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El «dos por uno» de Oriente Medio

Están sucediendo tantas cosas en Oriente Medio, que resulta imposible captarlo todo con una sola opinión. Así que, marchen dos al precio de una.

Primera opinión: Haaretz, el periódico israelí, informó la semana pasada que el líder palestino Marwan Barghouti, actualmente preso, publicó una inusual declaración desde su celda. Llamó a su pueblo a iniciar un levantamiento popular en contra de Israel; a detener las negociaciones y la coordinación en materia de seguridad, y a boicotear al Estado judío. Barghouti recomendó a su gente que elija la oposición no violenta. Barghouti, tal como señaló Haaretz, «es el más auténtico líder que ha dado Al Fatah, y el que puede conducir a su pueblo hacia un acuerdo. ...Si Israel hubiera querido alcanzar un acuerdo con los palestinos, ya lo habría dejado en libertad».

Yo llegué a conocer a Barghouti antes de que recibiera las cinco cadenas perpetuas por su participación en la matanza de israelíes. Su llamado a ejercer la resistencia no violenta es notable y constituye la última de una serie de llamamientos realizados a y por palestinos - de todas las procedencias - para convocar a su propio «despertar árabe», pero sin llegar al uso de la violencia, a través de la desobediencia civil o el boicot a Israel, a asentamientos o a productos israelíes.

Soy capaz de captar la eficacia de la resistencia no violenta por parte de los palestinos contra la ocupación israelí de Cisjordania, con una condición: Que acompañen cualquier boicot, sentada o huelga de hambre con un mapa detallado del acuerdo definitivo de dos Estados que ellos pretenden. El simple llamado a «poner fin a la ocupación» no solucionará el problema.

Los palestinos deben acompañar cada boicot, cada huelga de hambre o cada piedra que arrojen a Israel, con un mapa que defina claramente los términos bajo los cuales ellos estarían dispuestos, por la paz, a aceptar la devolución de un 95% de Cisjordania y todos los barrios árabes de Jerusalén Oriental, y a canjear el otro 5% por territorio dentro del Israel anterior a 1967.

Un acuerdo de ese tipo permitiría que un 75% de los colonos judíos permanezca en Cisjordania, al tiempo que se devuelve a los palestinos el 100% del territorio.

Comprometiéndose, por una parte, a ejercer la desobediencia civil no violenta en Cisjordania, y por la otra, a llevar el mapa de una solución de dos Estados razonable, los palestinos adoptarán la única estrategia capaz de poner fin a la ocupación israelí: Hacer sentir a los israelíes moralmente vulnerables pero estratégicamente seguros. La Ley de Hierro del proceso de paz establece que, aquél que haga sentir moralmente insegura a la silenciosa mayoría israelí en lo relativo a la ocupación, pero estratégicamente segura en Israel, gana.

Después del viaje de Anwar Sadat a Jerusalén, los israelíes supieron que no había manera moralmente válida de mantener el Sinaí bajo su control, y en términos estratégicos, dejaron de sentir la necesidad de hacerlo. La primera Intifada, que se centró en el lanzamiento de piedras, les otorgó a los palestinos Oslo. La segunda Intifada, centrada en atentados suicidas contra restaurantes de Tel Aviv, les dio la cerca de seguridad y separación en Cisjordania; los israelíes se sintieron lo suficientemente inseguros en términos estratégicos, y moralmente seguros, para encerrar a todos los palestinos en una gran cárcel. Actualmente, nada hace sentir a los israelíes más estratégicamente inseguros y moralmente seguros que el demencial bombardeo a Israel desde Gaza por parte de Hamás, incluso después de que Israel se ha retirado unilateralmente.

Una tenaz y perturbadora desobediencia civil palestina en Cisjordania, junto con un mapa que defina un acuerdo susceptible de ser aceptado por la mayoría de los israelíes, es precisamente lo que haría sentir a los israelíes vulnerabilidad moral, a la vez que seguridad estratégica, reactivando así el campo israelí para la paz. Se trata de la única estrategia palestina temida por el primer ministro Bibi Netanyahu, aunque él está convencido de que los palestinos nunca habrán de adoptarla: Netanyahu piensa que no forma parte de su cultura. ¿Le tendrán reservada una sorpresa?

Segunda opinión: Uno de los tópicos más trillados sobre Oriente Medio hoy en día es el que afirma que el despertar árabe - debido a que no se centró en la cuestión israelí-palestina - sólo demuestra que aquel conflicto no era tan importante. Por el contrario, se sostiene que toda la atención debería estar puesta sobre Irán, día y noche.

Lo cierto es que el despertar árabe ha hecho que un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos resulte más urgente que nunca por dos razones. En primer lugar, ahora está claro que las autocracias árabes están siendo reemplazadas por partidos islamistas-populistas. Y en Egipto, en particular, a nadie escapa que el tratado de paz con Israel será una cuestión clave en las elecciones. En este contexto, si estalla la violencia palestino-israelí en Cisjordania, no habrá ningún modo de evitar - el papel desempeñado por el ex presidente Hosni Mubarak - que las llamas se propaguen directamente a las calles egipcias.

Por otra parte, con el ascenso de los islamistas en Túnez, Libia, Egipto y Siria, israelíes y palestinos tienen un incentivo mayor que nunca para crear un modelo alternativo en Cisjordania - un Singapur - que demuestre que, en conjunto, ellos pueden dar a luz a un Estado palestino, donde los árabes musulmanes y los cristianos, hombres y mujeres, puedan prosperar en un contexto laico, respetuoso de las creencias religiosas; de libre mercado y democrático, junto con un Estado judío. Tal es la mejor dirigencia palestina con la que Israel podría asociarse.

Una de las razones que explican porque el mundo árabe se ha estancado, mientras que Asia, en cambio, no ha dejado de prosperar, es que los árabes no contaban con buenos modelos locales que imitar - la forma en que Taiwán pudo imitar a Japón o a Hong Kong. La promoción de un modelo de ese tipo - que habría de contraponerse diariamente a los modelos islamistas combativos de Gaza y de otros sitios - constituiría un enorme recurso a largo plazo para Israel, a la vez que ayudaría a dar forma al mundo a su alrededor.

Fuente: The New York Times - 10.4.12
Traducción: www.israelenlinea.com

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