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Detrás de la pelea Obama - Netanyahu

Netanyahu y ObamaDifícilmente la historia pudo ser testigo de tamaña disparidad entre las verdaderas motivaciones y mecanismos frente a las temáticas que se discuten públicamente, como las que se exponen en el último round de esta larga pelea entre Obama y Netanyahu que ya se prolonga por más de seis años.

Resumiendo los principales aspectos, trataré de exponer lo que considero los verdaderos trasfondos que dictan el comportamiento de ambos líderes.

1. Tanto Obama como la oposición en Israel acusaron a Netanyahu de organizar su viaje y discurso en el Congreso estadounidense como una maniobra sucia destinada a cosechar ganancias electorales en el público israelí en vistas a las próximas elecciones. Los hechos ponen muy bien de manifiesto que se trata de una acusación falaz. Hasta la fecha de la publicación de esta nota se repitieron cinco sondeos de intención de voto con posterioridad al discurso de Bibi en el Capitolio en Washington con ínfimas modificaciones en ambos sentidos en las bancas atribuidas al Likud respecto a cada uno de los mismos sondeos anteriores [1].

2. El objetivo del viaje y discurso de Netanyahu, encubierto aunque tácitamente admitido, consistía en movilizar el apoyo de al menos 15 congresales del partido demócrata para que se plegaran al proyecto republicano de sabotear el acuerdo con Irán, liderado por el presidente Obama. Así como lo pronosticaron la mayoría de los expertos en la materia, y probablemente también Bibi, este propósito tenía y tiene las mínimas posibilidades de concretarse. Si sorpresivamente el proyecto consigue su objetivo, factiblemente la próxima ley que dicte ese mismo Congreso seria modificar la bandera de Estados Unidos incluyendo únicamente la Estrella de David en vez de aquellas que representan los actuales estados que lo componen.

3. Tratando de escudarse de quienes lo acusan de instigar un irresponsable ataque militar a Irán, Netanyahu propuso sorpresivamente continuar el camino de las negociaciones, eso sí con la inclusión de nuevas cláusulas muy severas e inflexibles. Para los expertos en diplomacia internacional se trata de una utopía. Susan Rice, asesora de seguridad de la Casa Blanca, declaró en su discurso frente a AIPAC que «es imposible exigir de Irán renunciar categóricamente a sus posibilidades de enriquecer uranio. Por más que lo queremos, no es real y no se puede conseguir. El resto de las potencias que participan en las negociaciones también coinciden con esta posición» [2]. Kerry, el canciller estadounidense, fue mucho mas categórico: «Exigir de Irán que se rinda no es un plan» [3].

4. Cada día son más los expertos que se suman a la posición de que Irán se convertirá en la próxima potencia nuclear, con un acuerdo firmado con las grandes potencias o sin él. Los iraníes aprendieron muy bien la lección que Israel legó al mundo a fines de la década de los '60 cuando Estados Unidos, frente a un Estado con capacidad, medios y sobre todo determinación, tuvo que bajar los brazos y no le quedó más remedio que «tolerar» en silencio la existencia de un potencial atómico en Israel. Justamente un año atrás «el Gobierno de Obama se encargó de quitar la categoría de secreto y publicó la documentación que atestigua los contactos entre Washington y Jerusalén respecto del consentimiento norteamericano a la existencia de la opción atómica israelí» [4].

5. Si se llega a un acuerdo según la versión que se maneja en las negociaciones que se llevan a cabo estos días en Ginebra, Obama tiene claro que sólo se abre un paréntesis de tranquilidad por una o dos décadas como máximo. Esa posición se sostiene con la esperanza que en ese período se suceda un cambio en la dirección iraní o que las grandes potencias de Occidente dispongan de mejores herramientas contra Irán.

6. Si no se arriba a un acuerdo, Irán queda libre de actuar bajo su propia determinación mientras que la continuidad del bloqueo económico es dudosa y probablemente se haga trisas como consecuencia de las pulseadas permanentes entre Estados Unidos frente a Rusia y China. De esta manera, para Israel queda una sola opción: un ataque militar.

7. Nadie tiene dudas que Israel está equipado y tiene lcondiciones de asestar un duro golpe a Irán. En este sentido coinciden la mayoría de los expertos que un ataque de ese tipo (básicamente aéreo y misiles) puede causar mucho daño, pero sólo podrá retardar el progreso del programa nuclear iraní por un período no mayor a tres años [5]. Ahora sí; Irán dispondría de los justificativos, incentivos y mayor determinación de equiparse con armamento nuclear de inmediato.

8. Pensar en un masivo y combinado ataque estadounidense es una utopía. Después de las «victorias pírricas» en Irak y Afganistán, el pueblo del país del norte no tendrá problema alguno en que su gobierno continúe despilfarrando billones de dólares apoyando militar, económica y diplomáticamente a Israel. Lo que seguramente no estará dispuesto es derramar sangre yanqui por el capricho de Bibi de continuar colonizando Cisjordania.

9. El pueblo judío vive bajo aterradoras amenazas que Netanyahu políticamente se ocupa de ampliar [6]. De nada valen los desmentidos de expertos que acentúan peligros mucho peores que surgen del extremismo religioso judío [7]. Tal vez un Irán atómico pueda lograr un equilibrio estratégico que se convierta en la mejor garantía a la que se pueda arribar en un acuerdo razonable entre las partes. El enorme desequilibrio en el frente palestino es un claro ejemplo de la imposibilidad de arribar a un arreglo sensato. Los palestinos - la parte débil - se sienten obligados a recurrir alternativamente a medios reconocidos (cortes internacionales, ONU, etc.) y también no reconocidos e inadmisibles (terror) de la misma manera que los judíos se aferraron a esos medios para lograr su independencia hasta 1948. En contraposición, hoy Israel sólo está dispuesto a que los palestinos acepten sus mandatos unilaterales.

10. De todas maneras, sobre la base de que Bibi tenía claro que prácticamente no podría modificar nada, surge el interrogante: ¿Por qué viajó? El motivo es muy sencillo. Porque si no viajaba perdía muchísimos puntos en su carrera por demostrar a todos los miembros del Congreso y Ejecutivo norteamericano que en Estados Unidos el instinto de vida político de cada uno de ellos no permite que se pueda tomar ninguna decisión que tenga algo que ver con los judíos e Israel sin recibir el previo consentimiento de Jerusalén. Esta actitud es parte del esfuerzo permanente en ampliar el poder supranacional; ese que combina el poderío estratégico, económico y diplomático de Israel con aquel, generalmente económico, de ciudadanos judíos estadounidenses.

No en vano, Chemi Shalev, el prestigioso corresponsal del diario «Haaretz», escribió este fin de semana: «Netanyahu y todo el pueblo judío pueden llegar a ser estrellas en una nueva versión de los Protocolos de los Sabios de Sion» [8].

Ojalá se equivoque...

[1] Ver detalles de todos los sondeos de intención de voto en https://docs.google.com/spreadsheets/d/13XIAgbVk_c2Zxxa5xsR0EJFb6W9HMQpAjBImtFxZdxo/edit?pli=1#gid=0

[2] «Rice: Es imposible exigir de Irán renunciar a sus posibilidades de enriquecer uranio»; Walla; 3.3.15.

[3] «Kerry: Exigir de Irán que se rinda no es un plan»; Walla; 4.3.15.

[4] «Obama permitió publicar: Así toleró EE.UU la existencia de un plan atómico israelí»; Amir Oren; Haaretz; 30.8.14.

[5] «Un ataque retrasará a Irán en uno a dos años»; Amos Harel; Haaretz; 3.8.12. - «An Emerging Nuclear Deal With Irán»; Editorial The New York Times; 25.2.15. - «Ataque israelí no logrará detener el programa nuclear iraní»; Walla; 26.2.12. - «Attacking Irán Up in the air»; The Economist; 25.2.12.

[6] «Netanyahu: Irán nos trata de exterminar, como en tiempos de Persia»; Walla; 28.2.15.

[7] «Irán no representa una amenaza existencial»; Efraim Halevy; Ex Jefe del Mossad; Ynet; 4.11.11.

[8] «Esta vez no hay coartada»; Chemi Shalev; Haaretz; 6.3.15.