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¡Liberen a Willy!


Con un formato parecido al de aquella popular película "Liberen a Willy", de la cual se hicieron varios episodios, hoy se está escribiendo un nuevo guión, provisionalmente titulado "Liberen a Mahmud Abbás".

Como consecuencia de la "victoria" de Hamás, Tzáhal pretende fortalecer a Mahmud Abbás a través de una serie de gestos. Desde un editorial de Haaretz se ha recomendado que Netanyahu escuche el consejo del ejército, como si Abbás mereciera una compensación por la contundente liberación de prisioneros ganada por Hamás.

Dov Weisglass, ex asesor de Ariel Sharón en materia de (entre otras cosas) relaciones con los árabes, escribió en Yediot Aharonot que debe protegerse a Abbás, ya que la ayuda otorgada a Hamás constituye un "terrible golpe a la Autoridad Palestina".

Para decirlo de un modo macabro, las propuestas de compensaciones a Abbás suponen que él no mató a un número suficiente de judíos ni capturó suficientes rehenes como para extorsionar a la opinión pública israelí, y que, por lo tanto, transfirió la propiedad principal de la lucha violenta a Hamás.

No sé si es trabajo de Tzáhal ejecutar propuestas que competen directamente a la autoridad del gobierno. En cualquier caso, si se hubieran hecho tales recomendaciones en el pasado, no siempre habrían tenido éxito. Mahmud Abbás ya es grande y sabe exactamente lo que quiere y lo que no.

Hasta cierto punto, existe una identidad de intereses entre los líderes de Israel y la Autoridad Palestina. Ambas partes desean alcanzar realmente un acuerdo de paz basado en mutuas concesiones, pero no están haciendo exactamente un gran esfuerzo por agarrar al toro por las astas. Mahmud Abbás vive bien en Ramallah y disfruta mucho de las reuniones con personajes importantes y enviados internacionales. Incluso llevó a Bibi con él a una serie de excursiones alrededor del mundo.

Si Mahmud Abbás quisiera realmente establecer un Estado palestino, se aprovecharía del compromiso expresado por Netanyahu en su último discurso programático de Bar-Ilan en favor de la solución de dos estados. Antes de que Netanyahu llegara al poder, Abbás mantuvo estrechas negociaciones con Ehud Olmert, Tzipi Livni y Ehud Barak, quienes realmente anhelaban un acuerdo de paz. Él también podría haber aceptado las propuestas presentadas por los tres. Durante años, se liberaron prisioneros por él; recibió asistencia para la formación de fuerzas de seguridad; se le ayudó a obtener dinero de los estadounidenses y recibió ofertas de intercambio de territorios. Sin embargo, a pesar del buen clima de aquellas conversaciones, él se limitaba a decir "no".

Uno de los participantes de las conversaciones informó que, a pesar de que Abbás era un inflexible opositor, se comportó además como un no-socio muy convincente. Esto contrasta con Yasser Arafat, que fue capaz de intercalar el proceso de paz de Oslo entre dos intifadas. La justificación para conferir el Premio Nobel de la Paz a Arafat fue similar a la que fundamentó la entrega del galardón a Obama: la habilidad para hacer pompas de jabón. La excusa citada por Arafat fue que el fundador del movimiento de liberación palestino no puede darse el lujo de ser recordado históricamente como la persona que aceptó dividir el territorio renunciando a la Gran Palestina. Eso significa que no sólo Israel es el objetivo, sino también Jordania. No es ninguna coincidencia que el rey Hussein y su sucesor hayan insistido en que el Valle del Jordán proseguirá en manos de Israel en caso de lograrse un acuerdo.

Con la ayuda de Salam Fayyad, Mahmud Abbás ha logrado hacer cosas buenas para los residentes de la Autoridad Palestina. Ha despertado su apetito por el gusto de una vida segura y normal. Este logro es similar al alcanzado por la población judía antes del establecimiento de Israel.

Sin embargo, en lugar de insistir en toda clase de condiciones de negociación, mostrándose herido y enojado dos o tres veces a la semana, Abbás debería haber obligado al gobierno israelí a honrar su declarado compromiso con un acuerdo de paz.

La estratagema utilizada por la Autoridad Palestina para lograr el reconocimiento unilateral en la ONU fue un obstáculo para la paz y una receta para la continuación del conflicto. Además fortaleció a figuras como Liberman y a los extremistas del Likud. Los estados islámicos, que se negaron a reconocer al Estado palestino en 1947, son actualmente más numerosos y más extremistas en su carácter, y serán ellos los responsables de la próxima tragedia que sobrevenga sobre los palestinos.

Abbás puede afirmar que Netanyahu no desea realmente un acuerdo de paz. De hecho, la construcción en Jerusalén, realizada precisamente ahora, levanta sospechas. Sin embargo, con la exacerbación de los insultos o las amenazas de renuncia, Abbás solamente está ayudando a los extremistas a desbaratar cualquier convenio.

Algunas recomendaciones para Abbás: No preste atención a Liberman cuando afirma que su renuncia sería una bendición, y que hasta incluso le enviaría una caja de chocolates. Tampoco tome en serio aquellas propuestas que sugieren que Israel debe llevar a cabo negociaciones con Hamás. Tras completar su empeño por liberar a todos los terroristas, Hamás centrará todos sus esfuerzos en ganar el control de la Autoridad Palestina y tratará de socavar todo lo que usted ha conseguido hasta ahora. Lo cual no es en absoluto para su bien o para el nuestro.

Cuando Abbás desee realmente alcanzar un acuerdo, aquí estamos para resguardarlo de sí mismo. Aquellos que en su momento supieron cómo ganar las calles en tropel para protestar por el precio del queso cottage y la vivienda, sabrán cómo poner al revés todo el orden establecido a fin de ganar paz.

Fuente: Haaretz - 31.10.11
Traducción: www.argentina.co.il