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Secuelas del memorándum

Borguer, Timerman y SchlosserFrente al repentino giro táctico del gobierno argentino con la apertura de un diálogo con autoridades iraníes y la posterior firma de un memorándum de entendimiento en la causa AMIA, la dirección comunitaria judía argentina logró rápidamente sobreponerse a fricciones internas y presentó un sólido y mayoritariamente unificado frente opositor.

Finalmente la votación del Congreso argentino convirtió en ley dicho acuerdo y de esta manera el gobierno hizo fracasar los denodados esfuerzos de directivos de AMIA y DAIA, aunque no se debe pasar por alto que debieron enfrentarse a una verticalidad prusiana de la mayoría oficialista.

No es de dudar que los directivos de estas dos entidades centrales del judaísmo argentino fueran guiados por sus mejores intenciones en su afán por esclarecer el horroroso atentado a AMIA y llevar a juicio a sus culpables. Tampoco se puede sostener que la contienda está definitivamente perdida ya que la dirección comunitaria demanda la inconstitucionalidad de la ley en una ponencia ante la Corte Suprema.

Sin embargo, la intensidad y alcance de sucesos y declaraciones que acompañaron el proceso dejaron en su camino alarmantes secuelas que es imprescindible que la comunidad judía las evalúe de inmediato. Con sus decisiones, y fundamentalmente con sus silencios, directivos de AMIA y DAIA permitieron que se proyectaran a la sociedad argentina particularidades de su comunidad que, si no se corrigen, con seguridad acarrearán problemáticas consecuencias para el futuro.

Demandar doble lealtad de funcionarios judíos

La falta de argumentos significativos junto a tartamudeos de la dirección comunitaria, aparente y fatalmente, impulsó a muchos a desenfundar el arma del ataque personal al canciller y parlamentarios argentinos en su calidad de judíos. La diputada Carrió acusó a Timerman de traicionar al pueblo hebreo [1]. Para el Rabino Bergman, el senador Filmus, «instruido, capacitado, socio de nuestros templos, claramente identificado con el judaísmo y con el Estado de Israel… traicionó la memoria» [2]. El famoso escritor judío, Marcos Aguinis, declaró percibir en la comunidad judía la opinión referida a las posiciones de Timerman que «la palabra traidor es honorifica para este tipo de bajeza» [3].

Quien adoptó una posición extrema es sin duda JAI, que se autodefine como el sitio de la colectividad judía de Uruguay. Sin prestar atención que su publicación justifica de ahora en más insultar a judíos con la misma expresión, no dudó un momento y ya hace dos semanas dio lugar en su página central a un artículo donde se cataloga a Timerman como «judío de mierda» [4].

Año y medio atrás DAIA publicó un sondeo de opinión donde se adjudicaba el carácter de antisemita a la sociedad argentina por una mayoría relativa que respondió positivamente sobre la creencia de una doble lealtad de los judíos argentinos [5]. El silencio de los dirigentes demuestra que esa creencia hoy pasó a ser una exigencia de la comunidad hacia aquellos judíos que pretendan posicionarse como funcionarios públicos.

El vaivén en el posicionamiento político

Sólo transcurrieron 18 meses desde el momento que comenzaron los trascendidos respecto de la apertura de un dialogo argentino-iraní referido a la causa AMIA hasta la aprobación del memorándum en el Congreso argentino. Ese corto periodo de tiempo fue suficiente para que la dirección comunitaria judía exhiba una clara debilidad en la firmeza de sus posicionamientos políticos.

Un escepticismo original fue drásticamente modificado por un alentador apoyo tras encuentros con el canciller o con la presidenta para que el pasar de unos pocos días los convenza a retractarse para retomar viejas posiciones opositoras. Este vaivén en las posturas ha debilitado significativamente su imagen.   

La ciudadanía argentina le dio la espalda a la comunidad judía

Sin que se preste la debida atención, la continua proyección de una imagen arrogante y de presunción por parte de la clase dirigente judía, aparentemente, terminó por exasperar a la sociedad argentina que optó por darle la espalda a la comunidad ante el mayor atentado criminal en la historia del país.

