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La «Doctrina Obama»

Barack ObamaEn septiembre de 1996 visité Irán. Uno de los recuerdos más imborrables de ese viaje es el cartel que había en la recepción de mi hotel: «¡Abajo Estados Unidos!». Y no era un cartel de papel ni un graffiti. Era de azulejos empotrados en la pared. Recuerdo que pensé: «Esto no se saca fácilmente».

Casi 20 años después, tras el acuerdo-marco entre el gobierno de Obama e Irán, tal vez estemos frente a nuestra mejor oportunidad de empezar a despegar ese cartel, de bajar un cambio de esa guerra fría-caliente entre Estados Unidos y la República Islámica que sacude a la región durante 36 años. Pero es una oportunidad que entraña un riesgo real para Estados Unidos y sus aliados.

Ese riesgo es que Irán, tarde o temprano, se convierta en un Estado con armas nucleares.

El presidente Obama delineó con precisión cómo se proponía equilibrar los riesgos y las oportunidades contenidas en el acuerdo-marco alcanzado con Irán en Lausana. Lo que más me impresionó fue lo que yo llamo «la Doctrina Obama» contenida en sus apreciaciones. Surgió, por ejemplo, cuando le pregunté si había un denominador común en sus decisiones de flexibilizar las añejas políticas de aislamiento a Myanmar, Cuba y, ahora, Irán.

Obama dijo que, en su opinión, «comprometerse», sumado al objetivo de satisfacer necesidades estratégicas clave, podía ser mucho más útil para los intereses de Estados Unidos respecto de esos tres países que las interminables sanciones y el aislamiento. Agregó que Estados Unidos, con su abrumadora superioridad, debe tener suficiente confianza en sí mismo como para correr algunos riesgos calculados para abrirse a nuevas posibilidades, como por ejemplo intentar sellar un acuerdo diplomático con Irán que permita que ese país conserve parte de su infraestructura nuclear y al mismo tiempo coarte su capacidad de construir bombas nucleares durante al menos una década, si no más.

«Somos suficientemente poderosos como para probar esas posibilidades sin ponernos en peligro. Y eso es lo que la gente parece no entender. Por ejemplo Cuba. Podemos probar la posibilidad de un acuerdo que tenga resultados positivos para el pueblo cubano y sin demasiado riesgo para nosotros. Es un país diminuto. No es una potencia que amenace nuestros intereses centrales en materia de seguridad, y por lo tanto no hay razón para no intentarlo. Y si resulta que después no conduce a nada bueno, siempre podremos ajustar nuestra política. Lo mismo respecto de Irán. Un país grande, peligroso, que tomó parte en actividades que resultaron en la muerte de ciudadanos norteamericanos, pero lo cierto es que el presupuesto en defensa de Irán es de 30.000 millones de dólares, y el nuestro está cerca de los 600.000 millones. Irán sabe que no puede combatir contra nosotros. Mi doctrina es sencilla: nos comprometemos, pero sin perder ninguna de nuestras capacidades», afirmó el presidente.

En cuanto a la idea de que Irán no se detiene ante nada, «eso simplemente no es así», agregó Obama. «Nosotros podemos decir 'probemos', sin olvidar que no renunciamos a ninguna de nuestras opciones y que no somos ingenuos. Pero si conseguimos resolver esos problemas por la vía diplomática, es probable que nos sintamos más seguros, que tengamos más seguridad y que estemos en mejor situación de proteger a nuestros aliados, ¿quién sabe? Irán tal vez cambie. Y si no cambia, nuestro poder de dissuasion y nuestra superioridad militar sigue en pie».

