

La comunidad internacional ni puede ni debe cruzarse de brazos. Con cada nueva venganza entre israelíes y palestinos urge más una solución política. Eso pasa por aislar a los intransigentes, apoyar a los moderados y dar esperanza a las dos poblaciones.

Reconocer el derecho a un Estado palestino junto a Israel, y que ambos vivan en paz y seguridad, es un paso acertado en esa dirección.

Cualquier otra alternativa es más sangrienta.