La activa presencia de distinguidos representantes de la oposición política no debe confundir. Ellos se mueven por sus estrechos intereses políticos, y en la práctica no fueron capaces de movilizar ninguno de sus prosélitos. En esta contienda la colectividad judía quedó huérfana y abandonada en la calle política.

En ese sentido se puede conjeturar sobre el gran aporte de la declaración del Rabino Daniel Goldman y de la Comunidad Bet-El sobre el caso. En un conciso documento expresan su disconformidad con el texto ambiguo del memorándum, no dicen una palabra que se trata de ciudadanos argentinos, pero acentúan claramente «nuestro compromiso incondicional con el Estado de Israel que marca el camino de nuestra redención como judíos» [6].

La desconsideración hacia la colectividad judía argentina arribó al colmo cuando un destacado medio de difusión se tomó el atrevimiento de agraviarla públicamente al difundir un artículo en donde se caracteriza el accionar de «porciones de la colectividad judía y de sus entidades dirigentes, sobre todo, como típicos de la Gata Flora» [7]. Hasta el momento se desconoce una réplica a ese insulto.  

Movilizar un asesor «Ahitofel»

La DAIA continúa en sus esfuerzos de perder todo derecho moral de ser un ejemplo de la lucha en contra del racismo, la xenofobia y la discriminación étnica. Lamentablemente volvió a movilizar a Pilar Rahola, quien no escatima en recurrir a argumentos racistas para apoyar a Israel y al pueblo judío en tanto no pierde oportunidad de derramar veneno en contra de sociedades musulmanas, las únicas con las cuales Israel tiene que entenderse para hacer la paz [8].

Exhibir a Israel con omni-privilegios supranacionales

La dura réplica del canciller argentino Timerman ante una demanda de explicaciones poco diplomática departe de la cancillería israelí fue severamente criticada por destacados periodistas e intelectuales, la mayoría judíos. Por su lado, la dirección comunitaria, con su silencio, expresaba su tácito acuerdo a estas críticas.

El conocido periodista argentino, Pepe Eliaschev, fue quien más enalteció el derecho de Israel de intervenir en cualquier país. «Pretende ignorar Timerman que para Israel lo relevante y específico de su misión en el mundo es proteger los legítimos intereses de los judíos de todo el planeta» [9].

¿Cómo pretende el liderazgo judío argentino que la sociedad en que vive acepte el omni-privilegio de Israel como potencia mundial que se toma el derecho a entrometerse por encima de las normas internacionales en cualquier Estado para defender por cuenta propia los intereses de judíos o para capturar o eliminar algún sospechoso de cometer crímenes contra judíos?

¿Creerán estos dirigentes que los argentinos olvidaron el pisoteo de soberanía que sufrieron en mayo de 1960?

[1]  «Carrió a Timerman: Usted nos ha entregado»; La Nación; 26.2.13.

[2]  «Daniel el traidor»; Sergio Bergman; Itón Gadol; 26.2.13.

[3] «Aguinis a Timerman: La palabra traidor es honorifica para este tipo de bajeza»; Itón Gadol; 18.2.13.

[4]  «El judío de mierda»; Alejandro Goldstein»; Página Web Jai; 25.2.13.

[5] «Informe sobre antisemitismo - 2010»; Centro de Estudios Sociales; DAIA.

[6] «Declaración del Rabino Daniel Goldman y la Comunidad Bet-El»; Plural Jai; 13.2.13.

[7] «La Venus de Milo»; Eduardo Aliverti; Página 12; 11.2.13. Tildar a persona o institución como «Gata Flora» es una grosera ofensa del lunfardo argentino que se usa para caracterizar al eterno disconforme o al que nada le viene bien.

[8] «El factor X de los judíos»; Pilar Rahola; El País; 7.7.07.

[9] «Aventura»; Pepe Eliaschev; Perfil; 2.2.13.