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La Intifada europea

Durante ya cierto tiempo me he preguntado por qué no ha habido una tercera Intifada. Esto es, ninguna insurrección palestina en Cisjordania, la primera de las cuales contribuyó a impulsar el proceso de paz, en tanto la segunda - con más munición viva del lado israelí y atentados suicidas del lado palestino - condujo al rompimiento de los Acuerdos de Oslo.

Los palestinos ofrecen muchas explicaciones: Ellos son demasiado pobres, están demasiado divididos, demasiado cansados o se percatan de que estas insurrecciones, a final de cuentas, les causaron a ellos más mal que bien, particularmente la segunda.

Pero estando en Israel, salta a la vista que está en marcha una tercera Intifada. Es la que Israel siempre más temió: no una Intifada con piedras o atacantes suicidas con bombas, sino impulsada por resistencia no violenta y un boicot económico.

Sin embargo, esta tercera Intifada no está encabezada realmente por palestinos en Ramallah, sino por la Unión Europea en Bruselas y otros oponentes de la ocupación israelí de Cisjordania a lo largo del mundo. Pero, sin consideración al origen, se está convirtiendo en una verdadera fuente de influencia para los palestinos en sus negociaciones con Israel.

El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, fue denunciado hace poco por dirigentes israelíes por haber advertido en público que el boicot y la campaña enfocada a deslegitimizar a Israel sólo se volverá más fuerte, si fallan las presentes negociaciones de paz. Sin embargo, Kerry está en lo correcto.

El ministro de Finanzas israelí, Yair Lapid, declaró a la radio militar de Israel que si no se alcanzaba una solución de dos Estados con los palestinos, «eso le pegará al bolsillo de cada israelí». La economía israelí depende de la tecnología y exportaciones agrícolas a Europa y de inversiones europeas en sus industrias de alta tecnología.

Con base en Lapid, incluso un boicot limitado que redujera las exportaciones israelíes en 20% le costaría a Israel más de 5 mil millones de dólares al año, así como miles de empleos. Es por eso que él agregó: «Israel no conducirá su política con base en amenazas. Sin embargo, pretender que las amenazas no existen, o que no son serias, o que no es un proceso que ocurre ante nuestros ojos, tampoco es serio».

El diario israelí «Haaretz» informó que la mayor empresa de administración de fondos de pensión de Países Bajos, PGGM, «ha decidido retirar todas sus inversiones de los cinco mayores bancos de Israel porque tienen sucursales en Cisjordania y/o están involucrados en el financiamiento de construcción en los asentamientos».

Además, «The Jerusalem Post» publicó que el Danske Bank, el mayor banco de Dinamarca, ha decidido que boicoteará al Bank Hapoalim de Israel por razones «legales y éticas» relacionadas con sus operaciones en los asentamientos.

Esta tercera Intifada, en mi opinión, tiene mucho más potencial de tener un efecto a largo plazo porque, a diferencia de las primeras dos, está coincidiendo con la oferta del presidente palestino, Mahmud Abbás, como parte de un trato de dos Estados, permitirles a tropas israelíes permanecer durante cinco años conforme efectúan un retiro gradual de Cisjordania a las fronteras de 1967, así como permitir después que fuerzas de la OTAN encabezadas por Estados Unidos llenen cualquier vacío estratégico para brindarle tranquilidad a Israel.

Para decirlo de otra forma, la tercera Intifada se fundamenta en una estrategia de hacer que los israelíes se sientan seguros estratégicamente, pero moralmente inseguros.

Las primeras dos intifadas fallaron al final porque nunca incluyeron una propuesta de una solución de dos Estados y arreglos de seguridad. Fueron más bien estallidos burdos de ira en contra de la ocupación. No se puede mover a la mayoría silente de los israelíes cuando se les hace sentirse estratégicamente inseguros y moralmente seguros, lo cual es lo que Hamás hizo con su lunático bombardeo a Israel después de que se retiró de Gaza; pocos israelíes se molestaron en devolverles el ataque. Sin embargo, el presidente de Egipto, Anwar Sadat, obtuvo todo lo que deseaba haciendo sentir a los israelíes estratégicamente seguros, pero moralmente inseguros con respecto a controlar cualquier parte de su tierra.

Esta tercera Intifada también está cobrando fuerza debido a la salida de escena de dos líderes claves: Nelson Mandela y el ex presidente iraní Mahmud Ahmadinejad.

Para Israel, Ahmadinejad fue el regalo que no dejaba de dar: un presidente iraní que negó el Holocausto y despreció esfuerzos mundiales por convencer a Irán de que cesara la construcción de una bomba nuclear. Era difícil quererlo. El reemplazo de Ahmadinejad por Hassan Rohani, amigable y reconocedor del Holocausto, es mucho más problemático para Israel.

Sin embargo, mi instinto me dice que la muerte de Mandela ha dejado a muchos de sus seguidores buscando forma de rendirle homenaje a su legado y continuar su obra. En algunos campus universitarios, la han encontrado: boicoteando a Israel hasta que termine la ocupación de Cisjordania.

Los israelíes están en lo correcto en sospechar que algunos de los que participan en el boicot utilizan esta causa para enmascarar antisemitismo, dado cómo se aíslan específicamente fechorías de Israel. Sin embargo, eso no significa que la implantación de 350 mil colonos en Cisjordania y hacer la vista gorda a docenas de asentamientos ilegales - que incluso Israel considera «ilegales» - esté en el interés del Estado judío  o sea inteligente.

Si Israel realmente quisiera desacelerar la campaña del boicot, declararía que mientras Kerry esté intentando forjar un trato, y haya esperanza de éxito, congelará toda actividad de asentamientos para darle a la paz su mejor oportunidad.

Es improbable, lo sé. Sin embargo, hay algo que también sé con certeza: este incesante ataque a Kerry por parte de ministros israelíes, aunado a su demandas de que los palestinos detengan toda «incitación» - pero que Israel sea libre de construir asentamientos incluso así - no le está granjeando amigos a Israel en Europa o Estados Unidos.

Eso tan sólo está vigorizando a la gente del boicot.

Fuente: The New York Times
Traducción: www.israelenlinea.com