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¿Volvemos a Oslo?

Los partidarios de un acuerdo provisional tienen razón al afirmar que tenemos una dificultad real para alcanzar ahora un pacto integral y definitivo. Pero se trata de la misma dificultad que ha venido acompañando a Israel y a los palestinos desde los Acuerdos de Oslo.

Una solución integral y permanente no es posible en las condiciones actuales, ha declarado Yossi Beilin. Su argumento: el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, no quiere la paz y el presidente palestino, Mahmud Abbás, es incapaz de cumplir con las condiciones de paz israelíes. La solución, que ya se ha convertido en un lema político, es un acuerdo provisional a largo plazo.

Una propuesta de este tipo tiene un encanto irresistible: aparece como una solución posible y apropiada. ¿Pero en qué consiste exactamente ese acuerdo provisional? Para complacer a Israel, tendrá que incluir un artículo que le permita seguir invirtiendo cemento y personas en Cisjordania y Jerusalén, rechazar el retorno de todos los refugiados palestinos y evitar la división de Jerusalén. Y tal vez, si las dos partes están de acuerdo, incluirá también una afirmación vacía sobre el establecimiento de un Estado palestino en el futuro. Un acuerdo provisional que no incluya tales elementos no llegará a la Knéset.

¿Y qué hay de los palestinos? ¿Qué ganan ellos con un acuerdo provisional? Un paquete de beneficios que incluirá la supresión de puestos de control, la libertad de comercio y una liberación de presos - un excelente producto, habitualmente abundante en las cárceles israelíes. También tendrán el control total en la Zona B y en las ciudades, en el Área C (para ser más precisos, control civil, ya que Tzáhal se reserva el derecho de redadas y allanamientos), y por supuesto, contarán con una declaración de apoyo al derecho de los palestinos a tener un Estado independiente, si bien dentro de dos o tres generaciones.

Quien diga que los Acuerdos de Oslo fueron un fracaso porque no cumplían con las demandas palestinas y significaban una amenaza para los asentamientos, no puede apoyar honestamente un acuerdo provisional que habrá de tener menor valor que los de Oslo, o bien, un acuerdo provisional en general. ¿No se trata de los mismos opositores a los Acuerdos de Oslo, que les atribuyen el estallido de la Intifada? ¿Y cuál será la novedad con un acuerdo provisorio? ¿La garantía de otra intifada?

Los partidarios de un acuerdo provisional tienen razón al afirmar que tenemos una dificultad real para alcanzar ahora un pacto integral y definitivo. Pero se trata de la misma dificultad que ha venido acompañando a Israel y a los palestinos desde 1992, por lo menos, y ha logrado que todo acuerdo provisional resulte algo muy peligroso, porque si fracasa - ya que carecería de sustancia -, la posibilidad de un pacto definitivo se perdería en un futuro distante. Lo que los partidarios de un convenio de estas características sostienen es básicamente un eterno acuerdo provisional.

Por supuesto, también podría decirse que padecemos un conflicto permanente, imposible de resolver, que, al igual que un volcán activo, puede hacer erupción en cualquier momento o permanecer latente durante 40 o 400 años. Más o menos, un desastre natural. A mismo tiempo, se puede acabar con las conversaciones directas y decirle a Abbás: Lo sentimos, estábamos equivocados, pensamos que podíamos llegar a un acuerdo, pero no hay manera; de modo que tendrán que vivir bajo nuestra ocupación hasta el fin de los tiempos. Claro que no dañaremos las discotecas de Ramallah, y asistiremos a la inauguración de nuevas fábricas, pero ustedes no van a tener un Estado propio.

Por otra parte, puede examinarse una vez más si un acuerdo integral es realmente algo imposible de lograr. Si existe un convenio sobre el principio de intercambio de territorios, y si se ha acuerda que los grandes bloques de asentamientos permanecerán en Israel, ¿por qué no dar un paso más y delinear las nuevas fronteras tal como propone Washington, y sólo después ocuparse del asunto de la construcción de asentamientos? Es cierto que el trazado de las fronteras no podrá omitir la división de Jerusalén y dejará a Ariel fuera de Israel, pero este es precisamente el objetivo de las negociaciones: encontrar puntos de acuerdo, ya que éstos no habrán de alcanzarse con mayor facilidad en un tratado provisional.

Sin dudas, el elemento más alentador en esta ronda es la coalición de líderes que participan. Es improbable que el dirigente que haya de suceder a Abbás pueda alcanzar algún tipo de acuerdo, o bien, disfrutar de un amplio apoyo del mundo árabe. Abu Mazen ya no es joven y podría retirarse en cualquier momento. Probablemente, Netanyahu no sea todo lo que aquellos que anhelan la paz esperaban, pero aún teme a EE.UU y, ciertamente, no se cuenta entre los ciegos de la derecha.

Lo más importante es el presidente de EE.UU, quien decidió llevar el asunto con entera decisión y sin negarle una bofetada a quien la necesite. Puede que sea ésta una coalición que no sepa cómo alcanzar un acuerdo, pero, sin dudas, sabrá cómo venderlo si es que se consigue. Debería aprovecharse esta habilidad en nombre de algo integral y no ser desperdiciada con un pacto provisional.

Fuente: Haaretz - 19.9.10
Traducción: www.argentina.co.il