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Tratativas con desconfianza

Mahmud Abbás y Binyamín NetanyahuEl nuevo intento de reanudar tratativas entre israelíes y palestinos, cuya gestación exigió seis viajes a Oriente Medio del secretario de Estado norteamericano, John Kerry, da sus primeros pasos en medio de una falta de confianza generalizada.

Casi todo está en contra del objetivo de reiniciar las negociaciones entre las partes estancadas desde 2010.

Si los pronósticos de Kerry se cumplen, la ministra de Justicia israelí, Tzipi Livni, y el jefe negociador palestino, Saeb Erekat, se encontrarán en Washington entre enormes dudas sobre el apoyo real que los respectivos bandos conceden a esta oportunidad.

Las dudas sobre la viabilidad de esta nueva ronda de tratativas se debe a la dificultad para superar escollos históricos. Y es que israelíes y palestinos mantienen posiciones muy distantes en asuntos tan importantes como ocupación militar de territorios, fronteras, refugiados, asentamientos y Jerusalén.

Sin embargo, ¿Podría Netanyahu considerar concesiones que cambiarían el curso de la historia del conflicto? Dudoso, sí; imposible no.

Un reporte de noticias, una muestra de buena voluntad y rumores diplomáticos de que Estados Unidos y sus socios árabes animan un cambio de postura, podrían guíar a los líderes israelíes y palestinos a entablar un diálogo para lograr un acuerdo definitivo.

La semana pasada, un funcionario israelí, citado por el diario «Haaretz», supuestamente dijo que Israel había acordado un plan de tratativas basadas en las fronteras previas a 1967 con intercambio de territorios.

El aparato de relaciones públicas del gobierno hebreo negó inmediatamente el reporte. El vocero de Netanyahu, Mark Regev, señaló que no podría imaginar quién en el ejecutivo podría afirmar semejante cosa.

Pero al mismo tiempo, Israel anunció que liberaría unilateralmente a varios prisioneros en un gesto de buena voluntad, dados los prospectos de nuevas pláticas.

Cualquiera que sea el ingrediente mágico que podría estar llevando a israelíes y palestinos a reiniciar las negociaciones, ambas partes insisten en ocultarlo.

Kerry quiere que la gente deje de adivinar de qué se trata. «Cualquier especulación o reporte que se pueda leer en los medios, son conjeturas, porque la gente que conoce los hechos no está hablando de eso», explicó al regresar a Washington.

El canciller norteamericano dijo que diría algo cuando sea el momento adecuado y lado a lado con Netanyahu y Abbás.

Los hechos ocurrieron tan rápido que podrían haber tomado desprevenidos a los líderes palestinos cercanos a Abbás. Los funcionarios están pidiendo garantías y tienen muchas preguntas. Para algunos, la esperanza está mezclada con el pesimismo forjado durante décadas de negociaciones inútiles y de relaciones sangrientas entre las partes.

El controvertido asunto de las fronteras de 1967 tendría que ser, para los palestinos, el punto de partida de la negociación y casi el único motivo para retomar el diálogo.

Desde Israel llama la atención la discreción con la que se mueve estos días Netanyahu, que guarda reserva sobre sus verdaderas intenciones en este nuevo intento de diálogo que define como «de interés vital y estratégico para Israel».

Al mandatario hebreo le interesa sobremanera mantener cohesionada su heterogénea coalición de gobierno, en la que algunos de sus miembros, incluso en el propio partido mayoritario Likud, no quieren ni oír hablar de la ocupación.

Netanyahu lidia además estos días con el anuncio de la Unión Europea de que interrumpirá la financiación a proyectos que se realicen en territorios militarmente conquistados que la comunidad internacional considera ilegales.

La UE oficializó el pasado viernes esta nueva política que entrará en vigor el próximo año.

Además, la gran mayoría de los analistas políticos de Oriente Medio dudan de las intenciones de Abbás y Netanyahu. Si buscan verdaderamente un acuerdo definitivo, esta vez tendrán que presentar posiciones bien claras sobre el significado del reconocimiento de un Estado judío y otro palestino para cada uno de ellos.