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Primero la mentira; ahora el silencio

Estado Islámico en IrakYa hace más de una década que Estados Unidos decidió intervenir en Irak como represalia al 11-S y los quebraderos de cabeza que provocó esta guerra aún se sienten tanto tiempo después.

A los más de 4.500 soldados muertos y a las dificultades para combatir a la insurgencia, que se saldó en un rotundo fracaso, ahora el Gobierno se enfrenta a las críticas por ocultar que había «armas de destrcción masiva» (químicas) en el país y que estas tenían origen occidental, pero lo peor es que ahora están en manos del Estado Islámico (EI).

Tan grave es el asunto que incluso varios soldados se vieron obligados a mentir y ocultar su descubrimiento. Pero las mentiras, como no podía ser de otra manera, no aguantan para siempre y las revelaciones que esta semana hizo «The New York Times» pueden crear un escándalo sin precedentes.

Pero vamos por partes. George W. Bush decidió invadir Irak con la excusa de que había armas de destrucción masiva que fueron fabricadas después de los ataques del 11-S contra las Torres Gemelas. Pero estas nunca llegaron a ser encontradas.

Tras la caída de Saddam Hussein en 2003, los soldados estadounidenses encontraron alrededor de 5.000 ojivas químicas y en los siguientes años, al menos 17 norteamericanos y 7 iraquíes estuvieron expuestos al gas mostaza, pero se vieron obligados a callarse.

«Me sentí más como un conejillo de indias que como un soldado herido», manifestó al periódico un ex sargento del Ejército que sufrió quemaduras por gas mostaza, pero le fue negada asistencia hospitalaria y traslado a Estados Unidos. Todo con tal de ocultar al mundo lo que estaba pasando en Irak.

Llegados a este punto, ¿por qué Estados Unidos ocultó este hallazgo que en cierto modo le daba una justificación para la invasión? Hay varios motivos, pero el fundamental es que estas armas químicas eran anteriores al 11-S, concretamente de la guerra entre Irán e Irak (años '80) y fueron fabricadas y vendidas por los estadounidenses y los europeos, es decir, los soldados de Bush estaban sufriendo las armas químicas que su propio país proporcionó a los iraquíes cuanto todavía era un aliado fiel.

Otra de las razones fue precisamente el hecho de que la preparación de la misión establecía que se iban a encontrar otro tipo de armas, por eso esta fue bastante inadecuada y los militares sufrieron más duramente sus efectos.

Pero sin duda lo más embarazoso es que la mayoría de las armas químicas no fueron destruidas y en estos días se supo que es el EI quien controla la zona en la que están, por lo que no es descabellado pensar que ya se encuentren en su poder y que estén en disposición de usarlas cuanto antes.

Es más, Las redes sociales están repletas de noticias sobre que el EI utilizó armas químicas en un barrio de la ciudad siria de Kobani a pocos kilómetros de la frontera con Turquía.

Sin duda un cúmulo de despropósitos en los que la mentira y el secretismo coniguieron imponerse durante años, hasta que por fin se conoce la verdad.

«Me encanta cuando oigo que no había armas químicas en Irak. Había un montón», aseguró Jarrod L. Taylor, alto ex oficial del Ejército norteamericano al rotativo.

Por el momento, Chuk Hagel, secretario de Defensa del Gobierno de Barack Obama, no quizo opinar sobre las revelaciones de «The New York Times» y el Pentágono también guarda silencio ante una opinión pública que les va a demandar más información por una oleada de mentiras que seguramente traerán  bastante cola.

Bien dijo Nietzsche: «No me preocupa que me mentiste, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer más en ti».