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Una tregua que no existió

Lanzador de misiles en GazaTodo es cuestión de números. Cuando este miércoles por la tarde fueron disparados en una hora y media 60 cohetes desde la Franja de Gaza hacia el sur de Israel y las alarmas sonaron desde Beer Sheva y Netivot hasta Sderot y varios kibutzim en la zona de Eshkol, la organización terrorista Yihad Islámica que reivindicó el ataque, declaró: «Terminó la tregua».

Tres de los cohetes fueron interceptados por la batería antimisiles «Cúpula de Hierro». Dado que ésta es activada únicamente cuando su radar «capta» que de lo contrario los misiles impactarían en una zona habitada, conocer este dato basta para imaginar qué habría podido suceder si habría una falla técnica, por ejemplo, y los proyectiles estallaban en medio de una gran ciudad.

En realidad, uno cayó en un barrio de Sderot, pero afortunadamente no explotó sobre ninguna casa.

Y en el momento de escribir estas líneas, recibimos un comunicado: vuelven a sonar las alarmas en Sderot y todo el sur.

Más allá del dramatismo del comunicado de la Yihad Islámica y del hecho que indudablemente la lluvia de cohetes de este miércoles fue la más intensa lanzada hacia Israel en mucho tiempo - desde el operativo «Pilar Defensivo» - ya antes de la misma no se podía hablar de una tregua plena en el sur.

Desde el comienzo del año y hasta este nuevo ataque, ascendía a 60 el número de cohetes disparados hacia el sur del país. Tomando en cuenta que estamos a 14 de marzo, ello da un promedio aproximado de un cohete cada día y medio. No se percibe exactamente así en el terreno - y lo planteamos en estos términos sólo para comprender el número - porque puede haber dos o tres semanas absolutamente tranquilas y luego, varios cohetes en un día. ¿Eso es una tregua?

Claro; para quienes viven desde hace años períodos insoportables de alerta continua, de noches enteras en los refugios, de semanas sin saber cuándo sonará la alarma, si será cuando los niños están en camino a la escuela o cuando justo no se hallen cerca de un refugio, cuando hay silencio durante algunas semanas, se abraza la «calma». Esto, aunque nos consta que la población de la zona vive con la certeza de que es sólo cuestión de tiempo «hasta el próximo estallido». Pues llegó esta semana.

Claro está que la Yihad Islámica acusa a Israel de haber roto «las reglas del juego» al matar el martes a tres de sus miembros «invadiendo territorio palestino en Gaza». El pequeño detalle que los islamistas no aclaran, es que su célula estaba lanzando morteros hacia una patrulla israelí en la frontera y que fue por eso que los soldados cruzaron para frenarlos. Finalmente, fueron eliminados desde el aire.

En la Franja de Gaza hay una lucha de poder y el precio, como suele suceder, lo paga Israel.
 
La organización Hamás que gobierna la franja desde junio del 2007, continúa preparándose para un nuevo enfrentamiento con Israel, pero en este momento no tiene interés en el mismo porque la situación regional no le favorece. La destitución del presidente Muhamed Mursi, de los Hermanos Musulmanes, y la prohibición de toda actividad de Hamás en Egipto, ha sido el último golpe que recibió la organización.

La Yihad Islámica lo desafía, abiertamente apoyada, armada y financiada por Irán, que por un lado quiere volver a acercarse a Hamás, al que siempre apadrinó, pero por otro quiere castigarlo por haber abandonado a Siria, aliado de Teherán.

Cabe recordar que Hamás tuvo durante mucho tiempo su comandancia en Damasco y que se sintió finalmente obligado a dejarla, no por desavenencias ideológicas, sino porque no tenía cómo explicar que mantiene su presencia en un país donde un régimen predominantemente alawita y cercano a los chiítas, masacra diariamente tantos árabes sunitas.

La tensión interna en Gaza deriva también en una línea más militante aún de parte de la Yihad Islámica, que armada de misiles iraníes en grandes cantidades, desafía tanto a Israel como a Hamás.

Y sinceramente, apartándonos un poco de este análisis, hay un pensamiento quizás ingenuo que nos embarga y que atañe a la base de todo esto. ¿Para qué? ¿A qué quieren llegar estos grupos radicales palestinos? ¿Cuál es la lógica que persigue la Yihad Islámica y que siempre persiguió también Hamás, por más que ahora le convenga más mantener la calma? ¿En qué aportan a su pueblo con este enfoque? ¿Por qué no dedican sus esfuerzos, sus energías y los millones y millones que gastan en armas, al desarrollo de la sociedad palestina?

Habrá quienes digan «¿pero acaso olvidó esta mujer los crímenes de Israel que ocupa Gaza?». Conocemos el tono y conocemos la retórica. Por eso, nos permitimos recordar que desde setiembre de 2005 no hay ni un soldado israelí en la Franja de Gaza. Sí, Israel se fue, cerró la puerta y se llevó en parte la llave, porque cuando del otro lado hay un régimen declaradamente enemigo, las fronteras no pueden estar abiertas como si nada.

A pesar de ello, todos los días pasan mercaderías de Israel a Gaza y pacientes en situación especialmente grave también reciben tratamiento médico en Israel.

Cabe recordar que el otro pasaje fronterizo, el que conecta a Gaza con el vecino Egipto, en Rafah, está cerrado, a pesar de las protestas palestinas. Y eso que son sus «hermanos árabes».

¿Será porque el propio Egipto desconfía de Gaza no menos que Israel?

Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay