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Erdogan: Un triunfo cuestionado


La mayoría de los comentaristas en Oriente Medio y en el mundo considera que el incidente que enfrentó a extremistas islamistas turcos del barco Mavi Marmara con soldados de Tzáhal, constituyó un rotundo triunfo político del primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan.


Algunos diarios árabes lo exaltaron como un nuevo Nasser y algunos comentaristas destacaron su hábil uso político de la causa palestina que es muy popular en la calle turca. Algunos comentaristas incluso consideraron que con esta jugada de bajo costo político, Erdogan situó a su país como una potencia mayor en el ruedo diplomático del Medio Oriente que deberá ser tenida en cuenta por los países árabes y las grandes potencias occidentales.

Sin embargo, no todo fueron elogios. Tanto en Turquía como en el mundo árabe, hubo duras críticas que por lo general no fueron informadas por las agencias noticiosas.

Por ejemplo, el influyente diario turco "Hurryet" publicó dos artículos duramente críticos. El 7 de junio, el columnista Semith Idiz cuestionó las relaciones del gobierno con la organización islamista IHH y preguntó ¿Cómo un gran país como Turquía, con intereses en cuatro continentes y con una economía exportadora que necesita inversiones, puede ser arrastrada casi a una situación bélica por una organización no gubernamental?

"Para muchos dentro y fuera de Turquía, la respuesta parece ser simple. Esto pasa porque la IHH es lo que suele llamarse humorísticamente una organización gubernamental no-gubernamental. No cabe la menor duda de que el gobierno de Erdogan está política y moralmente detrás de este grupo, que según algunos ganó fama internacional y según otros notoriedad negativa."

"Esta no es la primera vez que este grupo ha puesto a Turquía en una situación difícil desde el punto de vista diplomático, luego de recibir el apoyo del Partido oficialista AKP, o Partido de la Justicia y el Desarrollo. Cabe recordar que hace unos meses, el mismo grupo trató de introducirse por la fuerza en el cruce de Rafah entre Egipto y Gaza, chocando con fuerzas egipcias y provocando tensiones entre ambos países."

"En cuanto a las imágenes que llegaron al mundo desde Turquía, fueron puramente islámicas, con hombres con turbantes y mujeres veladas cantando slogans islámicos, izando banderas verdes, e invocando el nombre de Alá ante la embajada israelí. Ciertos comentarios del Primer Ministro sólo reforzaron esta impresión, especialmente cuando le dijo a una multitud claramente islámica en Konya pocos días atrás que Hamas no es una organización terrorista."

En otra columna publicada en "Hurryet" el 7 de junio, Barcin Yinanc culpó a Israel por los militantes muertos, pero escribió que Turquía había manejado muy mal la crisis y que podía haber evitado las pérdidas de vidas. Barcin escribió entre otros conceptos: "El deber primordial de un gobierno es proteger las vidas de sus ciudadanos. Debe predecir riesgos y tomar las medidas adecuadas y no mirar los hechos desde el costado pese a que resultaba obvio que las cosas podían terminar mal. En este sentido, no estoy nada orgulloso de la manera en que mi gobierno manejó la situación que nos costó 9 vidas de ciudadanos turcos."

"En primer lugar, los funcionarios del partido gobernante no convencieron a nadie de que no podían detener al barco que llevaba ayuda humanitaria a Gaza e impedir que zarpara. Podían haberlo detenido si querían. Pero es evidente que no tenían la menor intención de hacerlo."

Más tarde el columnista pregunta : "¿Cómo puedo estar orgulloso de un gobierno que lamenta menos la muerte de víctimas del Partido del Kurdistán, PKK que las de los muertos por Israel? ¿Esto se debe a que los activistas de la flotilla se convirtieron en mártires? Yo pensé que iban a Gaza para prestar ayuda humanitaria y no por la Jihad."

También desde sectores musulmanes influyentes hubo críticas al gobierno. Unos de los predicadores islámicos más influyentes del mundo, el turco Fethullah Güllen, cuyos partidarios (que se estiman entre tres y ocho millones) manejan una red de escuelas en más de 100 países, son dueños del mayor diario de Turquía, Zaman, y cuentan con estaciones de radio, una editorial, un banco y una compañía de seguros, censuró al gobierno por su apoyo a  una acción provocativa contra el Estado judío. A su juicio, si había un objetivo de ayuda humanitaria a Gaza lo más prudente hubiera sido obtener un permiso de las autoridades israelíes.

Por lo demás, los sectores laicos y pro-occidentales no están nada convencidos de que abandonar las ambiciones europeístas del país para meterse en la turbulenta competencia por el liderazgo de la calle árabe jugando a la carta radical contra Israel, sea una buena opción política para el país.

Todavía no está nada claro si en la próxima contienda electoral, la nueva política turca habrá de beneficiar al islamismo del Partido de Erdogan o va a reforzar a las fuerzas laicas y democráticas.

Lo que sí es claro es que generó una legítima desconfianza en Europa hacia el partido que detenta el poder en Ankara y su líder. No parece ser casual, que, como lo revelara el "Economist" de Londres, en recientes manifestaciones contra Israel y en apoyo a la flotilla turca algunos manifestantes llevaran retratos de Hitler.