Cannot get Tel Aviv location id in module mod_sp_weather. Please also make sure that you have inserted city name.

Escribir sobre el hielo

Binyamín NetanyahuComo dice el refrán: «Errar es humano, perdonar es divino». A lo que yo agregaría: Ignorar es incluso más humano, y los resultados rara vez son divinos. Ninguno de nosotros sería humano si no nos aferráramos ocasionalmente a grado tal a nuestros deseos que dejáramos de notar - o de plano, ignorar - los hechos sobre el terreno que se burlan descaradamente de nuestras esperanzas.

Sólo cuando la brecha se vuelve demasiado amplia para pasarla por alto es que la política cambia. Es aquí hacia donde se dirige mucha de la estrategia norteamericana en últimas fechas en Oriente Medio.

Consideremos las brechas con respecto a Israel, Irán e Irak. Estamos hablando de nuestras opciones en estos países con palabras que me suenan como si estuvieran 10 años atrasadas.

No estamos lidiando ya con el Israel de nuestros abuelos, con el Irán de nuestros padres o con el Irak que nuestos hijos e hijas fueron a liberar.

Empecemos con Israel. El primer ministro Bibi Netanyahu y su partido Likud derrotaron bastante bien al líder del Grupo Sionista, Itzjak Herzog, en la contienda para formar el siguiente gobierno. Fue claro que Bibi logró un impresionante repunte de último momento desde las encuestas previas a las elecciones de la semana pasada.

Resulta difícil saber qué es más deprimente: que Bibi se dirigiera a la alcantarilla en los últimos días a fin de salvar su campaña, renunciando a su propio compromiso de una solución de dos Estados con los palestinos y habiendo agitado el tema de la etnia ante israelíes judíos para que corrieran a votar porque, dijo, demasiados árabes israelíes son llevados a las urnas, o el hecho de que eso pareciera funcionar.

Ciertamente, Bibi podrá desdecirse. Como escribió el columnista Nahúm Barnea en «Yediot Aharonot»: «Las promesas de Netanyahu son como algo escrito sobre el hielo en un día muy caluroso». Sin embargo, el hecho es que prácticamente la mitad de Israel se identifica con las paranoicas falanges religiosas-ultranacionalistas del tipo de «todos están en contra nuestra» que Bibi desplegó en esta campaña.

Eso, a la par del hecho de que alrededor de 350.000 colonos viven actualmente en Cisjordania, hace que sea difícil ver cómo puede seguir siendo posible una solución viable de dos Estados sin consideración al ganador.

Sin embargo, sería incorrecto achacarle todo eso a Bibi. La loca e inútil guerra de Gaza que Hamás comenzó el verano pasado, que lhizo estallar cohetes en el principal aeropuerto internacional de Israel y el desdén de los palestinos hacia dos ofertas sobre dos Estados de anteriores primeros ministros (Barak y Olmert), acrecentaron la base de Bibi tanto como él lo hizo.

Con respecto a Irán, prevalece el supuesto entre detractores del enfoque de Obama para negociar los límites al programa nuclear de Teherán que si el presidente estuviera listo para imponer más sanciones, entonces los iraníes se plegarían. No sólo la historia de los últimos 20 años se burla de esa noción. Es un hecho más simple: En el brutal Oriente Medio lo único que capta la atención de cualquiera es la amenaza de una fuerza capaz de derrocar a un régimen. Obama no tiene ese tipo de influencia sobre Irán.

Ya fue consumida en Afganistán e Irak, guerras que dejaron a nuestro ejército y país tan exhaustos que el ex secretario de Defensa, Robert Gates, dijo que cualquier secretario de Defensa que aconseje de nuevo al presidente que envíe tropas de infantería de Estados Unidos a Oriente Medio «debería hacerse revisar el cerebro». Si esas guerras hubieran tenido éxito, la población actual pudiera sentirse de otra manera.

Pero no fue así. En geopolítica, todo está en la influencia, y estamos negociando con Irán sin la influencia de una amenaza creíble de fuerza. Los ayatolás lo saben. Bajo esas circunstancias, estoy seguro de que el equipo de Obama intentará obtener el mejor acuerdo que pueda. Sin embargo, un pacto realmente bueno no está en el menú. Es como escribir sobre el hielo

Así que aprendimos a vivir con Irán al borde de una bomba pero ¿no deberíamos al menos bombardear al Estado Islámico (EI) hasta reducirlo a cenizas y ayudar en la destrucción de esta amenaza que corta cabezas? Desprecio al EI tanto como cualquiera, pero déjenme tan sólo lanzar una pregunta diferente: ¿Deberíamos estar armando al EI? O permítanme preguntarlo de otra manera: ¿Por qué estamos, por tercera vez desde el 11 de setiembre, peleando una guerra en nombre de Irán?

En 2002 destruimos al principal enemigo sunita de Irán en Afganistán: el régimen talibán. En 2003 destruimos al principal enemigo sunita de Irán en el mundo árabe: Saddam Hussein. Pero, debido a que no logramos erigir un orden pluralista que se sostuviera solo, lo cual podría haber sido un perdurable contrapeso a Irán, creamos un vacío más amplio tanto en Irak como en el mundo árabe sunita. Es por eso que los representantes de Teherán ahora dominan indirectamente cuatro países árabes: Líbano, Yemen, Irak y Siria.

El Estado Islámico, con todo lo horrible que es, surgió como una respuesta interna de árabes sunitas a esa aplastante derrota del arabismo sunita: mezclando viejos baazistas en pro de Saddam con una serie de ideólogos, desadaptados y buscadores de aventuras de todo el mundo de musulmanes sunitas.

Obviamente, aborrezco al EI y no quiero verlo extenderse o tomando el control de Irak. Sencillamente saco a relucir esta cuestión retóricamente porque nadie más lo está haciendo: ¿Por qué está en nuestro interés destruir el último bastión sunita para una toma absoluta de control iraní de Irak? ¿Porque las milicias chiítas que encabezan ahora la lucha en contra el EI gobernarán mejor? ¿De verdad?

Parece como si hoy en día si sólo tuviéramos malas opciones en Oriente Medio y nada funciona. Hay una razón: el pasado es prólogo, y el pasado grabó tanto tejido cicatrizado en ese panorama que es difícil ver allí cualquier cosa saludable creciendo de ahí en el futuro cercano.

Planearlo es como escribir sobre el hielo.

Fuente: The New York Times
Traducción: www.israelenlinea.com