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Cemento israelí sepultó Estado palestino

El repentino traspié electoral de la lista conjunta Likud-Liberman junto a la sorpresiva cosecha de votos de Lapid en las últimas elecciones desató la imaginación de reconocidos politólogos y experimentados políticos. «En la conformación de su nuevo Gobierno, Netanyahu será presionado por Lapid» [1]. «Todo depende de Lapid. Él ahora puede pedir absolutamente lo que quiera y se lo van a tener que conceder. Netanyahu necesita a Lapid» [2]. Para Shaul Mofaz, líder de Kadima, «el centro se fortaleció. Netanyahu lo tendrá que tener en cuenta» [3]{jathumbnail off}.

La constitución del nuevo Gobierno, en Marzo de 2013, trasmitió la sensación que estos distinguidos analistas políticos tenían mucha razón. En primer lugar Netanyahu rompe la histórica y legendaria alianza del Likud con partidos religiosos ultraortodoxos, tradicionalmente intransigentes y sostén de la política de conquista territorial de Cisjordania. Para completar el giro táctico, Netanyahu incorpora a la coalición gubernamental dos partidos, Hatnuá y Yesh Atid de Yair Lapid, ambos con plataformas políticas con fuerte inclinación a promover acuerdos con los palestinos basados en concesiones territoriales y la imperiosa necesidad de crear su Estado independiente en Cisjordania.

No menos significativo, y coincidente con un aparente viraje político de Netanyahu, fue su decisión de nombrar a Tzipi Livni, líder del partido Hatnuá, como responsable de las negociaciones con los palestinos ahora patrocinadas por el canciller norteamericano John Kerry.

Sólo fueron necesarios unos pocos meses para que todo el mundo pueda, aunque no quiera, convencerse nuevamente de la astucia y destreza política del premier israelí que una y otra vez confunde con mucha facilidad hasta los más experimentados analistas, se aprovecha hábilmente de sus contrincantes políticos y ante una incomprensible pasividad general logra concretar paso a paso sus programas sin moverse prácticamente de su principal objetivo original: la conquista definitiva de Cisjordania.

En un esfuerzo de asemejarse al legendario Begin de 1977, Netanyahu aprovechó la recepción al presidente de Francia en el Parlamento israelí para invitar al líder palestino Mahmud Abbás a la Knéset. «Netanyahu se valió de la ocasión para enviar un mensaje a Ramallah: Llamo a Mahmud Abbás: ven, rompamos el hielo; ven a la Knéset; yo iré a Ramallah» [4].

Tan sólo fueron necesarias dos semanas para captar el carácter hipócrita del llamado del premier israelí y develar que su máxima preocupación no es conducir un rompehielos, sino con mucho sigilo continuar esparciendo cemento israelí a lo largo y ancho de Cisjordania para enterrar toda posibilidad de viabilidad de un futuro Estado palestino independiente.

A fines de septiembre de este año se cumplieron los primeros sei meses desde que entrara en funciones el presente Gobierno de Netanyahu. En estos días la Oficina Central de Estadísticas de Israel publicó el informe periódico de la iniciación de construcción de viviendas. Según este reporte, el número de viviendas cuya construcción en Cisjordania comenzó justamente en este primer medio año del presente Ejecutivo (Abril-Septiembre 2013) no se retrotrajo, ni siquiera se estabilizó sino que se disparó en proporción geométrica.

El cuadro a continuación refleja que el ritmo de la construcción de nuevas viviendas en Cisjordania durante el periodo Abril-Septiembre de 2013 creció casi tres veces el promedio de los tres años anteriores.

Fuente: Oficina Central de Estadísticas de Israel

Los ministros Livni y Lapid pueden seguir con su incesante perorata de la imperiosa necesidad de separación de los palestinos por medio de la urgente  instauración de su Estado independiente. Quien pone en práctica la ideología de Netanyahu es su ministro de vivienda, Uri Ariel, declarando: «En Cisjordania hoy viven 400 mil judíos. Esta melodía no puede interrumpirse y se debe construir más. Mi ministerio está preparado para construir miles y miles de viviendas más en Cisjordania. Dejémonos de avergonzarnos, Cisjordania es nuestro. Se debe anexar Cisjordania. No hay una amenaza demográfica» [5].

Mientras tanto, Netanyahu no tiene ni el más mínimo temor de la integridad de su coalición. Estos ministros, pseudo combatientes de la paz, se preocupan mucho más por aferrarse a sus mullidos sillones y saben muy bien que lo que más les conviene es continuar con su verdadera función de hojas de parra para cubrir actos indecorosos del Gobierno. No en vano el ministro Lapid ya promete permanecer incondicionalmente en el ministerio de Finanzas hasta 2020 [6].

Pese a todas las declaraciones conciliadoras de boca del liderazgo hebreo, en el terreno Israel ya sepultó con millones de toneladas de cemento un hipotético Estado palestino independiente. En el horizonte no se vislumbra ningún factor interno o internacional capaz de frenar esta campaña de conquista.

Ojalá me equivoque...

[1]  ”Netanyahu con problemas”, Shalom Yrushalmi, Maariv, 23-1-2013.

[2] «Esto fue una rebelión de la clase media»; Alberto Spectorovsky; Radio Jai; 23.1.13.

[3] «El centro se fortaleció»; Shaul Mofaz; Ynet; 24.1.13.

[4] «Netanyahu invita a Abbás a la Knéset» Arutz 7; 18.11.13.

[5] «Ariel: Anexar Cisjordania»; Arutz 7; 23.10.13.

[6] «Lapid: permaneceré en el ministerio de Finanzas hasta 2020»; Maariv; 15.11.13.