Obama añadió que obviamente Israel está en una situación diferente. «Ahora bien, lo que uno escucha del primer ministro Netanyahu, a quien respeto, es: 'Miren, Israel es más vulnerable. No podemos darnos el lujo de hacer pruebas, como ustedes', y yo lo entiendo perfectamente. Pero lo que quiero transmitirles a ellos es que no sólo estoy comprometido absolutamente en asegurarme de que Israel conserve su ventaja militar cualitativa que le permita frenar cualquier potencial ataque en el futuro, sino que también estoy dispuesto a comprometerme al punto de que a todos los vecinos de la región, incluido Irán, les quede claro que si Israel es atacado, nosotros estaremos a su lado. Y yo creo que con eso debería alcanzar para que aprovechemos esta oportunidad que se da una sola vez en la vida, de ver si podemos despejar el tema nuclear de la mesa de negociaciones».

Y señaló: «Lo que le diría al pueblo de Israel es que no existe una fórmula, no hay una opción más efectiva para impedir que Irán construya armas nucleares que la iniciativa diplomática y el acuerdo-marco que hemos presentado, y eso es demostrable».

Sin embargo, y con un tono más emotivo y personal que el que nunca le escuché utilizar, Obama manifestó el profundo desasosiego que le genera ser calificado de antiisraelí en Israel y entre algunos judíos norteamericanos, cuando sus posturas respecto de la paz son compartidas por muchos de ellos de centroderecha, y cuando su administración recibió el reconocimiento de los propios funcionarios hebreos por su firmeza para garantizar la ventaja estratégica de Israel.

Ahora que los conservadores están vertiendo cuantiosos fondos de campaña hacia candidatos que abrazan una posición proisraelí, ambos partidos se disputan codo a codo cuál de los dos apoya más firmemente a Israel. Mientras los candidatos republicanos compiten por ver quién sería un más decidido defensor de Israel en caso de un desacuerdo con Estados Unidos, los demócratas pro Israel se sienten cada vez más relegados.

«Ése es un aspecto del que realmente me ocupé. Israel es una democracia sólida y combativa. Tenemos muchas cosas en común. Compartimos la sangre, las familias. Y si las relaciones entre Estados Unidos e Israel fueron siempre tan especiales se debe en parte a que trasciende a los partidos políticos, y creo que eso hay que preservarlo. Tengo que tener la posibilidad de no estar de acuerdo con la política de los asentamientos, por ejemplo, sin que por eso se diga que me opongo a Israel. Y el primer ministro Netanyahu tiene que tener la posibilidad de no estar de acuerdo políticamente conmigo sin por eso ser visto como antidemócrata. Y creo que la mejor manera de hacerlo es reconocer que así como existen tantos puntos en común, también existirán diferencias estratégicas. Pero esto fue de las cosas más difíciles que me tocó hacer, por la profunda afinidad que siento por el pueblo de Israel y por el pueblo judío. Fueron días difíciles», argumentó

Le pregunté si se lo toma como algo personal: «Es que fue difícil en lo personal escuchar expresiones de que de alguna manera mi gobierno no hizo todo lo que pudo por los intereses de Israel».

En cuanto a la protección de nuestros aliados árabes sunitas, como Arabia Saudita, Obama dijo que las amenazas externas a esos pueblos son reales y ciertas, pero que también tienen peligros internos: «Pienso que la mayor amenaza que pueden enfrentar tal vez no sea que Irán los invada, sino la insatisfacción en sus propios países. Ésa va a ser una discusión difícil, pero es una discusión que tenemos que tener».

Más allá de eso, el acuerdo con Irán está lejos de estar cerrado. Como advierte Obama: «Existen un montón de pormenores sobre los que hay que trabajar, y por supuesto que habrá resbalones, piedras en el camino y verdaderas dificultades políticas, tanto en Irán como aquí, obviamente, en el Congreso de Estados Unidos».

En cuanto al rol del Congreso, Obama destacó que insiste en preservar la prerrogativa presidencial de establecer pactos vinculantes con potencias extranjeras sin necesidad de la aprobación del Capitolio.

Fuente: The New York Times
Traducción: www.israelenlinea.com