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Palestinos al servicio de Bibi

Si los palestinos no fueran a la ONU, Netanyahu debería haber inventado por sí mismo dicha maniobra. El ineficaz intento de internacionalizar el conflicto sirve para rescatar a su gobierno de un curso acelerado sobre cómo negociar una mejor partición de Cisjordania y Jerusalén.

Binyamín Netanyahu no es ningún tonto. ¿Por qué habría de perderse la oportunidad de recordarle al pueblo de Israel que el mundo está contra nosotros y que necesitamos aunar esfuerzos en la lucha contra la deslegitimación?

Frente al declarado compromiso de EE.UU de utilizar su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, Netanyahu puede permitirse bromear libremente afirmando que la "automática mayoría anti-israelí de la ONU también podría votar a favor de que el mundo es plano". Lo más importante es que Israel cuenta con una mayoría garantizada en el Congreso norteamericano. Es una pena que en 1975 todas las "Avenidas de las Naciones Unidas" que había en Israel hayan sido entonces renombradas como "Avenidas del Sionismo" en respuesta a la resolución de la ONU que describía al sionismo como racismo. Sin embargo, no hay nada que temer: Bibi sabrá encontrar alguna adecuada medida de represalia para erguir el cerebro judío de cara a los opresores de Israel.

Si los palestinos no fueran a la ONU, Netanyahu debería haber inventado por sí mismo dicha maniobra. El ineficaz intento de internacionalizar el conflicto sirve para rescatar a su gobierno de un curso acelerado sobre cómo negociar una mejor partición de Cisjordania y Jerusalén. En cuanto a Netanyahu, cualquiera sea el precio que Israel deba pagar (también en moneda extranjera) sólo para adquirir otra inútil resolución de la ONU - opuesta a la posición de Estados Unidos y probablemente privada del apoyo de los principales países europeos - será todavía mucho menor que el importe de entrada a la trampa política de negociación establecida sobre la base de los principios propuestos por el presidente Obama.

La aceptación de la fórmula del mandatario de EE.UU para llevar a cabo las conversaciones sobre la base de las fronteras de 1967, con intercambios de territorio consensuados, no es poca cosa. El alma mater ideológica de Netanyahu y el campo político en el que se sitúa hoy afirma que las tierras de Cisjordania (o, en sus términos, Judea y Samaria) no constituyen "territorios ocupados". Para él son "territorios en disputa", y por lo tanto cualquier reclamo de soberanía sobre estas áreas por parte de Israel es tan legítimo como el realizado por los palestinos.

Por lo que a Bibi respecta, la Ciudad Vieja y las aldeas árabes anexas a Jerusalén no son negociables, en tanto constituyen "una parte inseparable de Israel". La apertura de las negociaciones sobre la base de las fronteras de 1967 pronto habrán de dejar al descubierto el hecho de que el mito de las "fronteras indefendibles" oculta en realidad un oscuro deseo de bienes raíces. Pronto se hará evidente que los bloques de asentamientos de Netanyahu son mucho más grandes que aquellas tierras del lado israelí de la Línea Verde que él está dispuesto a entregar.

Y aún no hemos dicho nada de las colinas orientales ni de la exigencia de que Tzáhal mantenga sus tropas apostadas en el Valle del Jordán durante las próximas décadas.

Teniendo en cuenta las enormes brechas entre las partes, EE.UU, en su rol de dama de honor principal de la movida, tendrá que sugerir un compromiso. En el escritorio de Obama está disponible aún el boceto trazado por el ex presidente Bill Clinton en 2000 - 94 a 96 por ciento de Cisjordania se convertirá en Palestina, además del 3.1 por ciento proporcional de intercambios de territorio, incluyendo los barrios árabes de Jerusalén y la soberanía sobre el Monte del Templo, excepto el Muro de los Lamentos.

Aún en el caso de que Obama obtuviera un generoso descuento de los palestinos, Netanyahu encontraría más fácil la conversión al islam que la firma de un acuerdo de ese tipo; incluso si el precio a pagar es una ruptura con EE.UU.

Afortunadamente para Bib, una vez más los palestinos están retrasando cortésmente la hora de la verdad (o de la mentira). Steven Simon, el nuevo consejero para Oriente Medio en la Casa Blanca, declaró este fin de semana que el principal asesor palestino, Saeb Erekat, le aseguró que los palestinos renunciarán a la movida ante la ONU si Israel acepta los principios de Obama. En otras palabras, los palestinos le están cediendo a Netanyahu el poder de veto sobre aquellas negociaciones que él evita como a una epidemia.

Cuando entrevisté a Erekat durante el 15º aniversario de la Conferencia de Madrid de 1991, él afirmó que el liderazgo de la OLP había decidido sumarse a la medida porque no creyó ni por un instante que el entonces primer ministro Itzjak Shamir tuviera realmente la intención de negociar el futuro de los territorios.

Yasser Arafat superó exitosamente todos los obstáculos levantados por Shamir, incluyendo la integración de los representantes palestinos en la delegación jordana. "Él no era capaz de comprender lo que nosotros sí; que las cosas evolucionarán de forma natural y que los que tratan de detener la movida terminarán desapareciendo", me dijo Erekat antes de concluir: "Conozco a los israelíes y sé que la mayoría de ellos están interesados en la paz, y que Shamir perderá su puesto".

¿Por qué entonces Erekat y sus colegas están tan interesados en mantener en el poder al renovado gemelo de Shamir?

Fuente: Haaretz - 14.6.11
Traducción: www.argentina.co.il