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Más que un secuestro

Eyal Yifrah, Gil-Ad Shayer y Naftali Frenkel El secuestro es sin duda uno de los crímenes más atroces. Es un chantaje realizado sobre el cuerpo de las víctimas, una barbarie intolerable. Si se mezcla con la política, cualquier política, da testimonio de su inmoralidad. Un gobierno, un movimiento político, un pueblo en el que se organizan secuestros e incluso se festejan es digno del mayor desprecio.

Cualquier pretensión de presentar a los movimientos palestinos en términos éticos se disuelve con estas actitudes. El secuestro es una ideología despreciable y quien no lo trate como tal es tonto o cómplice.

La caricatura que compara a los tres niños israelíes secuestrados con ratones capturados en una trampa es repudiable. En la página de Facebook de Fatah al-Hayat Al-Jadida (periódico oficial de la Autoridad Palestina), los tres secuestrados aparecen como trofeo similar a la Copa del Mundo Brasil 2014.

No quise escribir hasta ahora sobre los tres niños israelíes secuestrados: por unos días tuve la ilusión irracional que se podían rescatar en forma rápida, que de alguna manera la situación fuera remediada. No hay que descartar nada. Espero que sigan con vida, pero por el momento no hay rastros de ellos.

Sigo esperando las intervenciones de la Santa Sede, de la Unión Europea, del Mercosur y de UNASUR. No he visto a los movimientos de la ONU, la UNESCO, o UNICEF alzarse indignados como lo hubiesen hecho si la situación fuera a la inversa. Tal vez crean que el secuestro de niños israelíes no sea un ataque a los derechos del niño. Pero, por sobre todo, hay dos cosas que están claras: la primera es que el proceso de paz está definitivamente muerto y enterrado. La segunda, que Hamás tiene que ver en esta historia.

Ahora Hamás forma parte del Gobierno de la Autoridad Palestina. Es importante recordar que el acuerdo de unidad entre las facciones palestinas fue aclamado como un paso para la paz en la región por la mayoría de las organizaciones humanitarias mundiales, por gobiernos y líderes religiosos. ¿Se acuerdan del rezo por la paz y la convivencia en los jardines del Vaticano?

Una semana después de su creación, el nuevo Gobierno palestino se declara impotente para prevenir las actividades delictivas como el secuestro y los ataques con misiles por parte de sus socios fundadores. ¿Qué tipo de Gobierno es? ¿Qué tipo de paz propone? ¿Qué poder tiene realmente Abbás? Hay dos posibilidades. O bien no cuenta nada, pero sirve como fachada política que quiere mostrar una unidad inexistente, o cuenta y es cómplice del Hamás.

El hecho es que con este tipo de personas y organizaciones, Al Fatah, Abbás, Hamás, no puede haber un camino hacia la paz. Es un momento muy difícil, no sólo para Israel. Abbás esta entre la espada y la pared. Irak tal cual la conocíamos dejó de existir y seguramente será dividida en tres estados, uno chiíta, uno sunnita y uno kurdo, la comunidad internacional que tanto apoyó la unión palestina prefiere callar y mirar hacia otro lado, consciente del error que cometió.

Hay tensión en todo Oriente Medio. Los islamistas están ganando en todas partes. Todo el castillo de naipes de mediación, las buenas intenciones e ilusiones se están derrumbando. Hay quienes dicen que para arreglar su política exterior, Obama podría alcanzar un pacto con Irán para solucionar el tema de Irak. Para que se entienda, sería como si entran ladrones a una casa y, en vez de llamar a la policía, llaman a otro grupo de delincuentes.

Sólo si distinguimos los amigos de los enemigos y salimos de la retórica que la paz se hace con buena voluntad podremos luchar contra el terrorismo sin dejarnos engañar mediante un análisis de las posiciones de forma clara y decisiva. Esta regla también se aplica a los tres niños israelíes secuestrados.

Téngase en cuenta que este secuestro es también el precio de las liberaciones de los asesinos que hizo Israel para complacer a Obama y llevar de vuelta a casa luego de cinco años de cautiverio a Gilad Shalit.

Debemos tener el valor de ser políticamente incorrectos cuando haga falta. El secuestro de Gilad, Eyal y Naftali es una tragedia humana terrible. Pero también es una señal importante. Es un cambio en la situación, que debe ser leído con atención, poniendo énfasis en los movimientos del Isis en Irak, Boko Harram en África Occidental y los grupos terroristas que ahora dominan grandes áreas de Oriente Medio. El momento es extremadamente peligroso, no puede ser manejado simplemente como una crisis humanitaria.

Desde hace años se ha reiniciado una guerra mundial que tiene la destrucción de Israel como una condición previa para la conquista de Europa y del mundo occidental. Es el momento de darse cuenta de ello.