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El miedo a Kerry

John KerryEs bastante claro ahora que el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, será ya sea la salvación diplomática de Israel o el fanático diplomático más peligroso que el Estado judío haya encontrado alguna vez.

Sin embargo, no hay ya mucho espacio para nada intermedio. Este es uno de esos inusuales momentos de «pago por función» de la política exterior. Agarren un sillón. Esto no se ve todos los días.

Esencialmente, lo que Kerry se está atreviendo a poner a prueba es una cuestión que todos han querido evitar: ¿Está la situación entre israelíes y palestinos a cinco minutos de la medianoche o cinco minutos después de medianoche, o incluso la una de la madrugada - más allá de la diplomacia?

Esto es, ¿Se ha vuelto Israel tanto más poderoso que sus vecinos que una negociación simétrica es imposible, particularmente cuando los palestinos no parecen dispuestos o capaces de montar otra Intifada que pudiera obligar la retirada de Cisjordania? ¿Se ha vuelto la región alrededor de Israel tan inestable que cualquier retiro de cualquier lugar es impensable? ¿Acaso el número de judíos israelíes que ahora vive en el este de Jerusalén y Cisjordania se ha vuelto tan grande - más de 540 mil - que son inamovibles?

Además, ¿Se ha agrandado la retórica palestina sobre el derecho a regresar tan profundamente en su política?

Así que cuando se suma todo, ¿Se vuelve una fantasía esperar que cualquier líder israelí o palestino tenga la fuerza para hacer las descomunales concesiones que hacen falta para una solución de dos Estados?

El presidente Obama está dejando que Kerry pruebe todo esto. Kerry lo ha hecho con una implacabilidad fanática - ya perdí la cuenta de sus visitas a este lugar -, pero altamente sofisticada. Después de permitir que ambas partes chocaran cabezas infructíferamente durante seis meses, él ahora planea presentar un acuerdo marco propio que determine lo que Washington ve como las concesiones fundamentales que los israelíes y los palestinos necesitan hacer para un acuerdo justo y duradero.

Se prevé que el «Plan Kerry», que probablemente sea revelado pronto, se pronuncie por un final del conflicto y todos los reclamos, tras un retiro gradual de los israelíes de Cisjordania - con base en las fronteras de 1967 -, con arreglos de seguridad sin precedente en el estratégico valle del Jordán. El retiro israelí no incluirá ciertos bloques de asentamientos, pero Israel compensará a los palestinos por ellos con territorio israelí. Pedirá que los palestinos tengan una capital en el este árabe de Jerusalén y que los palestinos reconozcan a Israel como el Estado nación del pueblo judío. No incluirá ningún derecho a regresar para refugiados palestinos a territorio israelí.

Kerry prevé y espera que tanto el primer ministro de Israel, Binyamín Netanyahu, como el presidente palestino, Mahmud Abbás, declaren que pese a sus reservas con respecto a uno y otro elemento en el marco estadounidense, lo usarán como base de negociaciones ulteriores.

Es ahí donde las cosas se pondrán interesantes. Funcionarios estadounidenses y de Israel que tienen contacto cercano con Netanyahu, lo describen como alguien dividido entendiendo claramente que es necesario algún tipo de solución de dos Estados para la integridad de Israel como un Estado judío y democrático que tenga fuertes lazos con Europa y Occidente, los cuales son vitales para la economía israelí.

Sin embargo, Bibi sigue abrigando un profundo escepticismo con respecto a las intenciones palestinas; o como él mismo dijo: «No quiero un Estado binacional, pero tampoco quiero otro Estado terrorista que empiece a atacarnos».

No obstante lo anterior, su base política, misma que él fomentó, no quiere que Netanyahu dé una vuelta en U. Razón por la cual - aunque Bibi ya empezó a preparar el terreno para el plan de Kerry -, si él procede sobre esa base, incluso con reservas, es probable que su coalición colapse. Perdería una gran parte de su propio partido, el Likud, y todos sus otros aliados de la ultraderecha nacionalista y religiosa.

En pocas palabras, para que Netanyahu vaya adelante, tendrá que construir una nueva base política en torno a partidos centristas. Para hacer eso, Bibi tendría que convertirse, en cierto grado, en un nuevo líder; tendría que superar su propia ambivalencia innata sobre cualquier trato con los palestinos para convertirse en el vendedor de Israel más vocal y entusiasta por una fórmula de dos Estados, de lo contrario nunca sería aprobado.

«En la política nada es tan riesgoso como una vuelta en U o tan desafiante como una vuelta en U exitosa», afirmó Gidi Grinstein, presidente del Instituto Reut, prominente grupo de estrategia israelí. «Se requiere de la desvinculación gradual de los mayores partidarios propios, quienes lamentablemente se convierten en los enemigos más acérrimos, al tiempo que se forma una nueva coalición de seguidores, integrada de ex opositores. En un cauto baile de dos pasos adelante y uno atrás, los líderes que dan vueltas en U deben cambiar su centro de gravedad política de la base anterior a su futura plataforma».

Si los palestinos y los israelíes encuentran una forma de proceder con el plan de Kerry, todo seguirá siendo posible. El éxito difícilmente está asegurado, pero demostrará que aún no es medianoche. Pero si cualquiera de ellos o ambos no coinciden, Kerry tendría que llevar su misión a su conclusión lógica y fanática y declarar el final de la solución de dos Estados. Si no, perdería credibilidad.

Si y cuando ello ocurra, Israel, que controla los territorios, tendría que emprender una retirada unilateral, vivir con las implicaciones moralmente corrosivas y mundialmente aislantes de una permanente ocupación de Cisjordania o diseñar un nuevo marco de un Estado para dos pueblos.

Así que es ahí donde estamos: israelíes y palestinos necesitan entender que la misión de Kerry es el último tren a una solución negociada de dos Estados.

El siguiente tren es el que viene hacia ellos.

Fuente: The New York Times
Traducción: www.israelenlinea.com