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Dejen de llorar

Binyamín NetanyahuLa carrera nuclear ya se dio y ya se acabó en Oriente Medio. El ganador es Israel, que en este momento cuenta con un arsenal de bombas atómicas, pero nadie quiere hablar de eso.

¿Por qué será? Lo negaron todos los gobiernos israelíes pero Netanyahu va más allá: advierte a los cuatro vientos que el acuerdo del Grupo 5+1 con Irán desencadenará esa carrera que Israel ya ganó. Eso es una hipocresía del primer orden.

Los servicios de inteligencia de las potencias mantienen satélites para que den el alerta en caso de un ataque atómico. Uno de esos satélites de Estados Unidos detectó en 1979 una explosión en el sur del Océano Índico. Los organismos de inteligencia saben lo que pasó. Al mundo le llegó sólo la especulación de un ensayo nuclear conjunto de Sudáfrica e Israel.

El hecho es conocido como «Incidente de Vela». Estados Unidos puso en órbita varios satélites «Vela». El N° 6911 captó una explosión atómica entre el Cabo de Buena Esperanza y la Antártida, por las islas Crozet y Prince Edward en la madrugada del 22 de septiembre. La versión de quienes lo niegan es que fue un meteorito que explotó en la atmósfera.

Sudáfrica llegó a tener hasta seis bombas nucleares en la década de los '80, en colaboración con Israel. En 1992, cuando se estaba por cambiar de régimen, Pretoria se deshizo de esos armamentos. Es la única vez que un gobierno lo hizo voluntariamente. No se sabe por qué, si porque vio la luz o anticipó el cambio por ocurrir y no quería confiar sus armas al Gobierno «negro» de Mandela. Una manera de 'desaparecerlas' era entregarlas a su 'socio atómico', Israel. ¿Sería así?

David Ben Gurión dijo: «Si Einstein, Oppenheimer y Teller, tres judíos, pudieron hacer la primera bomba para Estados Unidos, entonces nuestros científicos pueden hacerla para nosotros».

El programa nuclear de Israel comenzó en 1949. En los '70, quizás antes, ya tenía su bomba. Entonces era algo natural de entender: después del Holocausto y rodeado de enemigos árabes aullando contra el Estado judío, que quisiera garantizar su seguridad. Pero sus gobiernos se comportan como si fuesen vírgenes atómicas. Mantienen una ambigüedad nuclear que no dice nada al mismo tiempo que se niegan a firmar el Tratado de No Proliferación.

Al acuerdo nuclear con Irán le falta sólo que el Congreso le dé el visto bueno o, si lo rechaza, que Obama lo vete y haga prevalecer su veto o no. Bibi dice que el pacto legitimiza el programa de Irán. ¿Y qué de la legitimización, con el silencio de todos, de su propio arsenal? ¿Qué de eso? También asegura que el acuerdo permitirá que Teherán tenga su bomba en 10 a 15 años, o antes. ¿Y sus bombas obtenidas no en 10 o 15 años más sino a lo largo de décadas atrás?

El acuerdo inyectará un mínimo de 120.000.000.000 de dólares en las arcas iraníes. Netanyahu advierte de su amenaza para Israel y el mundo. Lo que no dice y no va a decir es que Estados Unidos inyectó un mínimo de 233.000.000.000 de dólares al tesoro israelí, lo que está muy bien. Felicito a Estados Unidos por apoyar a Israel, pero que Bibi vea lo que recibe y deje de llorar, especialmente cuando el dinero para Irán no es norteamericano, es más que nada europeo o del mismo Irán congelado desde su revolución. Además, la miseria no es amiga de nadie y a la República Islámica hay que calmarla, no tratar de matarla de hambre porque se alzaría en armas y, además, no se puede porque habría que matar a todos los chiítas en toda la región, no sólo en Teherán.

Esta no es una apología al extremismo, que mucho daño hace. Es una denuncia a la intransigencia de Israel con los árabes y la intransigencia árabe-musulmana con Israel. Es, además, hipócrita: quienes practican el apartheid religioso - en ambos lados - no tienen derecho de acusar de rechazo a otros.

Para que haya paz se necesita aceptación, un riesgo mutuo. Los árabes-musulmanes están en esta lucha sangrienta entre ellos y ni Israel ni Estados Unidos la van a resolver. El suyo es problema suyo, que se resolverá entre los suyos. Cuando lo hagan, querrán limpiar sus destrozos, buscarán aceptación y ganará la moderación porque el extremo nunca dura, por algo es extremo: más allá no hay nada. Ese será el momento para la paz, mientras tanto sólo hay que contener su guerra en su región.

Nadie va a obligar a nadie. Entonces, que ni los árabes-musulmanes ni Bibi y su ultraderecha nacionalista y religiosa se quejen y engañen más. La verdad no es hipócrita y para la paz tiene que haber verdad.